Llegada a Calicut
El 20 de mayo de 1498, la flota llegó a Kappakadavu cerca de Calicut en el actual estado indio de Kerala habiendo establecido <la Ruta del Cabo> y abriendo la ruta marítima desde Europa hasta la India. El día después de la llegada, entre una multitud reunida en la playa, fueron recibidos por dos moros tunecinos uno de los cuales se les dirigió en castellano «Ao diabo que te dou; ¿quem te trouxe cá?». (¿al diablo te doy, quien te trajo aquí?) Y les preguntaron qué iban a buscar tan lejos y les contestaron: «Vimos buscar cristãos e especiaría.» (vinimos por cristianos y especias), conforme a lo relatado por Álvaro Velho. Al ver las imágenes de los dioses iundues, Vasco da Gama y sus hombres pensaron que eran de santos cristianos, ya que los musulmanes no tenían imágenes. La creencia en los cristianos de la India, como los llamaban, perduró durante algún tiempo, incluso después del regreso de esta expedición.
Pero las negociaciones con el gobernador local, Samutri Manavikraman Rajá, zamorin de Calicut, fueron dificultosas. Los esfuerzos de Vasco da Gama para conseguir condiciones favorables de comercio se vieron obstaculizadas por la diferencia de culturas y el bajo valor de sus mercancías, ya que los representantes del zamorin se burlaban de sus ofertas y los comerciantes árabes allí establecidos se resistían viendo la posibilidad de una competencia no deseada. Las mercancías presentadas por los portugueses fueron insuficientes para impresionar al zamorin, en comparación con los bienes de alto valor que se comercializaban allí, lo que causó alguna desconfianza. Los portugueses vendieron finalmente sus productos por debajo del valor para adquirir pequeñas cantidades de especias y joyas para llevar al reino.
Finalmente, Vasco da Gama logró llegar a algunos acuerdos comerciales con el reino de Calicut y obtuvo una carta escrita en hoja de palma por el propio zamorin dirigida al rey de Portugal. En ella, el monarca indio ofrecía al rey Manuel I, canela, pimienta, clavo, jengibre y piedras preciosas a cambio de oro, plata, coral y telas purpúreas. Acabó por partir sin aviso después de que el zamorin y su jefe de la Armada, Kunjali Marakkar insistieran en que dejase todos sus bienes como garantía. Vasco da Gama conservó sus bienes, pero dejó algunos portugueses con órdenes para iniciar la construcción de una factoría.
Vasco da Gama comenzó el viaje de regreso el 29 de agosto de 1498. Ansioso por partir, ignoró el conocimiento local acerca de los patrones del monzón que le permitirían navegar. En la isla de Anjadip (Mar Arábigo-India) fueron abordados por un hombre que afirmaba ser cristiano pero que fingía ser un musulmán al servicio de Hidalcao el sultán de Bijapur. Sospechando que era un espía, lo azotaron hasta que confesó ser un aventurero judío polaco en el Oriente. Vasco da Gama lo apresó y llevó de vuelta a Portugal, donde un año después acabaría siendo su padrino cuando fue bautizado con el nombre de Gaspar Correia, también conocido como Gaspar da Gama. No sobra decir que durante la travesía sufrió el ataque de unos indígenas y más tarde del propio zamorin, que abordó la flota con ocho de sus naves, aunque al final fue derrotado. En el penoso viaje de regreso a Europa, la tripulación de uno de los buques, el “San Rafael”, se vio forzada a abandonar el barco debido a los serios desperfectos sufridos en el transcurso de una tormenta bastante violenta y vientos huracanados.
En el viaje de ida habían cruzado el Índico hasta la India, con la ayuda de los vientos del monzón, en solo 23 días. Al regreso, navegando a vela contra los vientos, consumieron 132 días, estando los barcos atracados en Malindi el 7 de enero de 1499. En esta etapa, alrededor de la mitad de la tripulación superviviente pereció y muchos de los restantes estaban gravemente afectados y enfermos por el escorbuto. De tal forma que de los 148 hombres que integraban la armada, solo 55 regresaron a Portugal, y solo dos de los barcos que dejaron el Tajo lograron retornar. La carabela “Berrio”, siendo más ligera y más rápida, fue la primera en regresar a Lisboa, donde arribó el 10 de julio de 1499, bajo el mando de Nicolau Coelho y teniendo como piloto a, Pero Escobar que más tarde acompañaría a la flota de Pedro Álvarez Cabral en su viaje en el que informaron del descubrimiento de Brasil en abril de 1500. Luego, en agosto, llegó la “Sao Gabriel”, al mando de João de Sá, ya que Gama había abandonado el barco en la isla de Santiago, en Cabo Verde, donde fletó una carabela para llevar a su hermano enfermo, Paulo da Gama, a la isla Terceira, en las Azores con la esperanza de poder salvarle.
Vasco da Gama volvió a Lisboa en septiembre de 1499, un mes después que sus compañeros, pues tuvo que enterrar a su hermano, fallecido, en las Azores. A su regreso, fue recompensado como el hombre que había conseguido finalizar un plan que les había tomado años cumplir. Recibió el título de «almirante-mor dos Mares das India», siéndole concedida una pensión de trescientos mil reales anuales, que pasaría a los hijos que tuviese. También recibió, junto con sus hermanos, el título perpetuo de Dom y dos villas, Sines y Vila Nova de Milfontes.
El recién nombrado almirante llegó a realizar otros dos viajes al continente indio para defender el monopolio portugués del comercio de especias. En 1502, al mando de veinte navíos, logró apoderarse de Quiloa y Sofala, en Mozambique, acabando con sus rivales árabes y consolidando el poder marítimo portugués en el litoral índico mediante el establecimiento de la primera factoría portuguesa en Asia. En 1519, el rey Don Manuel I otorgó a Vasco da Gama el título de conde de Vidigueira, y el duque de Braganza, Jaime I, le cedió las villas de Vidigueira y Vila de Frades, con lo que se convirtió, así, en el primero en ostentar el título de conde sin tener una ascendencia aristocrática. Vasco da Gama fue nombrado virrey de la India en 1524, cuando realizó su tercer y último viaje con el objetivo de frenar la corrupción originada por las mismas autoridades portuguesas, especialmente el virrey Duarte de Meneses, a quien sustituiría. Tras su muerte, los restos del famoso navegante portugués fueron enterrados en la iglesia de San Francisco, en Cochin, donde murió, y posteriormente fueron llevados al convento carmelita de Quinta do Carmo, en Portugal. Allí permanecieron hasta 1880, cuando fueron trasladados a su destino final, el Monasterio de los Jerónimos de Belém, en Lisboa, construido con los primeros beneficios del comercio de especias que el gran navegante tanto se esforzó en fomentar.