No estamos en Versalles

Aunque en América Latina los ánimos comenzaron altos por la llegada de las vacunas, los hechos recientes de algunos países nos han dejado atónitos y preocupados: ¿Cómo veremos la inmunidad de rebaño pronto, si se impone la corrupción?

Luis XIV pasó a la historia como un rey que durante su largo reinado no solo se concentró en expandir a Francia, convertirlo en un imperio y unificar su país bajo una cultura. También, fue conocido como un rey excéntrico, quien a costa de sus “plebeyos” dio gusto a su satisfacción personal. Aunque dejó el invaluable legado del Palacio de Versalles, en su momento fue visto como un rey que solo pensaba en su adulación y beneficio propio. No en vano, lo llamaban el rey sol. Aunque las monarquías como las de Luis XIV ya se encuentran desactualizadas, muchos funcionarios públicos en la región creen que tienen los mismos privilegios, a pesar de encontrarnos lejos del Palacio de Versalles, y más cerca de La Casa Rosada o la Casa de la Moneda, bajo una democracia.

El COVID-19 en poco tiempo transformó la vida de América Latina; somos una de las regiones más afectadas y menos preparadas. Hemos pagado las consecuencias de largos periodos de confinamiento y restricciones por nuestras economías informales y nuestros sistemas corruptos. Nunca pensamos que la corrupción pudiera tener una tasa de mortalidad más alta que la del COVID-19, nunca pensamos que se jugaría así con la vida y el bienestar de tantos. 

Puede que en el largo plazo no veamos las consecuencias de esta, pero el accionar egoísta de aquellos que anteponen su bienestar sobre la política pública del gobierno, del cual ellos mismos hacen parte, dosis a dosis restan oportunidades de vida a quienes ponen su vida en riesgo o a quienes la pandemia les ha quitado sus últimos años. 

Si todavía se pregunta cuál es la situación en América Latina, éste es un pequeño resumen: en Perú se vacunaron 487 personas entre los que figuraban el expresidente, su esposa, la ministra de salud y la ministra de relaciones exteriores. Todos vacunados con un lote exclusivo que fue enviado por un laboratorio chino, para el equipo de investigación y personas relacionadas con el estudio. Por otro lado, en Argentina, el presidente Alberto Fernández pidió la renuncia de su ministro de salud después de que se revelara que éste habría permitido la vacunación irregular en la sede del ministerio. 

En Chile, se investiga la creación de una lista VIP en donde se han vacunado personas cercanas al gobierno. Aunque es de aplaudir la preparación de Chile para vacunar tan rápido a su población, también se investigan irregularidades en más de 37 mil casos de personas que fueron vacunadas fuera de su turno. Por último, en Brasil se cree que algunos ancianos fueron vacunados en simulación, recibiendo un pinchazo con jeringas vacías. En Colombia también existen supuestas denuncias de familiares de mandatarios locales y uno que otro galeno. 

Recientemente he escrito en otras columnas sobre la importancia de confiar en quienes nos gobiernan, pero tristemente los funcionarios públicos de nuestra región no supieron leer que el punto de quiebre de las prácticas corruptas en la región debía terminar con la pandemia. Si la confianza en las instituciones de gobierno se encontraba disminuida, posiblemente veremos las consecuencias de esos pasos en falso en las próximas elecciones. Aunque la corrupción siga presente y la pandemia obstaculice su veeduría, debemos recordar que será el trabajo ciudadano lo que permita controlar hacia donde se destinan los recursos que harán parte de la recuperación de la normalidad. 

La tarea por la vacuna debe ser impecable. Aunque ha sido la noticia más esperada del último año, la confianza en su aplicación no se ha consolidado. De hecho, gran parte de la población siente interés por vacunarse, pero en el mediano plazo. Y esto solo nos aleja de la añorada inmunidad de rebaño. Parte de la recuperación de dicha confianza está en demostrar que cada uno podrá vacunarse en el momento que le corresponde y que todos estamos en la fila, no podemos colarnos ni buscar atajos. Por lo tanto, las acciones que hagamos desde lo público y lo privado deben apuntar a un mismo objetivo: debemos vacunarnos, debemos confiar en la ciencia, creer en el esfuerzo que han puesto miles de personas para poner fin a la pandemia y debemos confiar en los procesos que nuestros líderes han diseñado para superar esta crisis pronto. Sin embargo, son nuestros líderes quienes construyen la confianza en nosotros a través de sus actos. 

Liderar con el ejemplo es una tarea sencilla y vital en estos tiempos de pandemia. Es vital generar confianza en las vacunas y en los planes de vacunación que los gobiernos han preparado con tanto cuidado. Debemos tener más líderes y menos Luis XIV. Por eso la importancia de la comunicación en la pedagogía que acompañe al proceso. De nada sirve una serie de anuncios, fotos y comunicados si se generan dudas en el proceso. 

Desde el gobierno, el empresariado y la ciudadanía, debemos respetar el proceso, ser pacientes y continuar ejerciendo de manera constante la veeduría necesaria para un proceso como este. Todos estamos en la misma situación, sin importar el nivel socioeconómico o político y a todos nos llegará nuestro turno. El COVID-19 no discrimina, lo mismo deber suceder con su solución.

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