El pasado jueves 21 de marzo el Consejo Superior Universitario de la Universidad Nacional de Colombia, a partir de la aplicación de un mecanismo antidemocrático, desconoció la voluntad colectiva de la comunidad universitaria que, en la consulta realizada para la elección de la rectoría, había dado al profesor Leopoldo Múnera la votación más alta con el 34,4%, superando por más de 10 puntos a Raúl Sastre quien obtuvo el 22,6% y cuadruplicando a José Ismael Peña quien logró solo un 8,4%. Según una investigación periodística de Revista Raya, este mecanismo o “jugadita” tenía como finalidad la eliminación del ganador de la consulta.
Caso similar se ha presentado en la Universidad Tecnológica de Pereira en donde Luis Fernando Gaviria, hermano del expresidente César Gaviria, tiene la pretensión de reelegirse para un cuarto periodo (2014, 2017 y 2022) esto a pesar de que el 25 de septiembre del 2023 se realizó una modificación de la norma para solo permitir una reelección. Ante este panorama se realizó la consulta a la rectoría con 6 candidatos, la comunidad universitaria le dio la mayor votación al decano de la facultad de ingenierías Alexander Molina, quien alcanzó el 50,05% de la votación.
Estos sucesos a los que se le podrían sumar casos similares en otras universidades, son una muestra de un problema de carácter estructural en las Instituciones de Educación Superior. Los hechos que se están presentando en la Universidad Nacional y la Universidad Tecnológica de Pereira reabren una profunda y extensa discusión sobre la necesidad de una democracia real en los claustros universitarios, pues en estos se han utilizado todo tipo de acciones para mantener intereses privados por encima de los sustentados en la voluntad mayoritaria de las comunidades educativas.
De esta forma, los hechos presentados en estas Instituciones de Educación Superior son muestra de una crisis que debe ser superada. Para ello, la reforma educativa que está en curso, agrupada en distintas iniciativas legislativas y el llamado a constituyentes universitarias, se convierte en un camino que debe vincular al conjunto de la sociedad colombiana para asegurar el que es el bien común más preciado de una sociedad: la educación.
Con respecto al proceso de reforma educativa es preciso señalar que, en este momento, se adelanta en la plenaria de la Cámara de Representantes la discusión del Proyecto de Ley que regula el derecho fundamental a la educación. En este, en su artículo 5, se estipula el principio de Democracia que señala: Los establecimientos educativos e instituciones de educación superior garantizarán la participación real y efectiva de los sujetos integrantes de la comunidad educativa para la toma de decisiones. De esta forma, a partir de la Ley Estatutaria la democracia al interior de los claustros universitarios deberá ser real y efectiva contando con la participación directa de toda la comunidad, es decir, convirtiéndose en una verdadera expresión de su voluntad mayoritaria.
En la misma vía, el Gobierno Nacional presentará el próximo 20 de julio en el Congreso de la República una nueva ley de Educación Superior, la cual tiene el reto de aterrizar los preceptos de la Ley Estatutaria, de responder a las demandas históricas de la comunidad educativa frente a la necesidad de una transformación profunda del modelo de privatización, que responda a una financiación a la oferta y no a la demanda y que permita la elección directa de las instancias de dirección, con tal de que las universidades sean verdaderamente públicas y democráticas.
Para lograr tal fin se hace preciso la organización y la movilización del conjunto de la comunidad educativa, iniciativa que han expresado algunas voces que apuntan a la construcción de un Congreso Constituyente Universitario como preludio de una nueva relación al interior de las Instituciones de Educación Superior.
Las instituciones educativas deben ser el baluarte de nuestra sociedad pues allí debe residir la democracia, las ideas y la libre deliberación, por ello lo sucedido en las semanas anteriores en la Universidad Nacional y la Universidad Tecnológica de Pereira son hechos que no podemos ignorar. Bienvenida la más amplia participación que haga realidad la tan esperada reforma universitaria.
