Cuando escribí la crónica titulada “Magallanes y su Estrecho. Primer cruce del mismo” (Kien y Ke el 01 de abril del 2021), hice un detallado relato del crucero del año 1987 a bordo del BE “Gloria” y un breve recuento del zarpe de la Armada del Moluco, desde Sevilla hasta llegar a Rio de Enero, “Montevidis” (hoy día Montevideo), cabo San Julián y arribando al estrecho desde cabo de las Vírgenes hasta el cabo Deseado, como las naos de Magallanes.
Ahora bien, como un todo, están los relatos de la “Aventura Magallanes-Elcano”, que además de haber encontrado el paso, llegaron a las islas de las Especias terminando Juan Sebastián Elcano la primera vuelta al mundo. Narraciones que dividí en dos partes. La primera hablo del proyecto del rey Carlos I de España, de descubrir un paso a los mares del sur por el poniente y llegar a las islas de la Especiería. Con esta narración quiero concluir la segunda parte de este acontecimiento que empezó con la muerte de Magallanes, seguida por el derrotero de las Filipinas hasta las Molucas, publicadas recientemente en “Kien y Ke”. Un compañero lector me preguntaba, que ocurrió con la nao “Victoria” y paso a responderle.
Recordemos que el 18 de diciembre de 1521, con las dos naves cargadas de clavo, se dispusieron para partir de regreso a España. Sin embargo, ese mismo día se descubrió una vía de agua en la “Trinidad”, haciendo necesaria una larga reparación.
Los dos capitanes conversan a puerta cerrada en el castillo de popa de la “Victoria” y acuerdan separarse. “Pigafetta” se cambia a dicha nao porque no quiere esperar otros meses en las Molucas. Elcano informa a la armada en la última reunión conjunta en la playa de Tidore. Partiremos de inmediato y aprovecharemos los vientos del Levante. “El mundo es un trompo –murmuró Elcano--. Ya lo hemos girado mas de la mitad. Terminemos el giro y llegaremos antes a casa”. (R. Marín)
Gómez explica a sus hombres que la “Trinidad”, después de reparada, seguirá la ruta de la colonia del Darién, que es tierra de Castilla. Buscarán los vientos del Poniente. No hay quejas. Todos aceptan el acuerdo de los capitanes.
La Victoria parte el 21 de diciembre de 1521 con 47 europeos y 13 nativos tirodianos. Uno de ellos va de piloto para guiarlos por el laberinto de islas. Habla algo de portugués. Pigafetta, que va junto a él en la proa, le hace preguntas por las islas que pasan. Aquella está habitada por pigmeos; en esa otra viven caníbales; esa que ves allá los hombres tiene orejas enormes; la isla más misteriosa es Ocoloro, donde solo viven mujeres fecundadas por el viento. Navegan sin parar y el año 1522 lo reciben con bandazos, guiñadas y escoras con una sensación entre miedo y esperanza. El 8 de enero echan anclas en la isla de Mare, donde los habitantes, según nuestro cronista, son los más feos, que ha conocido en este viaje. Se quedan 15 días, revisando el barco y calafateando. “Largan trapos” (zarpan) el 25 de enero y arriban a Timor, donde observan, que los nativos lucen joyas de oro; allí en Batatara se aprovisionan.
En el tiempo de espera Elcano y Albo estudian los mapas y cartas de navegación. Constatan que en el océano Índico no habrá puertos para surtirse de agua y alimentos porque entrarán de lleno a la demarcación portuguesa. Siguiendo su intuición, porque ninguno de los dos ha navegado por esos mares, Elcano traza sobre el mapa una ruta imaginaria con el dedo índice hasta el cabo de Buena Esperanza.
“— Esta será la parte más difícil del trayecto — asegura —. Aquí se encuentran las zonas de navegación más peligrosas del planeta. El cabo fue bautizado por Bartolomé Díaz, cabo de los Tormentos. ¿Lo sabía? Albo asiente y acota: — Por algo será. — Lo lograremos doblar — asegura Elcano — y sigue trazando la línea imaginaria. Sube con el dedo índice hasta Sevilla, dejando un espacio amplio entre su dedo y la costa de África”. (P. Cerdá).
Hago un paréntesis aquí, para indicar que en el mapa que vemos sobre el mapamundi de Diego Ribero (copia del año 1529) que la distancia de las derrotas de vuelta previstas por Elcano y por Espinosa, realizado tras la finalización del viaje en la Casa de Contratación de Indias. La de Elcano no fue elegida por ser la más corta.
Retornamos a nuestro relato. Consiguieron víveres a la brava, por haber tomado de rehén a un comerciante de la vecina isla Balibo y dos días después recibieron como botín de rescate, seis búfalos, una docena de cabras y otros tantos cerdos. Elcano libera al rehén y le regala restos de telas y algunos cuchillos de los pocos que le quedan. Aunque la transacción ha sido forzosa, las dos partes sienten que han ganado. Sacrifican los animales y salan la carne. Son los últimos preparativos para el largo trayecto hasta Sevilla.
El 11 de febrero de 1522 comienza la travesía que será de varios meses sin pisar tierra firme. Las primeras semanas navegan a “toda lona” (velamen completo) y con viento de popa; son los monzones de verano, que denominaron de levante. Sortean algunas tormentas. Dejan a estribor Sumatra, Java y Bali y siguen hasta el suroeste aprovechando dichos vientos.
Pigafetta observa a Elcano. De él depende ahora su vida. “Nunca pensó que él estuviera destinado a participar del altar de los héroes. Trató de regresar a Sevilla desde San Julián y Magallanes le perdonó la vida, pero lo engrilló durante días y lo degradó a marino común de la nao Concepción. En el archipiélago de San Lázaro apenas bajaba a tierra. Nadie pensó en él cuando Humabón, ¿recuerdan?, invitó a un banquete a los principales de la armada en Cebú. Una serie de casualidades y guiños del destino lo han llevado a ocupar el lugar en que está ahora. Lo observa, pero nunca le dirige la palabra. Los dos se ignoran mutuamente en la estrechez de la nao”. (Patricia Cerdá).
Próxima publicación el 06 de mayo.