Las gotas amargas son combinaciones especiales que se adicionan a los buenos cocteles para darles sabores gratos. Sin embargo, las gotas en esta ocasión no son tan gratas, pues, por un lado, carecen de algo envidiable, y, por el otro, son para dar sabores crudos a un buen coctel molotov, elemento disponible en todo tiempo y lugar entre las fuerzas petristas. De todas las gotas posibles, aquí se recuerdan algunas:
● Cada vez se ve más claro que, el 7 de agosto se 2022, una minoría de colombianos votó por un salto al vacío.
● “Buen” resultado de una campaña en que se impuso la perversión sobre la tontería, la falacia sobre lo impresentable, lo hipotético sobre lo imposible.
● Los demócratas no pudimos aplicar el viejo refrán: “Más vale pájaro en mano que ver un ciento volar”. Es que pájaro no había: lo que había era un águila hambrienta, ávida de venganza.
● Águila que triunfó con un discurso “anti”: anti-gobierno, anti-políticos, anti-ricos, anti-empresas, anti-instituciones, anti…
● Si al comienzo de la campaña todo era colorido, al contar los votos al final, el futuro del país empezó a ponerse color de hormiga.
● Es que, tras la firma de la paz con el M-19, Petro cambió de vestuario, no de ideario.
● Se encadenó en la doctrina marxista-leninista, cuyos principios lo prepararon para valerse de cadenas oprobiosas y de toda clase de formas de lucha.
● Hasta donde se percibe, carece de diferencias ideológicas de fondo, por ejemplo, con el partido comunista y los GAP, grupos armados petristas (Eln, Farc y demás).
● Por eso, de él cabe esperar cualquier cosa, pues sabe que con Colombia puede hacer también cualquier cosa, incluida una sangrienta lucha de clases.
● El presidente del salto al vacío tiene entre pecho y espalda la pulsión de establecer en el país un sistema socialista que dure sesenta o más años para realizar “el paraíso de los pobres”, como en Cuba, donde todos son pobres, menos los miembros del régimen.
● Le dará igual que el desmonte de las estructuras “oligárquicas y esclavistas” en Colombia tarde un poco: la mente guerrillera tiene afanes, no prisas.
● El desmonte vendrá con el régimen socialista –entiéndase cubano-venezolano– que se está cocinando de modo oculto (y a la vez público, para no generar desconfianza) en la Comisión Nacional de Participación, de la que los medios no hablan.
● A propósito de los medios, cuando Petro era candidato, ningún periodista fue capaz de concretarlo en la parte ideológica. Hoy, siendo presidente, menos, pues se mueren del pánico. Razón tendrán.
● Otra gota: en general, los medios y periodistas registran los hechos que a diario amenazan nuestra frágil democracia y las condiciones de vida, pero no hacen seguimiento de los hechos. ¿Qué periodismo es ese?
● Petro habla de llegar a un “acuerdo nacional”. Ya existe: la inmensa mayoría de los colombianos estamos de acuerdo en que su gobierno es un desastre.
● Al respecto, de momento, no se percibe una reacción inteligente, valiente, indeclinable, excitante, para evitar que este país llegue a despeñaderos desconocidos.
● Tampoco se vislumbra en los ámbitos patrióticos a nadie dispuesto a liderar un proceso exitoso y contundente de salvación, aunque puede haberlo o haberlos. Hay quienes hacen cábalas con Germán Vargas, Félix Lafaurie y otros…
● ¿Los partidos demócratas, renovados por el fracaso, volverán a tener la sartén por el mango, o el régimen Petro-socialista se encargará de fraccionarlos y exterminarlos?
INFLEXIÓN. Que Colombia no sueñe con ser el mejor país del mundo: con el salto al vacío nunca lo será.
