En relación con el título de esta columna, entremos en materia: Casa de Nariño es la residencia oficial y principal sede del presidente de Colombia, construida en los terrenos de la casa natal de Antonio Nariño en el centro histórico de Bogotá, inaugurada en 1908 por el general conservador Rafael Reyes y reinaugurada en 1979 por el mandatario liberal Julio César Turbay.
Por su parte, Casa de Contratación fue la entidad rectora del comercio peninsular con las Indias, situada en Sevilla, España, y creada por real cédula el 20 de enero de 1503. En ella, entre otras misiones, los funcionarios “tendrían cuidado de que no faltasen las mercancías necesarias”, respecto de lo cual el tesorero, por ejemplo, recibía "todas las cosas e mercaderías e mantenimientos e dineros e otras cualquier cosas que hubiere o vinieren a la dicha Casa".
Entonces, ¿qué diablos es el titular “De Casa de Nariño a Casa de Contratación”?
El tema viene dado por uno de los diarios escándalos que viene protagonizando el gobierno nacional, en esta ocasión en cabeza, el escándalo, no el gobierno, del escurridizo político neopetrista Mauricio Lizcano, jefe del Departamento Administrativo de la Casa de Nariño, quien en la semana que concluye la convirtió en Casa de Contratación al “tener cuidado de que no faltasen las mercancías necesarias” y aprobar dos contratos, entre muchos otros, por $172 millones de nuestras arcas, para la compra de 95 artículos destinados a las cuatro residencias oficiales para la Presidencia y la Vicepresidencia, situadas en Bogotá y Cartagena, una de las cuales es Casa de Nariño, transformada en Casa de Contratación…
¿Y lo “De Villa Miseria a Villa Sabrosa”?
“Villa miseria” es un nombre dado a las barriadas de las ciudades latinoamericanas “habitadas” por millones de personas en medio de pobreza extrema e inseguridad pública. El nombre surgió en Argentina, pero en cada país se les llama o llamaba de modos distintos: favelas en Brasil, guasmos en Ecuador, ciudades perdidas en México, campamentos en Chile, llega y pon en Cuba, cerros en Venezuela, tugurios en Centroamérica y Colombia.
“Villa Sabrosa” es una población al norte de Portugal, en la que, se dice, nació, el 4 de febrero de 1480, el inolvidable navegante Fernando de Magallanes, sitio hoy con una espléndida fama “para vivir sabroso”, según textos turísticos, expresión que la vicepresidenta Francia Márquez puso a rodar, como un latiguillo, durante la pasada campaña electoral pensando en que los colombianos no vivamos en Villa Miseria sino en Villa Sabrosa.
Es que el contrato de los $172 millones ilustra que en Casa de Nariño-Casa de Contratación tienen claro qué es vivir sabroso, para lo cual se compraron cubiertas de vitrocerámica, televisores de 70 y 80 pulgadas, licuadoras, planchas de ropa, calentadores, vaporera, sartenes antideslizantes, sanducheras, procesadores de alimentos, batidoras, cafeteras, aspiradoras, lámparas, cobijas y almohadas hechas con plumas de aves, juegos de cama, edredones de ganso, cubrelechos, cojines decorativos, artículos que contribuirán a que el presidente y la vicepresidenta duerman sabroso, por separado, claro, lo mismo que los invitados especiales, que también dormirán por separado. Aunque, en el gobierno del cambio, el diablo puede hacer de las suyas...
También se supo que Casa de Nariño-Casa de Contratación tomó, por 28 millones de devaluados pesos, los servicios de un conocido coreógrafo, amigo personal de la primera dama, como instructor del gimnasio de la sede presidencial. Posiblemente el contrato se inspiró en una reflexión de doña Verónica Alcocer, según la cual si su marido tiene derecho a agitar las masas, ella tiene derecho a agitar la cola. ¡Punto!
Por lo tanto, en el gobierno del cambio, Casa de Nariño evoluciona a Casa de Contratación y Villa Miseria evoluciona a Villa Sabrosa. ¿O será al revés?
INFLEXIÓN. En la vida de los pueblos hay momentos que tienen una dimensión insospechada porque la Historia parece depender de los detalles. ¿Se explicará porque en estos se oculta el diablo?
