Esteban Jaramillo

Administrador de empresas y periodista. Premio Nacional de periodismo SIMÓN BOLÍVAR. Galardón vida y obra “Orlando Sierra”. Alumno orgulloso de Juan Gossain, Yamit Amad, Guillermo Lema, José F Corredor y Javier Giraldo Neira. Experiencia en Radio prensa, tv, internet.

Esteban Jaramillo

Fabricar fantasías

Se desinflan rápido las ínfulas de los clubes colombianos, cuando, para competir, traspasan las fronteras.
 
Pero no se deben analizar con burlas las derrotas, especialmente cuando son apabullantes, como le ocurrió al Tolima esta semana en La Libertadores.
 
Fue una noche de zozobra, frente a un rival, Flamengo, fecundo en su juego, con futbolistas de cualidades indiscutidas, que hicieron de su ataque un torbellino. 
 
Tolima, irreconocible, perdió desde el diseño del partido, por ausencia de solidez. Cayó una y otra vez, en una masacre que no pudo evitar, a pesar de la influencia de su portero. 
 
Fueron tantos los jugadores invisibles, ahogados por el libreto elegido, para afectar la condición de equipo compacto, tan elogiado en el medio. 
 
Su rival le creó una falsa sensación de dominio, cediéndole por pasajes la pelota, para demolerlo con ataques elaborados y fulminantes.
 
No entendió Tolima que a los brasileños no se les puede mostrar miedo. Son poderosos por la calidad de sus jugadores… Pero no son invencibles.
 
Varias veces, como ocurrió recientemente con Mineiro, se han ganado los partidos, en sus estadios, sin darles la iniciativa. 
 
Es comprensible el efecto de la derrota, el que se debe mirar con ánimo reflexivo y no con linchamiento a los protagonistas. 
 
Pero la pasión desenfrenada, la subjetividad crítica y la valoración excesiva de las ambiciones, multiplican el desencanto, cuando no se dan los resultados.
 
La estrepitosa caída deja al descubierto, una vez más, la mentira promocional de nuestro futbol.
 
Acostumbrados estamos a maquillar incertidumbres, sin criticas adecuadas, en el preámbulo de las catástrofes. Adornando con oropeles los guiones insuficientes de los entrenadores o las limitaciones, especialmente en la concepción del juego mental, de nuestros futbolistas.
 
Somos los periodistas generadores de fantasías, creando falsas expectativas, previendo los hechos desde lo irreal, desde el imaginario pasional.
 
Ha ocurrido muchas veces. En todos los deportes, especialmente en el futbol. Para muestra solo dos casos: la catástrofe futbolera en el mundial de Estados Unidos y la humillante derrota 9-0 en Londrina, Brasil, en el preolímpico. ¿Aprendimos?.

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