Tuve la oportunidad de estar en la sede del centro histórico de Usaquén de la Pescadería de la 65, debido a que no había cupos de reserva en su sede principal en nuestro amado y habitual destino de Chapinero Alto. No obstante, el sabor, la ancestralidad y calidad de sus platos, sumado a la generosidad y amabilidad del personal del servicio, una dinámica laboral y de pulcritud de los espacios para los comensales y la producción es simplemente fascinante, y algo que permite su arquitectura y diseño. ¿Quiere comer pescado y frutos del mar en un sitio diferente a las franquicias “premium” atiborradas de gente, y además apto para todos los gustos, para toda la familia, y sobre todo con precios justos con calidad de alto nivel? La Pescadería de la 65 es la respuesta
Esta es una columna que surge producto de una reunión derivada de mis actividades de asesoría política, que últimamente están aflorando a escasos nueve días al momento de redacción de esta columna del día de las elecciones regionales. El equipo de trabajo de la candidata al Concejo que estoy apoyando, pero que no nombraré, dado que en KienyKe no escribo ni hago comentarios políticos, me invitó a mí y a su vez invité a varios colegas periodistas y algunas personas demócratas de la ESAP para que fueran. Conclusión: no llegó nadie. ¿El clima? ¿Los habituales trancones de los viernes en la tarde noche en Bogotá? ¿Resistencia a asistir a reuniones políticas? No lo sé. Simplemente, esas actitudes, y más cuando se empeña la palabra, dejan muchísimo que desear de un profesional, y cuando uno le da la espalda a ser un ciudadano, a dar todo de sí por su comunidad, por su profesión y por su territorio, tarde o temprano, sus aparentes ocupaciones de subsistencia se van a afectar por dejar que otros decidan por uno. Fin del tema.
Pero, aparte de la grata compañía de excelentes personas, tuvimos un menú excelente. Como alternativa a los jugos tradicionales en base de agua o leche -que pueden irse sofisticando de acuerdo al tipo de clientes tanto como se quiera-, hay mezclas muy interesantes de frutas tropicales, algunas muy propias de nuestras costas Caribe y Pacífica. En base de soda burbujeante mezclas de níspero, corozo, tamarindo, borojó…refrescantes, saludables y diferentes…y ni hablemos de la deliciosa soda michelada, donde utilizan este producto innovador que me enamoró desde que lo probé que son las sodas de té marca Hatsu -bebida de té en varias presentaciones propiedad de Postobón que ha logrado posicionarse como una marca aspiracional para adultos jóvenes de clase media alta y alta, incursionando en desde reemplazar las gaseosas y posicionar en el mercado diferentes variedades de té hasta incursionar en el mercado de los cafés especiales-. Una gran experiencia.
Haber probado uno de los platos fuertes más finos de toda esa maravillosa variedad de pescados fue probar el salmón Nikkei, que es prepara asado en un punto perfecto de cocción entre la piel y la carne de las postas de pescado aderezadas con las especias y vegetales cortados finamente -al estilo del tamaño del picadillo de cebolla y tomate de unos huevos pericos bien hechos-, perfecto para cualquier paladar (las personas que tengan hipertensión o cualquier tema de salud que los haga sensibles al exceso de sodio puede comer toda la carta de la Pescadería con confianza).
El acompañamiento fue de arroz blanco, plátano maduro cortado en trocitos pequeños. Todo servido en un menaje muy típico: en el caso del pescado en uno de esos platos de barro negro artesanales típicos de La Chamba, Tolima, que muchas familias utilizaban para ocasiones especiales para servir el ajiaco santafereño. El arroz y el plátano fueron servidos en vasitos de peltre, muy comunes en las zonas rurales tanto de las Costas como del interior, ya que en una época tener locería de porcelana era supremamente costoso para mucha gente.
La Pescadería, que en un principio se llamó Pescadería Municipal, es un emprendimiento de dos talentosos chefs: el peruano Iván Castañeda y el colombiano Carlos Huertas, que con una oferta increíble que se compone inicialmente en un 90% de especies marinas de las costas peruanas y colombianas. Con un equipo creativo de primer nivel en todos los ramos y oficios que hacen posibles las experiencias gastronómicas, han llevado este sitios desde hace más de seis años a ser un referente de alta cocina, calidad y marca de pauta en el público bogotano de conocer verdaderamente nuevas maneras de disfrutar el pescado y los frutos de mar -las franquicias de comida marina no es que no innoven, es que aprovecharon lo exótico que es en el interior del país la comida de mar para volverla un target exclusivo y excluyente, pero sin ofrecer algo distinto a las cazuelas, arroces y pescados de toda la vida-. Pese a todo, a la pandemia, a la crisis de la inflación, e incluso a la inseguridad rampante desde hace años en la ciudad, siguen adelante, y siguen con los brazos abiertos para usted y su familia.
Las direcciones son: Calle 65 No. 4A-30 en nuestro amado Chapinero Alto, o en el centro histórico de Usaquén en Carrera 6 No. 119 B-20. Para reservas al 601 805 8011. Precios de platos promedio entre los US $5 a los US $60 dólares.
Posdata: Ojalá las obras públicas de arreglo de las calles del centro histórico de Usaquén concluyan lo más pronto posible. Los restaurantes y bares están viendo perjudicado su flujo habitual de clientes debido a los terribles que se ha vuelto el acceso al sector, dificultades de parqueo y el efecto psicológico de ruptura entre el estado de las calles con el atractivo de caminar, ver artesanías y entrar a la maravillosa oferta del sector. Afortunadamente, la localidad cuenta con el mejor alcalde local de la ciudad por su gestión y confiamos desde aquí en su sensibilidad y diligencia de gestión pública.
