El departamento del Chocó, para 1904 tenía una extensión geográfica de 74.000 km². En la actualidad cuenta con 46.530, es decir hemos perdido 27.470 km². Esto dentro de las políticas expansionistas que ha sufrido el país a lo largo de 47 años, desde cuando a través de la Ley 13 dejamos de ser intendencia.
Han sido varios los intentos de desmembración de esta sufrida tierra, infructuosos, gracias a Dios y a las acciones valerosas de chocoanos y chocoanas, que no se han quedado cruzados de brazos y han sacado la casta y la verraquera para defender este territorio.
Pero lo que hoy se conoce como Departamento del Chocó primero hizo parte del Cauca, prácticamente desde los primeros años de la Colombia republicana ― desde 1821― hasta la primera década del siglo XX ―según decreto del 5 de noviembre de 1906― cuando las provincias del San Juan y del Atrato fueron segregadas del Cauca y con ellas se creó la Intendencia Nacional del Chocó. No pasaría mucho tiempo para que esta Intendencia fuera elevada a la categoría de Departamento con el nombre de Departamento de Quibdó, pero para desilusión de los chocoanos el cambio fue bastante efímero ―de 1908 a 1910― cuando el Chocó volvió a ser Intendencia.
Aunque el cambio de Intendencia a Departamento tuvo corta duración, o como decía una expresión utilizada en la época, «fue tan frágil su existencia, que las tablas de la cuna le sirvieron de ataúd», lo cierto es que logró que los habitantes de la Intendencia buscarán la departamentalización de su territorio prácticamente desde que volvieron a ser Intendencia, porque este cambio les había mostrado que el Chocó podía ser Departamento ya que poseía “capacidad y eficiencia para el desempeño del puesto que estaba ocupando entre los demás Departamentos de la República”. Por esta razón no es extraño encontrar desde 1914 o más atrás, textos que incitan a los habitantes del Chocó a impulsar la creación del Departamento.
Como los mismos chocoanos sabían, la erección de la Intendencia en Departamento no iba a ocurrir de la misma manera que antes ―por un decreto emitido por el gobierno central sin que los chocoanos lo hubieran pedido― y por lo mismo sabían que en esta oportunidad debían trabajar arduamente para hacer realidad este sueño. Este arduo trabajo no implicaba solamente llevar la propuesta de departamentalización hasta el Congreso y conseguir su aprobación que necesitaba y así, cambiar la imagen que tenía el país de lo que era y significaba el Chocó, para que en últimas el país pudiera ver los beneficios y las ventajas que tendría al aprobar la creación del Departamento.
En los anales de la historia, quedó grabado el fantástico relato de nuestro nobel, Gabriel García Márquez, cuando a los 26 años, trabajando como cronista para el diario El Espectador, en la capital de la república, fue enviado a nuestro departamento a cubrir la protesta que, según el corresponsal de ese medio en Quibdó, Primo Guerrero, tanto insistía en sus telegramas enviados cada semana, porque el General Gustavo Rojas Pinilla, Presidente de la República en 1954, tras un golpe de estado a Laureano Gómez, pretendía desmembrar al Chocó porque lo consideraba inviable.
68 años después, la historia tiende a repetirse, eso sí, de forma mucho más “diplomática”, pues hace unos días se conoció, sobre la pretensión de la Vicepresidenta electa Francia Márquez, de la creación del Departamento del Litoral del Pacífico, que albergaría municipios de 5 departamentos: Antioquia, Chocó, Cauca, Valle del Cauca y Nariño. Esta proposición pasaría por una serie de procesos, entre ellos, una reforma constitucional y por supuesto una amplia discusión en las regiones donde se vaya a adelantar este cambio territorial.
El nuevo departamento del Litoral Pacífico estaría conformado por 62 municipios, dos de Antioquia, la mayoría del Departamento del Chocó, y varios del departamento de Valle, Cauca, Valle del Cauca y Nariño. Según, en búsqueda de que haya más inversión social en estas comunidades olvidadas históricamente por el estado.
Hasta ahí todo muy bonito y muy romántico, pero este tema no puede ser tomado a la ligera. Merece ser analizado con mucho detenimiento para así, mirar pros y contras.
He escuchado muchas voces que se muestran de acuerdo y en desacuerdo con esta propuesta, que, en mi opinión personal, por donde se mire es DESMEMBRACIÓN y no tiene ninguna lógica, pues el argumento de la conveniencia de crear un nuevo departamento para así, garantizar el bienestar de sus habitantes es demasiado romántico. Basta con echar una mirada a los índices económicos de esos territorios para darse cuenta que las intenciones del ex gobernador de Antioquia y ex candidato presidencial Luis López, verdadero impulsor de esa propuesta, va por otro lado.
Murindó en Antioquia tiene un índice de personas con Necesidades Básicas Insatisfechas NBI de 92,14% y 8,43% con Índice de Personas en Miseria (IPM), lo mismo ocurre con Vigía del Fuerte con 96,47% (NBI) y 14,07 de Personas en situación de Miseria. Guapi en el Cauca tiene 86,03% (NBI) y un IPM de 12,45%, lo mismo ocurre en Barbacoas, Nariño que cuenta con 81,30% en NBI y 11,015% de IPM, Buenaventura, que, según la propuesta, sería la capital del nuevo departamento, cuenta con el 13,64% de NBI y 1,98% de IPM, mientras que algunos municipios del Chocó que harían parte del proyecto geopolítico como Bahía Solano con 22,33% en y Nuquí con 33,0% en NBI, presentan muy buenos índices, mostrando que el tema no es por desarrollo socioeconómico.
Cabe resaltar que en todos los municipios de los departamentos antes mencionados tanto las comunidades indígenas como las afrodescendientes, sufren de problemas de interconexión por las condiciones topográficas y geográficas que poseen, así que resulta curioso que aun perteneciendo a sus territorios no se logran comunicar como Quibdó, Capital del Chocó, cuya conectividad con Bahía Solano se logra solo vía aérea.
Pienso que por muy interesante que resulten las intenciones de la Vice Francia (y de Luis Pérez), la solución a la problemática de la pobreza de nuestros pueblos, es una combinación idónea de reactivación económica e inclusión productiva, pues existe una relación muy estrecha entre pobreza monetaria y el comportamiento de la economía y del mercado de trabajo. La propagación del covid-19 se presentó principalmente en las ciudades y, por lo tanto, en 2020 fue necesario tomar medidas más estrictas para controlar el desplazamiento de personas y las actividades económicas en los ambientes urbanos. En la zona rural, aunque el desempleo aumentó, lo hizo en una proporción muy pequeña comparado con lo urbano y se recuperó rápido a niveles previos a la pandemia.
Aunado a eso, el pacífico colombiano cuenta con problemas de fondo mucho más prioritarios, que requieren de soluciones inmediatas, coherentes y viables, que permita sacarnos del ostracismo en que lo han hundido no solo el gobierno nacional sino los mal llamados líderes que han elevado la corrupción a su máxima expresión y eso sí que preocupa.