Irradiando simpatía, despojado de las ínfulas de las estrellas, tan comunes en los de su talla cuando despiertan idolatría, se pasea entre los suyos, reconstruye sus caminos y evoca su pasado, Luis Díaz, el mejor futbolista colombiano del momento.
Cuesta creer que algún día, cuando irrumpía en los escenarios futboleros, demostrando en la adolescencia su calidad, vivió el rechazo de los dirigentes nacionales, quienes le negaron el derecho a vestir la camiseta y a exhibir el escudo de Colombia, en un torneo internacional indígena.
Recarga baterías con sus fanáticos expectantes, que ansiosos esperan el regreso de la acción, en la perfumada liga inglesa, donde es protagonista con el Liverpool, por su sensibilidad en el manejo del balón. Sus sueños de grandeza continúan en crecimiento.
Lo anterior, mientras la liga colombiana, maquillada con habilidad, afronta una nueva crisis, en perjuicio de la calidad competitiva.
No se respetan las reglas.
Los caminos recorridos por los clubes, en medio de sospechas, con irrelevancia del juego, por la reiterada pérdida de tiempo, las simulaciones y la tolerancia arbitral, desnudan la complejidad de la problemática actual.
En los estadios poco rueda la pelota. Años llevábamos sin una agresión de un futbolista a un árbitro o de un oficial de un equipo a un rival. El caos con todas sus aristas..
Como en el mundo del futbol, donde frecuentes son los triunfos de escritorio, en detrimento del juego limpio que se predica y no se cumple. En esos escenarios la transparencia no es virtud.
Por fortuna con Ecuador, hubo justicia.
Deprimentes fueron las falsas expectativas creadas desde medios por periodistas amarillistas, fomentando un ambiente falso, con la vacía posibilidad de ir a Catar.
Tantas mentiras juntas, con carencia de argumentación legal, solo para despertar el interés de los aficionados, en medio de zozobras y conflictos.
En fin, por fortuna está Luís Díaz, y con él otros de idénticas ambiciones, que nos ponen a vibrar en los estadios mientras a pedazos se cae el respeto hacia el hincha y la decencia al jugar.