Mario Huertas

Analista de asuntos estratégicos y hemisféricos (Énfasis: Brasil y EE.UU.) Columnista de opinión, diario La Nación. Voluntario internacional para la promoción de nuevos liderazgos, Universal Wonderful Street Academy (UWSA), Jamestown-Accra. Colaborador del Goldstreet Business (Ghana). Profesor de Geopolítica y Geoestrategia. Infante de Marina, Armada República de Colombia (A.R.C).

Mario Huertas

De demócrata en Venezuela a mesías en Egipto

En “Contradicciones del eje Maduro - Petro” sostuve que, en términos generales, la relación entre Caracas y Bogotá pasan por una serie de afirmaciones que ha hecho Petro en contra de Maduro. 

Tras el restablecimiento de relaciones, logramos asistir a la declaración conjunta hecha desde Caracas y sin concentrarme en los lugares comunes de siempre acerca de las relaciones a nivel bilateral*, hubo algo que me llamó poderosamente la atención.

Al hablar sobre los puntos de interés, a nivel multilateral, Maduro dijo que trabajarían sobre una reconsideración del Sistema Interamericano de Derechos Humanos; en ese sentido, Petro añadió que Venezuela para integrase a este sistema, debía fortalecer la democracia liberal. 

Así las cosas, Petro le pidió a Maduro que a futuro haga una transición a la democracia o que fortalezca la dictadura con fachada democrática, si es que ha cambiado de parecer sobre el estado de las libertades en Venezuela. Dado lo que demostramos en la entrega de hace unas semanas, el régimen chavista entendió -como muchos lo hicimos- que Petro aludía claramente a la primera hipótesis. 

Obviamente para quienes somos defensores a ultranza de la democracia y, sobre todo, de la democracia en sentido liberal nos resulta una obligación denunciar la abierta contradicción con lo dicho en El Cairo. 

Con el estilo mesiánico que lo caracteriza y como si de un episodio bíblico se tratara, Petro ha ido a Egipto a cantarle, con tono providencial, la tabla a los actores del vigente orden económico mundial a partir de una premisa inicial: “Es la hora de la humanidad, no de los mercados”.  

Por ello, primero que todo, fiel a su pasado en el M-19, hizo un llamado a la rebelión de la humanidad para que sea esta la que resuelva lo que claramente no pudieron hacer tanto las potencias como organismos internacionales especializados -FMI y OMC- y tecnócratas reputados que son, según él, los culpables del fracaso. 

Atacando al mercado obviamente por ser parte del problema y no de la solución, Petro decretó la planificación como instrumento para la transición económica de cara a la desvalorización de los hidrocarburos, ordenó la condonación de la deuda externa por programas de inversión para el cambio climático, mandatos a los que se sumaría la no financiación multilateral de la economía carbonizada y, por supuesto, la inmediata finalización de la guerra en Ucrania. De esta manera, Petro ha dictado sus 10 mandamientos en la COP27 para salvar a la humanidad entera.

Ahora, pasemos a la contradicción que hay en ambas declaraciones. En Caracas Petro se declaró promotor y vocero de la democracia liberal y en El Cairo ataca a la institución liberal, por excelencia, que es el mercado. 

A decir verdad, en la línea de tiempo, la democracia precedió al mercado pero la complementariedad e interdependencia de ambos han conducido a una creación multivariada, a la que todos los Estados del globo aspiran, y  que conocemos como “desarrollo”. 

Como hecho histórico el mercado es la conquista de la iniciativa privada y de la capacidad creadora de riqueza, por lo tanto, ha sido el polo indiscutible de equilibrio frente al poder político. Sin mercado, la sociedad queda a merced del poder totalitario del Estado ya que el primero ha sido el muro de contención frente al poder del segundo.  

Entonces, ¿qué democracia liberal puede exigirle Petro a Maduro con ese tipo de argumentación mesiánica? Para nadie es una revelación que en Venezuela mientras destruían el mercado, iban dinamitando la democracia. Lógicamente, si se exige más democracia es porque se demanda más mercado, en efecto un mercado más fuerte y estable es un seguro para una democracia más sólida. 

Lo anterior ha puesto de presente algo que resulta más que evidente. Petro no cuenta con un sistema de pensamiento bien definido y eso se traduce en la confusa política que hace. Además, porque él mismo al incurrir en este tipo de contradicciones mina la confianza que como activo político la economía y la diplomacia saben reflejar.

El lector puede contrastar el discurso que Petro pronunció en la ONU con lo enunciado en la COP27 y concluir que hubiese podido apelar lógicamente a los mismos argumentos para legitimar internacionalmente parte de la agenda interna que no cuenta, a menos de cumplir 100 días de mandato, con una aprobación muy alta en la opinión pública nacional. 

 

*¿Cómo interpreta el régimen chavista las declaraciones de Petro en materia de narcotráfico cuando muchos de sus altos funcionarios han sido señalados de conformar el Cartel de los Soles?

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Mario Huertas
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