La solidaridad más allá de la crisis

Como si fuera poco, en plena Pandemia, nuestro país afronta una nueva crisis ocasionada por una ola invernal que, según cifras oficiales, hasta el momento ha afectado a cerca de 60 mil familias, 299 municipios y 26 de sus 32 departamentos por causa del fenómeno de la niña, que se pronostica no cesará hasta finales del año.

La devastación del huracán Iota en San Andrés y Providencia, las inundaciones en Chocó y las lluvias y desbordamientos de ríos en Antioquia, Norte de Santander, La Guajira y el Caribe, azotan sin clemencia a miles de colombianos, haciendo que desde diferentes sectores se realicen llamados a la solidaridad para ayudar a los damnificados.

Pero realmente, ¿Qué es la solidaridad?, ¿Cómo podemos ser solidarios? y ¿Cuál es la solidaridad que requerimos como país?

Generalmente, son los desastres naturales y emergencias sanitarias las que despiertan en nuestra sociedad un sentimiento por adherirse circunstancialmente al sufrimiento de otros y tratar de paliarlo temporalmente. Esto es bueno, pero sin lugar a dudas no nos alcanza.

Aplaudo el movimiento nacional que se ha creado para acompañar en su tragedia a nuestros compatriotas, pero también reflexiono acerca de las condiciones de quienes sufren, de las oportunidades que han tenido y, lo más importante, del futuro que como país les podemos ofrecer.

No es un secreto que ante la calamidad son las personas con menores oportunidades las que más sufren. Siempre las crisis evidencian las desigualdades económicas, de género, de empleo y de acceso a salud y servicios públicos, entre otras, pero insistimos en enfocarnos en ser humanitarios y caritativos aportando a situaciones específicas, creyendo ser así solidarios.

La solidaridad no es altruismo es cohesión social. Comparto el pensamiento del reconocido sociólogo y filósofo francés Émile Durkheim para quien este concepto supone un principio que: 1. Va más allá de los pequeños actos, 2. Nos permite encontrar una fórmula para construir entre todos una mejor sociedad y 3. Debe ser considerado como un deber ciudadano, que nos compromete y es fundamental para el desarrollo y el bienestar de las personas.

Buscar que la solidaridad no solo se haga presente en momentos de crisis ha sido objeto de diversos estudios, ponencias y debates. La Organización de Naciones Unidas (ONU) reconoce que esta es uno de los valores esenciales que deben regir las relaciones internacionales a lo largo del siglo XXI. Por su parte, la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) asegura que “… debe comprenderse que la solidaridad no ha de ser vista como renuncia voluntaria a parte de nuestros privilegios para ayudar a los desposeídos, sino como requisito imprescindible para garantizar nuestro propio bien: no son sostenibles sociedades lastradas por profundos desequilibrios”.

La solidaridad es cuestión de sostenibilidad, es un asunto de igualdad y es la mejor manera de asegurar nuestra supervivencia, la cual está más que demostrado no se alcanzará si seguimos apostándole a un crecimiento económico desmesurado que no respeta el desarrollo social y el capital natural.

Así las cosas, debemos seguir con las acciones humanitarias para ayudar a los habitantes de tantas poblaciones que hoy sufren en Colombia por la ola invernal, pero también tenemos que responder al desafío de ser solidarios con ellos trabajando hacia futuro, desde la empresa privada y el gobierno, creando opciones de desarrollo económico que les aseguren empleo, educación, salud y acceso a servicios públicos, aportando nuevas oportunidades para sus ciudadanos.

En el mismo sentido, el esfuerzo de los gremios, que son ejemplo de solidaridad porque reúnen a competidores en busca del bien general, se deben intensificar y demostrar que es posible trabajar por el bien colectivo y el desarrollo de su sector.

Finalmente, formarnos y formar a nuestros seres más allegados en solidaridad debe ser un compromiso personal. Se lo debemos a cada uno de aquellos que en nuestro país sufre por consecuencia de la crisis económica, social y ambiental que afrontamos. Como lo dijo el papa Francisco, “Educar en la solidaridad, significa entonces educarnos en la humanidad. Apoyar y proteger a la familia para que eduque a la solidaridad y al respeto es un paso decisivo para caminar hacia una sociedad más equitativa”.

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