La importancia de las habilidades blandas

La actitud positiva y activa, el pensamiento crítico, las habilidades comunicacionales, el manejo del tiempo, entre otras, forman parte de las habilidades blandas, las que se refieren a aspectos no solo cognitivos, sino a aptitudes que permiten interactuar con sus pares, consigo mismo, dentro del ambiente laboral, familiar y social, de manera fluida, empática y colaborativa.

Aunque se están tomando acciones para incluir de manera adecuada el desarrollo y potenciación de las habilidades blandas en las instituciones educativas, las empresas buscan personas dinámicas, con adaptabilidad, empoderamiento y con capacidad de reaccionar favorablemente ante las adversidades, es decir aquellas competencias personales, sociales y emocionales que son deseables en un trabajador, alumno o ciudadano.

El término soft skills, en inglés, está actualizando el significado de la palabra competencias, sustituyéndolo o complementándolo por  habilidades blandas. Estas, hacen referencia a las competencias no cognitivas, es decir, a las relacionadas con aspectos intra e interpersonales y en la que algunos expertos, les dan otros nombres, como habilidades esenciales, habilidades clave o employability skills.

A este tipo de competencias se le atribuye entre un 80 o 90% del éxito de una persona en el entorno laboral, mientras que el porcentaje restante lo ocupan las habilidades duras, por eso las habilidades blandas definen perfiles de carácter transversal y enfocan su importancia en la capacidad de transformación y renovación, dentro de un ámbito laboral, social y económico en constante cambio, como el actual.

Por su experiencia previa como profesor, el fundador de Alibaba, Jack Ma, comentó que la educación no se puede centrar en los contenidos, sino que debe basarse en otros aspectos básicos, como las habilidades no técnicas. A estas habilidades, Ma, las denomina soft, mencionando algunas áreas relacionadas con las humanidades y las emociones, como la capacidad resolutiva, la creatividad, innovación, adaptabilidad, el pensamiento critico y analítico, la negociación, comunicación, el trabajo en equipo, la colaboración y solidaridad.

Además de las anteriores están, la inteligencia emocional, las habilidades sociales, el control de emociones, trabajar bajo presión, integridad, el respeto, tolerancia, flexibilidad, el optimismo, la empatía, cultura general así como la  perseverancia, curiosidad e interés, entre otras.

La importancia de promover la auto-evalución, en los alumnos, desde los primeros años, para que sean conscientes de sus fortalezas y debilidades, fomentando la autonomía y capacidad de introspección, son imprescindibles para el trabajo, la educación, sobre todo, para la vida.

Por lo tanto debe replantease por qué, etapa tras etapa en la educación, la transmisión de valores y competencias no cognitivas, tan importantes en preescolar, van siendo relegadas a un segundo plano cuando más falta hacen entre los jóvenes, para comunicarse e interactuar con otros de manera clara, precisa y enfocada, combinándolas con factores como, habilidades sociales, comportamientos, actitudes, hábitos y valores.

Las habilidades blandas se relacionan en gran medida con la inteligencia emocional, ya que permiten comprender la gran responsabilidad, que tenemos, con nosotros mismos, de manejar de forma efectiva las emociones, las crisis y lo que sucede con otras personas.

Actualmente, los trabajadores y líderes experimentan diversas emociones y viven situaciones que ponen a prueba su capacidad de adaptación y reacción ante las mismas. Es válido tener emociones negativas como frustración, miedo, tristeza, enojo y el estrés; sin embargo, tener la inteligencia emocional desarrollada, es saber cómo reaccionar y actuar efectivamente ante esas situaciones, y resolver sin ignorar sus emociones y las de los demás.

En el informe “El desafío del desarrollo de habilidades en América Latina” del Banco de Desarrollo, se muestra que en Latinoamérica, hay evidencia  del desarrollo inadecuado de competencias académicas, técnicas y socioemocionales. Estas brechas representan un cuello de botella para el crecimiento de la productividad y la capacidad de los trabajadores de América Latina, para obtener un empleo de calidad y bien remunerado.

Las habilidades blandas marcan la diferencia entre personas, el gozar de empatía, buenos  modales, capacidad de negociación, espíritu de colaboración, puntualidad, optimismo, aportan valor constantemente a su entorno. Estas habilidades permiten apreciar las emociones propias, expresarlas adecuadamente y entender las emociones de otros. Estas características ayudan a orientar el pensamiento y el comportamiento hacia metas exigentes, y muchas empresas consideran que estos atributos facilitan la interacción, lo que genera un ambiente de trabajo agradable favoreciendo el clima organizacional.

Por lo tanto es necesario elevar la calidad de la educación, con un sistema consciente de la importancia de estas habilidades blandas, tanto en el ámbito laboral como social; lo que hace necesario una reforma al sistema educativo, implementando un currículum basado en el desarrollo de estas habilidades y destrezas como elementos orientados hacia el mundo laboral y la vida en general.

El libro “Perspectivas económicas de América Latina 2017 juventud, competencias y emprendimiento” (OECD, 2017) señala que las evaluaciones de los programas de capacitación para los jóvenes muestran que combinar el aprendizaje de competencias blandas y técnicas en las clases y el trabajo, mejora las perspectivas juveniles de lograr trabajos de calidad. Además, los países necesitan recopilar información sobre las competencias que poseen los jóvenes y las que necesitan las empresas. Esto ayudaría a identificar carencias y brechas, permitiendo a los países planificar las necesidades futuras, así como volverlos más productivos y competitivos.

La Organización Internacional del Trabajo, en el documento “Desafíos de la productividad y el mundo laboral”, señala la importancia de las competencias blandas, que facilitan el acceso al mercado laboral al finalizar el período educativo y permiten a los actuales trabajadores adaptarse a un mercado laboral cambiante y desafiante.

En la Conferencia del Banco de Desarrollo de América Latina, se indicó que es imprescindible que las empresas desarrollen una cultura ágil, abierta y tolerante, para competir en el entorno empresarial. “Los tiempos actuales son de grandes cambios y tiene implicaciones en todos los niveles educativos, y las habilidades blandas serán las más importantes. En un mundo donde la información es abundante y variada, se necesita tener criterio para saber qué información es valiosa” (CAF, 2018), y transformarla en una ventaja competitiva que genere valor.

El pensum en algunas instituciones educativas, no es realista con la demanda del sector productivo, en términos de la cantidad y calidad de profesionales que se necesitan, como con las competencias requeridas, generando perjuicios en la empleabilidad y en el desarrollo laboral. Los empresarios buscan profesionales con habilidades blandas, con capacidad de transformarse en personas adaptables, resilientes, innovadores, resolutivos, empáticos y responsables, preparados para una disruptiva participación en el trabajo.

Para la enseñanza de estas habilidades es necesario adaptar los contenidos de la educación, confiriendo importancia, tanto, a los conocimientos técnicos como a las competencias blandas. Las emociones influyen en la motivación y en el funcionamiento cognitivo, por lo cual, estudiantes con buena conducta dentro del salón de clases, activan emociones en éste, que evidentemente repercuten en el proceso de enseñanza –aprendizaje, entre los estudiantes y profesores, lo que tendrá efectos positivos en las empresas y la sociedad.

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