Hoy, en nuestro país escuchamos hablar de una seria de libertades, tales como: libertad de conciencia, pensamiento, expresión, ideas, acción y religión, entre otras. Todas ellas se relacionan tangencialmente con la libre elección y eso lo apoyo y lo aplaudo. Sin embargo, me preocupa que estamos olvidando la esencia de este tipo de libertad y que, a mi manera de ver, Aristóteles la definió sabiamente como la responsabilidad del ser humano sobre sus actos, y en la cual creo firmemente.
La libertad es un derecho sagrado y brinda la facultad al ser humano de obrar según su voluntad, respetando la ley y el derecho ajeno. En este contexto, la libertad de elección supone los actos de la deliberación y decisión para alcanzar nuestros sueños y llegar a la felicidad.
Deliberar es reflexionar considerando detenidamente los pros y los contras de una acción. Decidir es tomar una determinación sobre un asunto específico. Es decir, como seres humanos tenemos la capacidad racional de diferenciar lo correcto de lo incorrecto y el bien del mal, para obrar en consecuencia.
Así las cosas, la libre elección supone no sólo pensar en nosotros, sino que debemos preocuparnos por lo que nuestros pueblos o sociedades necesitan para llegar a su cometido.
Sin pretender caer en discusiones éticas y filosóficas, lo que aquí quiero compartir con ustedes gira entorno a la importancia de las consecuencias que tienen las elecciones que realizamos a diario en nuestros ámbitos personal, familiar y social.
Como colombianos nos estamos enfrentando a una serie de problemáticas frente a las que debemos, en libertad, elegir el camino a seguir. No olvidemos que el sendero que escojamos recorrer tendrá un efecto positivo o negativo sobre nuestro país y sus habitantes.
Vacunarnos o no, cuestionar a quienes generan empleo o ponernos a trabajar, esparcir temor y miedo o esperanza y unión, atacar nuestra historia y manipular el pensamiento de otros o promover valores y generar confianza. Cada colombiano debe resolver, entre otros tantos, los anteriores dilemas y elegir libremente la conducta a tomar y el camino que avizora.
Esta es una simple invitación para que antes de elegir libremente sobre cualquier aspecto de nuestra vida, algo que es posible en Colombia, entendamos que debemos reflexionar sobre la verdad que conocemos, compararla con la realidad, decidir si es correcta o no, actuar y, lo más importante, responsabilizarnos de nuestras acciones.
Solo un proceso de reflexión real nos permitirá avanzar como sociedad, asegurar el respeto de los Derechos Fundamentales y construir el mejor país del mañana, el cual, para mí, debe garantizar la solidaridad y la corresponsabilidad social.
