Juan Manuel Díaz

Empresario bogotano, Contador Público y Especialista en Gerencia de impuestos y entidades territoriales de la Universidad Externado de Colombia. Ha trabajado por más de 10 años en pro de la seguridad y la movilidad de la capital del país.

Juan Manuel Díaz

Crisis ambiental en Bogotá: ¡nuestros embalses se secan!

Bogotá enfrenta un desafío persistente en el suministro de agua, con embalses luchando por alcanzar niveles óptimos. A pesar de las recientes lluvias, la ciudad aún no logra cumplir con la meta de consumo diario, planteando importantes desafíos para las autoridades locales y sus habitantes.  En este contexto, ¿Es probable que la historia del bombardeo de nubes en 1984 vuelva a surgir en Bogotá?, recordando que fue un episodio controvertido en la búsqueda de alternativas para enfrentar la sequía.

La capital del país se encuentra inmersa en una encrucijada hídrica y energética que demanda medidas urgentes y un compromiso constante de sus habitantes. A pesar de los recientes incrementos en el nivel de los embalses del Sistema Chingaza y el ligero repunte en el suministro de agua, la ciudad aún no logra alcanzar sus metas de consumo diario.

 

Teniendo en cuenta los datos proporcionados por el Acueducto de Bogotá,  el nivel de los embalses del Sistema Chingaza está en un 15, 04% de capacidad, sin embargo el consumo de agua el 19 de abril obtuvo un 15,43% de metros cúbicos por segundo, es decir por encima de la meta establecida. Lo que indica que la reducción de capacidad del sistema Chingaza que en febrero era de un 32% y en abril de un 15,04% señala que las cifras de crisis de agua son alarmantes.

El descenso en la capacidad del Sistema Chingaza es preocupante ,  puesto que ha perdido casi seis puntos porcentuales en apenas un mes, esto evidencia la gravedad de la situación y la urgencia de acciones más enérgicas para enfrentarla. La mayor demanda de agua, que ha llevado a distribuir diariamente 86 millones de litros adicionales, señala la necesidad imperativa de una gestión más eficiente y consciente de este recurso vital. 

 

Recordemos que en el año 1984, Colombia enfrentaba una grave crisis hídrica que puso en alerta a las autoridades del país. La sequía amenazaba con agotar los embalses del norte, lo que llevó a que varias organizaciones estatales buscarán soluciones de manera inmediata. Fue entonces cuando se contactó a la Nasa para explorar la posibilidad de utilizar la técnica de bombardeo de nubes como medida de emergencia para incluir lluvia sobre dichos embalses.

Según el Acueducto, el bombardeo resultó efectivo, produciendo un aumento de 13 millones de metros cúbicos de agua sobre dichos embalses. Sin embargo, esta medida estuvo expuesta a controversias y debates, en donde el meteorólogo Max Hernandeez, cuestionó la efectividad de la técnica y manifestó lo contrario que afirmó el Acueducto, ofreciendo un veredicto negativo sobre los resultados, dado que según él, el regreso de las lluvias en ese entonces, no fue por el bombardeo de  nubes, sino por llegada natural de la época invernal. 

 

Este episodio marcó un hito en la historia de Colombia, su lucha contra la escasez de agua dejó una pregunta importante sobre la efectividad y las implicaciones éticas y ambientales de la modificación del clima como medida de emergencia. 

El optimismo expresado por el alcalde Carlos Fernando Galán ante el aumento en los niveles de los embalses debe ser matizado con la realidad palpable de una demanda que supera la oferta. Si bien es alentador que el 19 de abril se registrará un ingreso de agua superior al consumo por primera vez, con un aumento del 0,14% en la capacidad de los embalses, este progreso es insuficiente frente a la meta del 20% para fin de mes.

 

Además, la situación energética del país, estrechamente ligada al abastecimiento de agua, requiere una atención especial. Aunque se ha registrado un ligero aumento en el nivel de los embalses utilizados para la generación de energía, el riesgo de racionamiento aún persiste. La dependencia del 66% de la energía en fuentes hídricas resalta la necesidad de una gestión integral de los recursos naturales.

 

Hago un llamado de atención a la comunidad para que continúe adoptando medidas de conservación del agua. La conciencia colectiva sobre la importancia de este recurso debe traducirse en acciones concretas, desde duchas más cortas hasta la limitación del lavado de vehículos, entre otras actividades para garantizar su disponibilidad a largo plazo.

 

Si bien las lluvias pronosticadas hasta junio ofrecen un respiro, deben ser vistas como una oportunidad para fortalecer políticas de conservación y diversificación energética. La crisis actual es un llamado de atención para repensar nuestra relación con el agua y la energía, y para adoptar un enfoque más sostenible que garantice su disponibilidad para las generaciones futuras. En última instancia, el camino hacia la seguridad hídrica y energética requiere de un compromiso colectivo y acciones decididas tanto a nivel individual como gubernamental.

 

Como Concejal de la ciudad comprometido con el bienestar de nuestra comunidad, es crucial reconocer la urgencia de la situación del agua en Bogotá. Los datos revelan una realidad preocupante a pesar de los esfuerzos, la demanda de agua supera la capacidad de suministro, lo que requiere acciones inmediatas y concertadas para abordar esta crisis.

 

Estas cifras son un llamado de atención para todos los ciudadanos de la capital, ya que reflejan la necesidad urgente de conservar y gestionar de manera más consciente y eficiente nuestro recurso hídrico. Como ciudadanos, debemos asumir la responsabilidad de reducir nuestro consumo y apoyar iniciativas de conservación del agua en nuestra vida diaria.

Necesitamos educar a la comunidad sobre la importancia de utilizar de manera correcta el agua y promover hábitos como cerrar el grifo de la llave mientras nos cepillamos los dientes, mientras enjabonamos la loza, revisar constantemente que no hayan fugas de agua, enseñar a la comunidad sobre la recogida de aguas pluviales para su utilización de actividades como regar plantas, lavar carros, ventanas y demás exteriores.

En conclusión, la lucha por el agua en Bogotá es una tarea colectiva que requiere la colaboración de todos los sectores de la sociedad. Es necesario que tomemos medidas concretas para garantizar un suministro sostenible de agua para las generaciones presentes y futuras. Juntos, podemos superar este desafío y construir un futuro más próspero y equitativo para nuestra ciudad.

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