Los resultados electorales dejan dos conclusiones indiscutibles: la primera, un importante apoyo a las propuestas del ingeniero Hernández para hacer un frente común de lucha contra la corrupción, una nueva manera de hacer política y el fomento de la productividad; y, la segunda, el cambio de modelo económico propuesto por Gustavo Petro, no alcanzó las mayorías necesarias para ser aprobado en primera vuelta.
Los 5´593.209 de votos por Rodolfo Hernández y Marelen Castillo, que representan el 28,15% de la votación total, los antecede la coherencia y la eficaz capacidad de transmitir de manera sencilla, pero recia hacia los corruptos y amable hacia el ciudadano, un mensaje de esperanza que anhelaba la ciudadanía. Los 8´527.768 de votos por Gustavo Petro y Francia Márquez, que representan el 40,32%, los antecede el reconocimiento del varias veces candidato, su capacidad de comunicar -en lo que Márquez no le colaboró- y el planteamiento permanente de propuestas sociales y económicas audaces y controversiales, muchas de las que, según los expertos, no son realizables.
La austera campaña de Hernández y Castillo, se orientó a cautivar el favor de los ciudadanos y no el de la clase política tradicional. La bastante menos austera campaña de Petro y Márquez, se orientó en gran medida a atraer y abrirle un espacio a esa clase política. Esa diferencia entre una y otra campaña, empieza a evidenciar cambios significativos en la preferencia de los colombianos: Petro baja del 40,32% al 39% y el ingeniero Hernández sube del 28,15% al 41%, en la primera encuesta después de la primera vuelta del Centro Nacional de Consultoría. También se observa que un 5% se inclinan por el voto en blanco y un 14% no ha decidido por quién lo hará. El sondeo diario elaborado por GAD3 para RCN el ingeniero marca hoy el 52,3% y Petro el 45,1%.
Las próximas semanas no serán nada fáciles gracias a la estrategia que ha hecho carrera de constante descalificación del contradictor. Sergio Fajardo y Federico Gutiérrez, como lo anunciara una senadora electa del Pacto Histórico, dice ella, estaban en la mira de ese objetivo. Sin duda Rodolfo Hernández es quien sigue en la lista, pero con él no será tan fácil.
Por eso desde la noche del pasado domingo, el foco se dirige hacia el ingeniero Hernández y su fórmula vicepresidencial, para que ese 19% de potenciales votantes se abstengan de hacerlo o en el mejor de los casos lo hagan en blanco. Esto porque la fórmula Hernández-Castillo tiene claramente mayores probabilidades de crecer en votación para la segunda vuelta que la fórmula Petro-Francia.
La tarea de desestimular la participación de los ciudadanos que hacen parte de ese 19%, descalificando a Rodolfo Hernández, ya comenzó por parte de los alfiles del Pacto Histórico. Lo primero, es decir, si fundamento alguno, que el ingeniero es el candidato de Uribe. El uribismo de Hernández es tan real como el petrismo que en otros momentos de la campaña se le endilgaba. También, de manera más recientemente y contradictoria con las primeras acusaciones, se oye decir al candidato Petro que Rodolfo está muy cerca de su programa y le vuelve a proponer pactos. La verdad es que “Rodolfo es Rodolfo” y, por eso, se convirtió en el fenómeno político electoral de hoy en Colombia.
Otra de las acusaciones, bastante injusta por cierto, para descalificarlo se centra en señalar que el ingeniero no tiene autoridad para hablar de corrupción porque se halla “imputado” en el proceso penal que mediáticamente se conoce como el “Caso Vitalogic”, como si la “imputación” fuera sinónimo de “condena” y con la grave ligereza de no percatarse que el citado proceso ni siquiera se trata de lo que tanto se anuncia, menciona y cuestiona mediáticamente.
La vinculación de Hernández al proceso por el que se le descalifica, obedece a unos reproches por el adelantamiento de un procedimiento de contratación de un consultor -persona natural- por parte la Empresa de Aseo de Bucaramanga S.A. E.S.P. (EMAB) y todo indica que esa vinculación se halla frágilmente argumentada y soportada por la Fiscalía; entre otras razones, porque las falencias reprochadas parten de trámites y aspectos estrictamente jurídicos, que le son propios a la responsabilidad de los abogados de la EMAB y/o, en su defecto, de la Alcaldía de Bucaramanga, pero no del alcalde. Será la juez del caso, a partir de las pruebas que obren en el expediente, quién resuelva en su oportunidad la situación jurídica del ingeniero, la que muy probablemente corresponderá a su exoneración. Nada extraño que gracias a la fragilidad en la que se soporta la acusación, la Fiscalía termine desistiendo de ella o el juez la desestime prontamente. Entre tanto, lo que opera constitucional y legalmente es la PRESUNCIÓN de INOCENCIA de Rodolfo Hernández.
La referencia a la denominación “Vitalogic”, debo decir, obedece en realidad a que así se llamó la unión temporal que participara como oferente en una licitación pública adelantada por la EMAB en 2017, en la búsqueda de una solución ambientalmente sostenible a partir de la incorporación de una tecnología de punta para el aprovechamiento y tratamiento de los residuos que se depositan en el relleno sanitario El Carrasco, que de tiempo atrás enfrenta serios problemas operativos y jurídicos. Reitero, el proceso penal para se refiere a este asunto.
La U.T. Vitalogic propuso a la EMAB la instalación y operación de una planta procesadora de residuos que nunca se materializó, porque la administración municipal, liderada por el ingeniero Hernández, y atendiendo, en su oportunidad, las advertencias que desde distintos frentes se le hicieron a la contratación, procedió a declararla desierta. Así, que no existe razón alguna por la que pueda cuestionársele al Rodolfo Hernández por el mal referenciado “Caso Vitalogic” que, en estricto sentido, no existe.
Los 5´593.209 de colombianos que votaron por Hernández y Castillo son la prueba irrefutable que la democracia colombiana goza de buena salud y demuestra, adicionalmente, que el voto libremente decidido de manera individual por cada ciudadano es más poderoso y efectivo que el orientado de diversas maneras por la clase política tradicional. El voto de cada quién, sí hace la diferencia!
Por eso, la abstención y el voto en blanco, no son una opción democráticamente válida en la coyuntura electoral a la que se enfrenta hoy el país. Ninguna actitud es más dañina de la democracia que la apatía y displicencia del ciudadano frente al ejercicio del derecho al voto, dejándole a los demás la tarea y responsabilidad de decidir por él, para luego reclamarles su inconformidad. Las voces de fraude electoral, que tanto se escuchaban, las acallaron los hechos y la votación en la segunda vuelta debe ser contundente para que el próximo presidente y vicepresidenta de Colombia tengan un mandato incuestionable.