Desde que salió en 2017, la Nintendo Switch ha sido una anomalía exitosa. Técnicamente inferior, pero culturalmente dominante. Portátil pero de sobremesa. Simple pero inolvidable. Mientras PlayStation y Xbox apostaban por la potencia bruta, Nintendo hizo lo que mejor sabe: ir por otro camino. Y ese camino la llevó a vender más de 130 millones de consolas, convirtiéndose en una de las más exitosas de la historia. Sin embargo, en 2025 la sitwch 2, que ya estaá en preventa en Colombia por casi tres millones de pesos, presenta elementos inesperados y controversiales.
La esperada sucesora de la consola híbrida más exitosa de la historia, la Nintendo Switch 2 se perfila como uno de los lanzamientos clave de 2025. Sin embargo, su camino hacia el mercado no está exento de nubes, con polémicas emergentes sobre su enfoque hacia los juegos físicos y rumores inquietantes sobre “bloqueo remoto”, todo mientras se enfrenta a una nueva generación de consolas liderada por PS5 y Xbox Series X/S.
Una de las características más apreciadas por muchos usuarios de la Nintendo Switch original es la de utilizar terjetas que contienen los juegos y poder ejecutarlos sin necesidad de conexión a internet. No obstante, las actualizaciones, en este modo, son necesarias para acceder a mejoras o contenido adicional. Sin embargo, esta carácterística podría no estar presente en la Nintendo switch 2 debido a que la organización japonesa propone un nuevo formato llamado “Game key Cards” que no contiene el juego completo sino una llave con la que los dueños de la nueva portátil de Nintendo podrán descargar el juego.
Lo anterior pone en la mesa temas importantes como eso espacio de almacenamiento de la consola o tal vez una suscripción a espacio en nube donde se puedan almacenar los avances y los juegos comprados mediante Game Key Crads.
En columnas pasadas, ya había tratado el tema de la propiedad sobre los contenidos digitales y cómo esto ha cambiado las reglas de juego de esta industria. Sin embargo, aunque lo anterior no es nuevo, hay algo que preocupa aún más a la comunidad “nintendiana” y tiene que ver con la posibilidad que tendría Nintendo de deshabilitar remotamente las consolas que sean alteradas o manipuladas. Esta advertencia puede leerse en el acuerdo legal que debe aceptarse de manera obligatoria para utilizar los servicios de Nintendo como Nintendo Switch Online, Nintendo eShop o cualquier título comparado en su tienda.
Estas iniciativas alimentan la percepción de que Nintendo podría intentar restringir severamente la propiedad real sobre los juegos físicos, acercándose más a un modelo de "licencia revocable", similar a lo que intentó Microsoft con Xbox One en 2013 y que generó un enorme rechazo. El efecto positivo de esta medida es la implementación de una herramienta efectiva contra el robo de consolas. Pero a pesar de las bondades de estos acuerdos, también existen dudas sobre el control de los usuarios sobre sus dispositivos.
Si Nintendo logra navegar las polémicas, ofrecer una consola potente y flexible, y mantener el encanto de sus franquicias, la Switch 2 tiene el potencial de repetir el éxito de su predecesora. Pero si tropieza con políticas restrictivas o un rendimiento decepcionante, podría encontrarse con una generación mucho más complicada en un mercado donde la competencia ya está sólidamente establecida.
La Switch 2 es una declaración de intenciones. Representa el delicado equilibrio entre innovación y control, entre la magia del juego y las reglas que lo encadenan. Nintendo está cruzando un umbral: deja atrás la simpleza encantadora de los cartuchos tradicionales para adentrarse en un modelo más digital, más vigilado, quizá más restrictivo.
En ese cruce de caminos, entre la nostalgia y el futuro, entre la fidelidad de sus usuarios y las exigencias del mercado global, se jugará la verdadera partida de la Switch 2. Como siempre con Nintendo, todo puede parecer extraño hasta que funciona. Pero esta vez, incluso los más fieles están mirando con una mezcla de ilusión y sospecha. Porque lo que está en juego ya no es solo una consola, es la forma en que queremos jugar, poseer y recordar.
