El artículo 19 de la Constitución prescribe que en Colombia se garantiza la libertad de cultos. Garantía que contiene el derecho de toda persona - sin excepción- a profesar libremente su religión y a difundirla de forma individual o colectiva. Existe, incluso, la ley 133 de 1994 que desarrolla el tema. En ella, por ejemplo, se indica que ninguna iglesia o confesión religiosa es ni será oficial o estatal; pero también, que el Estado no es ateo, agnóstico, o indiferente ante los sentimientos religiosos de los colombianos. El estudio y experimentación de los fenómenos psíquicos o parapsicológicos; el satanismo, las prácticas mágicas o supersticiosas o espiritistas u otras análogas o ajenas a la religión, no se hayan comprendidas en la ley de libertad religiosa y de cultos.
Según la Encuesta Nacional sobre Diversidad Religiosa (ENDR2019) el 57,2% de los colombianos es católico, el 19,5% evangélico/pentecostal, el 13,2% creyente no afiliado, el 3,3% agnóstico, el 3,0% ateo, el 1,0% Testigo de Jehová, el 1,0% adventistas, el 0,9% protestantes y el 0,9% otros. En Colombia de cada 10 personas, aproximadamente 6 son católicas, 2 son evangélicas/pentecostales y 1 es creyente pero no afiliado a ninguna religión.
Entre los hombres y la población LGTBTIQ aumenta el porcentaje de ateos, agnósticos y creyentes pero no afiliados a ninguna religión. Entre mujeres aumenta el porcentaje de católicos y evangélicos/pentecostales. El porcentaje de católicos aumenta en los estratos 5 y 6, mientras que el porcentaje de evangélicos/pentecostales aumenta en los estratos 1 y 2. En los estratos 3 y 4 aumenta levemente el porcentaje de creyentes pero no afiliados y agnósticos. Así lo expresa la infografía en la que se precisan los resultados de la Encuesta.
Sin embargo, las minorías generalmente no creyentes, selectivamente resultan siendo intolerantes frente al ejercicio de ese derecho superior por parte de las personas creyentes como lo denotan los ataques a quienes fungen como servidores públicos y profesan su identidad religiosa. No me refiero a quienes actúan o gobiernen imponiendo arbitrariamente su Fe o identidad religiosa a sus gobernados o subalternos, sino a no verse compelidos a silenciarse y no poder profesar públicamente su Fe e identidad religiosa.
Recordemos la sentencia de tutela que prosperó en contra del ex presidente Iván Duque por haber publicado un trino en el que hacía un reconocimiento a la Virgen de Chiquinquirá, en la que el Tribunal Superior de Cali le ordenó borrar, prohibiéndole incluso, mencionar a la Virgen. Absurdo e intolerante. La Sala de Casación Laboral de la Corte Suprema de Justicia revocó el absurdo fallo del Tribunal dándole la razón al ex presidente. Similar a este caso, varios, por ejemplo: el ex presidente Santos entonces publicó un trino señalando que se consagraba a la Virgen de los Remedios para lograr la paz, lloviéndole toda clase de críticas; igual, cuando el ex presidente Álvaro Uribe, ha hecho lo propio.
El más reciente y mediático caso es el del general Henry Sanabria, quién desde su designación y hasta su salida como director general de la Policía Nacional ha recibido toda suerte de críticas y ataques injustos por manifestar su identidad religiosa. Hay quienes, como Álvaro Forero, panelista de Bluradio, señalan y justifican su salida por esa causa. Absurdo e intolerante, lo de Forero, porque la salida del general es más compleja y confusa que la simplista e inaceptable animadversión de algunos -como el panelista- por quienes expresan su identidad religiosa. En cambio, si se declara ser ateo, y, por ende, se actúa como tal, por ejemplo, es políticamente de buen recibo.
La identidad religiosa no está llamada a mantenerse aislada y menos oculta de la identidad personal, como se pretende hacer creer por parte los no creyentes y algunos creyentes. Por el contrario, a la persona la definen en esencia sus valores y posiciones morales, que cobran sentido y veracidad si se reflejan en todos sus actos cotidianos. Lo demás, es hipocresía y doble moral.
Algunos datos finales de lo que piensan los colombianos, conforme a sus valores mayoritariamente reflejados: el 61,4% dice NO y el 28,8% dice SÍ a la despenalización completa del aborto; el 56,2% dice NO y el 35,9% SÍ al matrimonio entre parejas del mismo sexo; el 63,1% dice NO y el 29,9% SÍ a la adopción de niños y niñas por parejas del mismo sexo; y, el 66,1% dice SÍ y el 29,7% dice NO a la afirmación que una familia óptima está compuesta por mamá, papá e hijos.