Lo que se conoce como la Transversal de la Macarena, el gran anhelo de los llanos orientales para conectarse con el Pacífico Colombiano, tiene un estrecho tramo de 44 kilómetros de selva tropical.
Esta trocha, que arranca en el municipio de Uribe - Meta -, al cual llegas por Villavicencio, es la protagonista de una nueva aventura emprendida con mi hijo.
Se toma un carro 4 x 4 que te adentra a la jungla hasta la vereda Papamene. Su nombre, Papamene, es el relato de una tierna historia de la región. Cuentan sus pobladores que alguna vez un niño quedó a un lado del río mientras su padre lo cruzaba. El bebé de dos años gritaba sin cesar: papá mene!! Papá mene!! - para que su padre volviera. Y así, sin más ni más, al mejor estilo del humor llanero, quedó nombrado el sitio.
En este punto empieza la travesía. Un camino en piedra, que no da tregua en sus condiciones selváticas, lodosas, húmedas y agrestes. En algunos tramos se encuentra la perfecta construcción del camino, que afirman los pobladores, fue hecha en tiempos de las explotaciones caucheras, en una ruta que se dice conecta a San Juan De Arama y pasa de largo hasta los límites con el departamento Del Valle. Podría ser quizás, nuestro propio camino Inca, con cientos de kilómetros por descubrir, un ramal del Qhapac Ñan , ese camino principal que podría llevarnos hasta la misma Argentina, pero esto, es solo una interpretación entre mi hijo y yo, suscitada quizás, por la activación energética y poderosa del trayecto.
En el primer día, caminamos de Papamene al Tigre, cerca de 8 horas un tramo no mayor a 20k. Un par de casas en el camino y nada más. De resto, ríos, trocha, jungla, rastros de animales, caños y naturaleza por doquier. Este día supimos de los “Nazarenos”, una comunidad religiosa que se adentra en la jungla para llevar una vida espiritual. En versión de algunos pobladores, son personas estudiadas, que han renunciado a todo, practican meditación, no se cortan la barba ni el cabello y buscan de Dios constantemente. Dos de ellos nos acompañaron durante el recorrido, a la comitiva organizada por la alcaldía de Uribe. Este primer tramo es viable exclusivamente en tiempos secos, ni los mismos pobladores se arriesgan a pasar con sus resistentes mulas, en los tiempos en que el río crece.
El segundo día es el más “biolento”. No hubo una sola señal de asentamiento humano durante las primeras 9 horas de trocha. Únicamente el camino en piedra, y la selva. De los 700 metros sobre el nivel del mar en Uribe, logramos pasar la línea de los 2.000 en el alto de las cruces, donde por cierto, dejas tu cruz en recordación a alguna masacre, de hace algún tiempo, que no fue posible precisar.
Por una dolencia en mi pierna nos quedamos del grupo, intentando seguir huellas de quienes iban adelante, y con el soporte físico y moral de mi hijo de 15 años, conectamos un camino, luego de pasar un extenso río, e intentar continuar por la ruta establecida. Se devolvieron a buscarnos y no nos encontraron, y luego de un par de horas llegaron los baquianos angustiados al punto de llegada, pero ya nosotros estábamos allí.
Al cabo de 11 horas con cerca de 24 kilómetros, llegamos a la vereda el Dorado, del municipio de Colombia en el departamento del Huila, un lugar cálido y caluroso, a dos horas de Neiva por la ruta de Baraya.
Di a mi hijo otro de esos grandes abrazos y de manera especial encomiar su paciencia y ayuda, porque sin él, no hubiéramos vuelto al camino, luego de la pequeña perdida por un par de horas.
Sentados en la plaza principal del municipio, hablando de este país oculto, nos sorprendió lo altamente relacionado de las vidas de Colombia - Huila con Uribe en el Meta. Su cultura y afectos mutuos, los alimentan con la idea de crear una conexión, en lo que ahora llaman la transversal de la Macarena y en lo que todos los gobiernos coinciden.
La travesía, hecha en el año 2020, fue una sensación exploratoria única. Ir descubriendo todo a tu alrededor y llenando el ego aventurero por ser la primera “visita” de no lugareños a este territorio, era lo más cercano al “Yo Humboldt”, explorando y queriendo absorber la naturaleza del lugar. Bien lo decía el visionario Prusiano, que viajar a pie, es cuando se siente la poseía de la naturaleza.
Somos un país hecho de sur a norte. Va siendo hora de conectarnos de oriente a occidente. Eso sí, con todas las medidas y alternativas necesarias, para salvaguardar nuestra selva tropical.
P.D. Hijo, gracias por tu compañía, por ir a mi paso y disfrutar tanto como yo nuestro país.