Mario Huertas

Analista de asuntos estratégicos y hemisféricos (Énfasis: Brasil y EE.UU.) Columnista de opinión, diario La Nación. Voluntario internacional para la promoción de nuevos liderazgos, Universal Wonderful Street Academy (UWSA), Jamestown-Accra. Colaborador del Goldstreet Business (Ghana). Profesor de Geopolítica y Geoestrategia. Infante de Marina, Armada República de Colombia (A.R.C).

Mario Huertas

Petro la ha tenido fácil

La tradición de medir al gobierno entrante cien días después de iniciar su gestión tiene que ver muchísimo con ese período de gracia que la opinión pública le concede a todas las nuevas administraciones en el mundo democrático. 

Así, el gobierno instaurado el pasado 7 de agosto ha cumplido en funciones sus primeros cien días. Para empezar, es preciso traer a tiempo presente el resultado del balotaje electoral que le dio en las urnas el derecho a gobernar. 

Con un 50.4% para las fuerzas de gobierno y un 47.3% para la oposición, no podemos perder de vista que el margen de diferencia entre ambas fuerzas fue de apenas 3.1%. Lo que evidentemente se tradujo en una victoria pírrica. 

Apelando además a la cartografía electoral, se pudo inferir que el centro del país votó en contra del antiguo miembro de la guerrilla del M-19 y que, por el contrario, la periferia le dio su voto en el país litoral como en las zonas donde las guerrillas histórica y mayoritariamente han levantado sus santuarios 

En efecto, el “país nacional” se expresó en las urnas, y de esta manera, el mapa electoral y las cifras así lo han reflejado. Sin embargo, como ya lo he dicho en otra tribuna a veces “al voto le cuesta mucho más hacerse escuchar ante la opinión pública que expresarse en las urnas.”

Por otro lado, en su inmensa mayoría, el “país político” salió a rodear al nuevo inquilino de la Casa de Nariño a cambio de los consabidos favores que se cruzan entre el presupuesto nacional (Barril de los puercos) y los cargos al interior de la administración pública a nivel nacional (torta burocrática).  Sin decir más, Petro la ha tenido fácil 

A más de lo anterior, hay una situación que le favorece y es que no tiene un líder opositor que represente a ese poderoso pero silencioso 47.3% del electorado. Y no lo tiene porque, en virtud del Estatuto de la Oposición, Rodolfo Hernández resultó muy inferior a su destino abandonando su curul y, por lo tanto, a ese electorado que le confió con su voto la misión de evitar lo que sucederá al término de este mandato. En esto también, Petro la ha tenido fácil.

Sin un opositor, por fortuna como él, Petro ha gozado durante este periodo de gracia de un ambiente político que él nunca propició a sus vencedores. Para beneficio de nuestra democracia, como dijo otro columnista por ahí, Petro solo hay uno. 

En ausencia de ese líder que hoy herede ese poderoso caudal electoral del 47.3% y que represente un rechazo abierto a la combinación de todas las formas de lucha como método predilecto para la conquista del poder; Petro la ha tenido fácil. 

Adicional a ello, la traición de una parte del “país político” al “país nacional” y de la consabida maquinaria propagandística, que mueve las redes sociales, han ayudado a que gire en la opinión pública una falsa sensación que empuja a creer que el nuevo gobierno barrió en las urnas a su contraparte. ¿Algo más para no creer que Petro la ha tenido muy fácil?

Por encima de falsas sensaciones, la democracia necesita de altísimas dosis de verdad política para sobrevivir. De ahí que debamos recordarle a un país, víctima de amnesia, esas cifras electorales para que no cedan ante una serie de mitos que van distorsionando los episodios nacionales y que, a veces, terminan por darle forma a la historia de los pueblos. 

A despecho de este axioma, esperamos no asistir al estrangulamiento de la verdad con lugares comunes como que la crisis económica es resultado de las externalidades, que los problemas sociales son culpa exclusiva de gobiernos anteriores, que el desorden público tiene su origen en la fuerza pública y que los reveses diplomáticos vienen por cuenta de las potencias. 

Pero, con todo y lo fácil que la ha tenido Petro, las encuestas han notificado al país con cifras que, a pesar del margen de error, resultan muy dicientes para tan corto período de medición, pues, su gestión no logra superar su techo electoral. 

La encuesta del Centro Nacional de Consultoría nos dice que Petro goza de una imagen favorable del 61% mientras que tiene una desfavorable de apenas 23%. Contrastado con el resultado electoral, resultan más creíbles las cifras de Invamer en las que su gestión cuenta con 49.7% de aprobación y un 42.7% de desaprobación.  Algo similar sucede en las regiones donde se ratifica la coincidencia entre el sondeo y el balotaje electoral. 

Veremos a futuras mediciones, vencido el periodo de gracia, si la favorabilidad de Petro cae gracias a que sus desilusionados, y ya no tan creyentes, seguidores vayan a sumar a la otra mitad del país que seguirá desaprobándolo. 

Todas las democracias someten a los gobiernos a su propio desgaste incluso, por más fuerte que sea el liderazgo de quien lleva las riendas de la administración. El poder siempre pasa factura.

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Mario Huertas
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