Bogotá reclama seguridad. La capital se encuentra sitiada por la criminalidad. El hurto, el atraco, el raponazo, el fraude, el engallo, los paseos millonarios, un incremento desmedido de los focos de microtráfico y de control territorial, tienen desesperada a la ciudadanía. Muestra de este agobio es la más reciente encuesta de Invamer, que indica que el 74% de los bogotanos se sienten inseguros o muy inseguros. Este índice de percepción viene en deterioro desde agosto de 2020, cuando se situaba en 54%.
El 51% de los encuestados manifestó haber sido víctima de algún delito en los últimos 12 meses, mientras el 65% de estos indicó que a pesar de haber sido víctima, no lo denunció ante las autoridades. Esto confirma que los bogotanos víctimas de delitos no denuncian porque no creen en el sistema judicial colombiano. En esa desconfianza se refleja el 62% que dijo tener una opinión desfavorable de la justicia.
En contraste, la policía y las fuerzas militares gozan de una opinión favorable del 60% y el 71%, respectivamente, sumado a una no despreciable 49% de opinión favorable que tiene la Fiscalía. Estos datos permiten concluir que hay confianza de la ciudadanía en las instituciones que la protegen, que le son cercanas, que la escuchan, que entienden los miedos al peligro que implica salir de la casa, y aún más, el riesgo que se corre estando en ella. Los bogotanos debemos rodear a la policía y a las fuerzas militares enalteciendo su condición de guardianes de la seguridad, de la convivencia y de la soberanía. Una ciudadanía que dignifique su labor como garantes de la libertad y el orden. Sin una institucionalidad moralizada, tendremos a una ciudadanía atemorizada, sin confianza y sin esperanza.
El 63% de los colombianos considera que la paz total va por mal camino y el 67% dice sentirse más inseguro en su implementación. Esa desconfianza evidentemente obedece a la falta de aplicación de principios de gobernanza, como son una adecuada comunicación y una clara rendición de cuentas. En últimas, los colombianos desconocemos el alcance de esta política porque se ha hecho a espaldas de la ciudadanía. Lo único claro es que existe un cese por parte del gobierno, un incremento de la criminalidad, un retroceso en seguridad y un desorden público.
Siempre he tenido la convicción que es desde la participación ciudadana desde donde se construyen políticas públicas asertivas, con la efectividad de dar solución a las problemáticas que se viven en las cuadras, los barrios, las UPZ y las localidades. Desde la campaña al Senado he venido insistiendo en la necesidad de recuperar el poder ciudadano. Aquel poder colectivo que tiene la capacidad de incidir y ser parte activa en la toma de las decisiones políticas y gubernamentales. Esas decisiones de las que cada vez nos alejan más.
Hice una campaña en homenaje a mi padre (QEPD), y con esa misma pasión, siguiendo su legado, recojo un programa que le propuso al país en el 2017; Centros de Acción Solidaria Anticriminal. Lo llamaremos Consejo de Articulación Social Anticriminal, CASA.
En la lucha contra la criminalidad se requiere una institucionalidad fuerte, motivada, con capacidad técnica, dotada de herramientas tecnológicas, y sobre todo rodeada por la ciudadanía. El principal objetivo de CASA (Consejo de Articulación Social Anticriminal) es lograr una armonía en la articulación interinstitucional que ayude a combatir los delitos frontalmente. Su pilar eje será la cultura y la seguridad ciudadana.
La cultura y la seguridad ciudadana se articulan para crear espacios de participación que se pueden denominar “seguridad a la cuadra”, “seguridad al barrio”, “seguridad al distrito”. Cada uno de estos espacios de participación, conformarán los Consejos de Articulación Social Anticriminal -CASA-. La visión de construcción de la seguridad desde la cultura requiere, sí o sí, un pilar ancla basado en la educación. A este pilar lo llamaremos “seguridad desde la cuna”. Muchos ejemplos a nivel internacional muestran políticas públicas en materia de seguridad y convivencia exitosas cuando la ciudadanía se articula con las autoridades en la voluntad de aportar a su construcción.
No hay mejores cámaras que la atención de la comunidad, ni mejor sistema de información que los programas de colaboración, ni tampoco una fuerza pública robusta sin la solidaridad social. CASA debe ser parte, tener asiento con voz y voto, en el Consejo Distrital de Seguridad y Convivencia de Bogotá. Llevaremos y promoveremos esta iniciativa en el cabildo distrital, casa desde donde se representa a todos los bogotanos y a los colombianos que aquí convivimos. La paz total empieza en casa; la seguridad empieza en CASA.