En perspectiva geopolítica, más allá de las borrosas fronteras ucranianas, podemos encontrar otros focos de tensión sobre el tablero euroasiático. En efecto, la inestabilidad fronteriza en el Cáucaso, la incertidumbre militar en Asia Central, el frágil equilibrio en los Balcanes, la crisis en el Mar Egeo y la preocupante situación de seguridad que se extiende sobre toda la región Indo-pacífico.
Una vez Rusia ha anexado las poblaciones de Donetsk y Lugansk, Kherson y Zaporiyia so pena de utilizar armas nucleares de orden táctico para protegerlas, Ucrania ha decidido desafiar a Moscú en algunos puntos estratégicos que podría dificultar el control total sobre los territorios mencionados tal como lo demuestran los recientes sucesos en Lyman y Crimea.
Lo que de ninguna manera nos hace perder de vista que, de acuerdo con la versión rusa de “la guerra híbrida”, las operaciones de sabotaje energético sobre el Mar Báltico no son ajenas a las prácticas del Kremlin, es decir, que a medida que el invierno avance, el gas y el petróleo serán utilizados como un arma estratégica y de chantaje para presionar a Occidente.
Gracias a los altísimos niveles de interdependencia actual, lo anterior se conecta con la relación de fuerzas que configuran el Cáucaso. Por un lado, Armenia pretendiendo anexar territorios que Azerbaiyán no estaría dispuesto a perder fácilmente, tal es el caso del enclave separatista Nagorno Karabaj y, por el otro, Rusia y Turquía que apoyan respectivamente a cada una de las partes en contienda.
Tampoco resulta aislado lo que viene sucediendo, desde 2021, en Asia Central a lo largo de los casi 1.000 kms de frontera compartida entre Kirguistán y Tayikistán cuyo saldo es un centenar de muertos y las alarmas encendidas al interior de la OTSC (Organización del Tratado de Seguridad Colectiva). Emomali Rakhmon y Sadyr Japarov tendrán la última palabra.
Por si fuera poco, en los Balcanes se ha descongelado la disputa entre Serbia y Kosovo que valió una reunión en Bruselas, a mediados de agosto pasado, por cuenta de una medida de orden migratorio pero que pone de presente el problema de reconocimiento que han hecho EE.UU. Francia y Reino Unido a Pristina como capital soberana y que han negado Rusia y Serbia (aliado y satélite de Moscú). No sobra recordar que la OTAN es el árbitro natural en esta zona con la conocida KFOR, o Fuerza Kosovo, para el mantenimiento de la paz.
Adicionalmente, la creciente tensión en el Mar Egeo preocupa muchísimo al interior del bloque de la OTAN, pues, aunque Turquía y Grecia sean Estados-miembro de la alianza, para nadie es un secreto que son históricos rivales en las aguas de este legendario mar. Y más en las últimas semanas que la retórica ha subido de tono entre Mitsotakis y Erdoğan, quienes se acusan mutuamente de provocar una ruptura del inestable orden que rige las relaciones desde 1960.
Del otro lado de Eurasia, llama poderosamente la atención el cambio de la estrategia militar anunciado por el premier japonés, Fumio Kishida, quien ha hecho énfasis en reforzar la capacidad defensiva que supondrá una serie de ajustes en las partidas presupuestales y en la arquitectura constitucional con el fin de solventar amenazas provenientes, por ejemplo, de Corea del Norte que ha lanzado, en días recientes, misiles interbalísiticos sobre el mar que los separa. Obviamente, esto traerá una cadena de consecuencias en la dinámica del QUAD (Diálogo de Seguridad Cuadrilateral).
Ahora, la latente amenaza militar sobre Taiwán tomó forma después de la visita que hiciera Nancy Pelosi en agosto a la isla tras varias advertencias de Beijín. A partir de la fecha, la tensión ha escalado, puesto que China respondió realizando una serie de maniobras militares que se entendieron como una amenaza manifiesta a la seguridad de la isla. De inmediato, Biden afirmó categóricamente que apoyaría a Taipéi ante cualquier eventual invasión, rompiendo con la habitual “ambigüedad estratégica” de Washington. De hecho, el pasado lunes, Tsai Ing-wen, durante su discurso del Día Nacional, afirmó que “La guerra con China no es una opción”; sin embargo, semanas atrás había realizado una compra de armamento a EE.UU. por valor de 1.100 millones de dólares con el fin de aumentar su capacidad en la “guerra asimétrica”.
Para ir concluyendo, nótese que el lector podría fácilmente marcar con puntos rojos dichos focos de tensión sobre el mapa euroasiático y concluir después de ese mapeo que: 1°) la inestabilidad geopolítica en la zona de influencia rusa (antiguos territorios soviéticos) podría conducir a una reconfiguración (o a un revés) de su geografía política y 2°) que estos efectos se pueden extender, a otras áreas incluyendo la europea y la Indo-pacífico, desatando una tormenta global empujada por los vientos de recesión económica, según lo pronosticado por el FMI.
* El título de esta entrega se inspira en el segundo álbum de estudio de la agrupación Megadeth, “Peace Sells ... but Who's Buying?”, que al mirar la sugestiva portada, traída a tiempo presente, representa fielmente la dinámica mundial contemporánea. En este sentido, se podría subtitular así: “Rust in peace”, “Countdown to extinction”, “The world needs a hero” y “The system has failed”. Por si acaso, todos los subtítulos posibles obedecen a discos posteriores y consecutivos de la misma banda creada por Dave Mustaine, tras abandonar Metallica en 1983.
