La orden de captura contra Álvaro Uribe, el líder que más ha incidido en los últimos 20 años en nuestra democracia, abre un panorama distinto para la política colombiana. No es lo mismo Álvaro Uribe preso y procesado por delitos graves y sin twitter, que aquel líder carismático que se metía a la arena política y casi siempre salía victorioso, los tiempos han cambiado y hay una nueva generación que ve la política con otra óptica. El primer perjudicado será su partido Centro Democrático que no definió nombres fuertes para remplazarlo, por esa misma figura caudillista que no lo permitía y por la ausencia de mentes con estructura intelectual sólida y equilibrada, un partido integrado, en su mayoría, por aduladores y extremistas de derecha, capaces de proponer una constituyente para beneficio de su líder únicamente porque la CSdeJ tomó una decisión en su contra; los candidatos a la presidencia (Paloma Valencia, Rafael Nieto, Paola Holguín, Carlos Felipe Mejía, Abelardo de la Espriella, María Fernanda Cabal), carecen del liderazgo necesario, ni tienen el Estado en la cabeza para lograr los cambios, esperados por décadas, pero que la derecha no ha podido consolidar, menos ahora sin Uribe, quien para esa época, salga bien o mal del juicio, seguro querrá apartarse un poco de esa política que tantas complicaciones le ha traído y dedicarse a su familia.
En el terreno electoral, de aquellos 20 senadores que jalonaba pueden quedar 5, los más radicales que mantienen un nicho ultra; en la Cámara, también el futuro es complicado, en las regiones el Centro Democrático nunca tuvo poder sólido y con lo que viene, prácticamente desaparecerá, es cuando jugará un papel muy importante el Duquismo para intentar salvar lo que queda de esa colectividad; sin Uribe, todos los que no gustaban de Duque tendrán que llegar a rodearlo y acabar con esa feria de hipocresías y traiciones, como náufragos que se aferran a la última tabla de salvación. Pero más allá de las movidas del partido, la ausencia de la figura de Uribe origina un espacio para reacomodar fuerzas, partidos como Cambio Radical con Vargas Lleras de jefe de debate de la casa Char pueden tomar oxígeno y lanzar una apuesta presidencial, junto a Liberales y Conservadores que siempre esperarán el último momento para escoger la opción que vaya mejor en las encuestas.
Hoy, el país está aún más dividido que en 2018, pero sin Uribe y con todos los efectos económicos de la pandemia, puede haber un alivio en esa la polarización que tanto daño nos ha hecho, desencadenando un fenómeno de cambio; el discurso de la derecha, de que vamos a quedar como Venezuela, que la guerrilla se va a tomar el poder, de que hay que acabar el terrorismo y los cultivos de coca, se cae de su propio peso, el mismo Duque hasta ahora no lo ha logrado, ni lo logrará, es ahí, donde jugarán las propuestas más aterrizadas y sensatas para salir de la crisis que es lo que verdaderamente le interesa al colombiano de a pie, puede ser una corriente de centro-izquierda moderada que le apueste a lo social, pero de algo estoy seguro, Petro tampoco será. Sin Uribe, el panorama político se ve menos agobiante y puede liberar muchas prevenciones que orientarían a Colombia por una ruta distinta a la que ya hemos transitado.