Moderación, es un activo electoral y un valor para la inclusión y la democracia

Donald Trump perdió en USA su reelección por lenguaraz y extremista y Biden la ganó por moderado; Pedro Castillo para ganarle a Keiko Fujimori le tocó, en la segunda vuelta, moderar su fundamentalismo ideológico marxista leninista en el Perú. Gustavo Petro, en Colombia, luego de aupar el paro nacional y percatarse  del descontrol que se desencadenó, dio un paso atrás, se refugió en la retaguardia y entró -hasta ahora- en modo moderación. Está callado y como ausente aguantando el temporal para así, al mal paso darle prisa. Sin embargo la retirada no la hizo a tiempo y  Petro comenzó a bajar en las encuestas.

Antoni Gutiérrez Rubí, un español que escribe de política, de emociones electorales y de nuevas formas comunicar la política y hacer activismo, resalta y promueve la moderación como forma de ganar elecciones. La moderación -dice-  es un activo político. “Los ciudadanos están esperando una política moderada que genere consensos, mayorías y también están esperando a políticos que hagan de la palabra un  culto a la política  y  de la conversación, el diálogo y la capacidad de escuchar el púlpito donde se diriman las diferencias y viva la democracia. En estos tiempos de agitación y aceleración la moderación  es una buena carta porque las formas son fondo en política. La palabra es el culto de la política.” Afirma.  Y eso, todo lo anterior, es Fajardo. 

La moderación radical es salud para la democracia porque construye en colectivo, es convergente, facilita  la inclusión  del otro, del distinto, es contrario al fanatismo y además, es, hoy día, un activo político y  electoral tal y como lo afirma @antonigr dado qué, una política moderada genera consensos y mayorías y coloca al diálogo y a la escucha como valores importantes para  la democracia. Entre los candidatos presidenciales Fajardo, por ejemplo, dedica mucho tiempo a escuchar, a entender a los ciudadanos y no a confrontar de manera necia, excesiva, agresiva o  excluyente;   o  a señalar, desde lo mesiánico, con el dedo acusador al oponente.   

Sergio Fajardo, siempre ha estado ahí, en la moderación. Es un moderado radical. Está en su ADN.   

Y las personas moderadamente radicales son lo contrario a las arrogantes, populistas, vanidosas y prepotentes y son, por demás, las mejores para entender los problemas, interpretarlos y representarlos. Y además, agrega Gutiérrez Rubí en favor de la moderación  qué “cuando nos contenemos le damos espacio al diálogo, cuando limitamos nuestra agresividad le damos una oportunidad al encuentro, cuando escuchamos antes de hablar le damos una oportunidad al consenso” por eso, la moderación es, también, radicalidad y contiene al populismo, al tribalismo y a los fachos. 

La moderación en estos tiempos convulsos, agitados e inciertos  puede ser la mejor arma para enfrentar a los arrogantes  y ahí puede pintar Sergio Fajardo. 

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