Liliana Bitar Castilla

Cordobesa. Senadora del Partido Conservador. Vicepresidenta de Comisión Tercera Senado. Economista, especialista en Gerencia. Más de 24 años trabajando en el sector público. Sus principales preocupaciones son el impulso del emprendimiento, así como el empoderamiento económico de la mujer.

Liliana Bitar Castilla

Gas propano, la alternativa ante posible crisis energética

Por estos días la ciudad de Cali y varias zonas del sur occidente colombiano vienen presentado una crisis en el suministro de Gas Natural a causa de una falla en el gasoducto Mariquita – Cali, que llevó a que la Transportadora de Gas Internacional tomara la decisión de restringir el servicio.

En la región, las reservas empiezan a escasear. El servicio se ha visto interrumpido en estaciones de servicio y en miles de hogares, afectando a cerca de dos millones de colombianos en lo que podría ser el augurio de una crisis mayor e, incluso, permanente. Esto, teniendo en cuenta que el país tiene solo 8 años de reservas probadas en gas, lo que sumado a la política de no más exploración y explotación petrolera y gasífera podría poner en riesgo el suministro en el mediano plazo.

Lo cierto es que este panorama se veía venir y lo advertimos en las discusiones del Presupuesto General de la Nación y recientemente en los debates del Plan Nacional de Desarrollo, sin lograr el apoyo por parte del Gobierno.

Efectos de la crisis

Si no controlamos esta situación a tiempo, tendremos graves efectos sobre la inflación, que de hecho ya se encuentra en niveles muy por encima de la inflación meta del Banco de la República. En abril, la inflación se situó en 12,82%, según el DANE, impulsada por los aumentos en los precios de los combustibles y de las tarifas de electricidad y gas. A mediano plazo, habrá repercusiones sobre el crecimiento económico y, por ende, sobre el bienestar de la población en general.

Por ello, lo que hoy sucede en el suroccidente del país debe ser un llamado de atención para el Gobierno y para la sociedad colombiana que se debe preparar para eventuales fallos en la red gasífera o ante la posibilidad de futuros problemas de suministro, debido al agotamiento de las reservas que, a su vez, será consecuencia de la política gubernamental de ‘no más exploraciones’.

Como si lo anterior fuera poco, de cumplirse este pronóstico, muchas zonas del país tendrían que volver a la cocina con leña, impactando a industrias, comercios y transportadores y, además, generando un retroceso en materia de calidad de vida, salud pública y afectando sensiblemente la productividad y competitividad nacional.

El fenómeno del niño y el racionamiento de gas natural

Ya se prevé una crisis energética adicional en el segundo semestre del año por la posible aparición del fenómeno del niño y el consecuente descenso en los niveles de nuestros embalses. Esto afectaría la generación vía hidroeléctricas y nos dejaría en alta dependencia de la producción termoeléctrica que representa a la fecha un tercio de la oferta energética nacional y que, vale recordar, utiliza combustibles para operar, como el gas natural. Todo esto se presenta como una inminente crisis energética que puede terminar golpeando a todos los colombianos.

Desde el Congreso, he impulsado estimular la industria de la pipeta de gas propano o Gas Licuado de Petróleo (GLP), como una alternativa viable al gas natural cuando la red falle o sea inexistente. Esta semana el Gobierno nos ha dado la razón, al plantear como plan de choque al problema de abastecimiento el envío de GLP por camiones cisterna. No obstante, llama la atención que meses atrás, durante la discusión del Presupuesto General de la Nación y luego en el Plan Nacional Desarrollo, tanto el Ministerio de Hacienda como el DNP se opusieron a mi propuesta para aumentar a todo el país la cobertura del subsidio a este combustible limpio entre los colombianos de más bajos recursos y en municipios apartados.

Pese a que no hemos sido escuchados, seguiré insistiendo en la adición presupuestal de este año para que se considere por el Gobierno la financiación de este subsidio al consumo de GLP en todo el país y así beneficiar a cuatro millones de personas a nivel nacional con una inversión anual cercana a los $340 mil millones de pesos adicionales al costo actual de los planes pilotos de subsidios que operan en sólo seis departamentos. Esta medida significa, nada más ni nada menos, que ser responsable con los colombianos, en especial los más vulnerables, y con las zonas apartadas del territorio nacional.

Esperamos que nuestra voz sea tenida en cuenta.

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Liliana Bitar Castilla
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