Esteban Jaramillo Osorio

Administrador de empresas y periodista. Premio Nacional de periodismo SIMÓN BOLÍVAR. Galardón vida y obra “Orlando Sierra”. Alumno orgulloso de Juan Gossain, Yamit Amad, Guillermo Lema, José F Corredor y Javier Giraldo Neira. Experiencia en Radio prensa, tv, internet.

Esteban Jaramillo Osorio

Fútbol, el de antes

El resultado como único objetivo lo enfermó. Como las tácticas destructivas, que lo volvieron "industrial", sin placer.              
Los futbolistas se juzgaron por kilómetros y no por calidad.

Se perdió el toque casero de las tribunas. Los árbitros se volvieron protagonistas. Las transformaciones tecnológicas lo insensibilizaron, lo volvieron matemático y no estético.
Cambiaron las reglas del mercado, se enriquecieron los dirigentes y los clubes grandes y los chicos se distanciaron con profunda brecha. 

Mejoraron la nutrición, la metodología de los entrenamientos y la competencia. Llegaron más árbitros. Evolucionaron las transmisiones de tv. Mermaron las de radio. Los periodistas famosos no volvieron al estadio y Los portales informativos relevaron los periódicos tradicionales.

El futbol se convirtió en producto. El futbolista se transformó en maniquí.

El impacto visual de los partidos, para audiencias millonarias, provino de decenas de cámaras estratégicamente ubicadas, algunas en el techo de los estadios y otras en el pecho de los jugadores. Pero, por ello, el futbol nunca fue mejor.

El fuera de lugar se decidió por una uña, por una pestaña, un bigote o una nariz. Se robotizó.
Se elevaron los derechos de televisión sometidos a subastas millonarias. Escandalosos fueron los salarios. Los periodistas empezaron a disertar entre provocaciones y conflictos, con complejo lenguaje que lo alejó de la gente común.

Se vieron pocas zurdas prodigiosas, se rogó por una gambeta. 

Los directores técnicos que fueron escuelas de pensamiento se convirtieron en predicadores sofisticados de fórmulas matemáticas o físicas, y proliferaron los periodistas que comentaron sin saber y entrenadores que enseñaron sin aprender.

El campo de juego que se diseñaba en tres, defensa, medio campo y ataque,  pasó a ser de 28 partes. Llegó la zona 14, donde se movió siempre el falso nueve. Terminachos utilizados a diario para "descrestar".

El público dejó de ser el eje del espectáculo. Los cobradores de faltas  escasearon y no fueron exquisitos. Los bohemios no fueron genios, los gambeteadores héroes, los goleadores las estrellas y los arqueros  ya no taparon con la cabeza, con los codos, con una mano amarrada a la espalda, como en el pasado, con alardes de autoridad o prepotencia.            
                                                    El 10 no fue el talento, se convirtió en un tractor.

Los hinchas no pasaron en vela las noches para comprar las boletas ni formaron largas filas para lograr el autógrafo de sus ídolos. Las nóminas de los equipos no se recitaron de memoria por la costumbre de los jugadores de saltar de club a club. 

A pesar de los médicos expertos, las lesiones fueron duraderas. Lloraron y fingieron los futbolistas en la cancha. Y los disparos en el área, o los cabezazos a gol, no fueron impulsados por cañones. Las cadencias de milongas y salsa no inspiraron las habilidades, porque hoy interesa como celebrar y no como anotar.
                                                    En síntesis, éramos felices.

El futbol no volverá a ser lo que fue. 

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Esteban Jaramillo Osorio
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