No son tan secretas

Ver de nuevo la obra maestra de Kubrick “Ojos bien cerrados” me ha llevado a preguntarme sobre la parte oculta y misteriosa del poder que propuso el cineasta justo terminando el siglo XX. Hace unos años escribí sobre el significado de la poderosa música de Ligeti que utilizó Kubrick en las escenas de mayor intriga, ahora voy a referirme a la secta que realiza el ritual satánico en la casa de un multimillonario a las afueras de Nueva York, el centro del poder mundial, de la que es testigo un inocente médico que acaba de tener un desencuentro con su bellísima esposa, cuya ingenuidad nos inspira la pena ajena que nos hace ruborizar al identificarnos con él. 

Vivimos nuestros dramas íntimos y no alcanzamos a dimensionar la siniestra trama que se desarrolla afuera mientras mantenemos los ojos bien cerrados tal y como lo estamos experimentando luego de largos meses de confinamiento en donde nos hemos visto confrontados con nuestro mundo íntimo como nunca antes… y se viene esta serie sistemática de actos violentos. 

Como el título lo indica, mantenemos los ojos bien cerrados ante el lado oscuro en el que se desenvuelven los poderes detrás del trono. A lo que alude Kubrick es al secretismo que envolvía la red de poder de quienes son los amos del mundo sentados sobre sus inmensos capitales. Lo que ha venido ocurriendo en el presente siglo ante ese poder oscuro, ahora al descubierto, no es que hayamos abierto los ojos sino que las tales sociedades secretas no son ya tan secretas. Actúan con el mayor cinismo, como ocurrió en Colombia durante todo el proceso de entrega del país al narcoterrorismo realizado a “calzón quitado”. Con ese altanero desparpajo demostraron que les importaba una higa lo que la sociedad civil pudiera opinar al respecto. 

Las acciones de la masonería y el satanismo quedaron como juegos infantiles ante las que “casualmente” se ha venido presentando en los últimos veinte años. Pero “en política no hay casualidades”, como lo dijo Roosevelt en su momento. En entrevista reciente, Cesar Vidal habla de las “casualidades” cuidadosamente preparadas y nos dice que quién crea que los movimientos, como los presenciados recientemente, son espontáneos es que vive en un “mundo feliz sin contacto con la realidad” y propone a sus entrevistadores convocar a una manifestación para constatar así que no se uniría a ella sino uno que otro y no las multitudes que vemos, por ejemplo, en los movimientos estudiantiles en los que su manera de actuar revela una estrategia premeditada. A propósito, estos movimientos están siendo abiertamente financiados por Soros tal y como lo afirma Vidal. 

Recuerdo como antes de la firma del maldito acuerdo, un pequeño grupo de amigos convocamos a un plantón con la finalidad de manifestar nuestro repudio a las FARC por la terrible situación de los niños secuestrados y abusados por ellos. Los asistentes se contaron con los dedos de las manos. Igual suerte tuvimos protestan frente al edificio de la embajada de Noruega con carteles escritos a mano, denunciando la corrupción que había detrás del Premio Nobel otorgado a Santos. Eran más los policías del Esmad que nos esperaban desde la madrugada…

De espontáneas no tienen nada esas muestras de violencia con las que pretenden subvertir el orden institucional como tampoco son tan secretas las tales sociedades secretas, al contrario, se han vuelto muy transparentes y más aterradoras cuando podemos ver su verdadero rostro.

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