El concepto de ciudadanía, según la Real Academia Española, lo define como aquel que “pertenece a una ciudad o quien es considerado como miembro activo de un Estado, siendo titular de derechos políticos y se somete a sus leyes“. Dicho concepto proviene de la polis griega, y ha ido evolucionando de una posición de control a un ejercicio directo del poder conservando su esencia.
De esta manera, la calidad de ciudadanía, es una condición política como una condición de pertenencia, que en el contexto digital es necesario aclarar que se asumirá desde el sentido de pertenencia a una comunidad de ciudadanos, como ocurre en los grupos en las redes sociales, quienes implementan sus propias normas, las cuales son acatadas y respetadas por sus miembros.
Por esto, surge la necesidad de formar y fortalecer algunas competencias (digitales, comunicativas, negociadoras, de resiliencia, trabajo en equipo, empatía…) para que los ciudadanos aprovechen las oportunidades que ofrece el mundo digital y puedan participar del trabajo colaborativo en la web, así como las que fomentan una comunicación corporativa asertiva, el intercambio y almacenamiento de información a través de la nube, entre otras. Para ello se requiere de un cambio de paradigma en pro de la transformación de una nueva sociedad, debido a que, el ciudadano digital debe desarrollar competencias necesarias para convertirse en un sujeto activo en el mundo digital.
Las tecnológicas emergentes, brindan la oportunidad de participación ciudadana en asuntos como desigualdad, la paz, la seguridad, emprendimiento y comunicación, así como actividades preventivas para revertir el impacto negativo sobre el medio ambiental. Esto implica desarrollar pactos para la igualdad, sostenibilidad y participar en el cumplimiento de las metas definidas en la Agenda 2030 con sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), cuyo objetivo es establecer acciones a favor de las personas, el planeta y la prosperidad de manera informada, transparente y la protección del medio ambiente, entre otros.
Para conseguir los ODS se deben dar seis transformaciones ineludibles, en educación, salud, descarbonización, ciudades, alimentación, tierra y agua, además de la revolución digital. En la Agenda 2030, este ámbito, digital, se contempla como algo transversal, siendo clave para el desarrollo de la sociedad, por eso la transición verde y la digital deben ser prioritarios de una política pública.
Según la consultora Gartner, en el 2022 el 85% de las interacciones de atención al cliente se harán a través de algún tipo de “autoservicio”, considerada como una estrategia crítica para el sector público, por lo que los modelos de autoservicio en el ámbito digital, deben llegar a entidades gubernamentales con grandes ventajas, como disminución de llamadas y consultas o citas presenciales, lo que liberará recursos y optimizará los medios disponibles; mejorando tiempos de respuesta, control de costos, flexibilidad y autonomía, para que los ciudadanos seleccionen cómo y cuándo realiza el trámite o la consulta.
El objetivo es garantizar una oferta de servicios públicos con la mejor experiencia a los ciudadanos y empresas. La tipología de usuarios de entidades públicas es diversa en lo que respecta a sus niveles de digitalización y preferencias, por lo que estas deben prestar servicios a los ciudadanos indiscriminadamente, con el mismo nivel de excelencia.
Para personalizar los servicios públicos digitales, hacia un modelo de ciudadano digital, es necesario que los servicios digitales sean fáciles de usar, que superen las barreras del complejo mapa territorial, con diferentes exigencias en función de la administración de que se trate, por eso debe fijarse como objetivo, simplificar la relación de la ciudadanía con el gobierno mediante un modelo centrado en el ciudadano.
El Gobierno ha llevado a cabo una estrategia, aunque lenta, promoviendo la transformación digital de las entidades públicas, como una palanca fundamental para impulsar el crecimiento económico, la reducción de la desigualdad, el aumento de la productividad y el aprovechamiento de oportunidades que brindan estas nuevas tecnologías.
Por lo tanto los movimientos y campañas de sensibilización de los proyectos digitales gubernamentales, deben explicar la ética del desarrollo digital y promover la participación de la comunidad, ya que da la impresión que muchos ciudadanos están ajenos a esta revolución digital, al desconocer que además de la modificación de algunas formas de trabajar, también hay nuevos sistemas de comunicaciones, como el 5G que optimizara la comunicación entre las personas e interacción con las cosas y entre ellas.
Hay que tener en cuenta la importancia cada vez mayor de poner los principios éticos por encima de los beneficios materiales; los cambios tecnológicos están siendo tan rápidos, que la ley no puede seguirlos al mismo ritmo. Por esto es imprescindible, por parte de la academia, empresas TIC y Gobierno, poner en marcha iniciativas de formación para alcanzar una verdadera ciudadanía digital, que actué con responsabilidad digital, fomentando los valores básicos, dando prioridad a la ciberseguridad.
A través de trabajo colaborativo, incluyente y coordinado, se puede educar para limitar los riesgos y así aprovechar el enorme potencial de la tecnología, desarrollar ciudadanos digitales, ya que para que exista una real interacción y un eficiente y eficaz funcionamiento de las empresas y/o gobierno digital, es indispensable contar al otro lado, con clientes y ciudadanos digitales y logrando así un crecimiento y desarrollo digital.
Por esto el ciudadano digital es aquel que participa activamente comunica constructivamente, crea redes en beneficio de la comunidad, denuncia y es consciente de la responsabilidad social que contrae al usar herramientas digitales, protegiendo el medio ambiente y aportando al desarrollo sostenible de ciudades y territorios.
Es un ciudadano que comparte información promoviendo sitios de interés, culturales, deportivos, gastronómicos y ecológicos con los demás de manera proactiva e interactúa con otras personas y con cosas, al igual y muy importante con entidades públicas y empresas, con inteligencia, respeto y responsabilidad y es hacia allá donde debemos enfocarnos para el desarrollo equitativo, diverso y sostenible de los ciudadanos, empresarios y el país digital que queremos.