Luis Betancur Correa

Prepararse para el Cisne Verde

Tomando el concepto del cisne negro como un evento inesperado e impacto extremo en la economía y las finanzas, el Bank for International Settlements (BIS) lanzó el concepto de cisne verde, haciendo referencia a una posible crisis financiera provocada por el cambio climático, teniendo en cuenta las graves consecuencias que éste podría ocasionar a nivel mundial. La investigación se baso en mezclar el fenómeno de “Cisne Negro” para caracterizar los sucesos que nadie esperaba que pasen, pero que suceden con la situación climática.

En el libro, “The Black Swan: The Impact of the Highly Improbable” (2007), Nassim Taleb, experto en estadística y ex trader de opciones y derivados, introdujo el concepto de “cisne negro” refiriéndose a eventos imprevistos con consecuencias extremas, los cuales, analizados en retrospectiva parecen obvios. Entre ellos menciona las dos guerras mundiales, la crisis financiera del 2008 y la pandemia por Covid-19.

La humanidad enfrenta su reto más grande, el cambio climático, que si bien es previsible y se sabe de su impacto, se desconoce su magnitud exacta aunque sus efectos catastróficos pueden ser mitigados a partir de innovación y tecnología con alcances y efectos exponenciales.

Según el estudio del BIS, los costos de los desastres naturales, como incendios, huracanes, inundaciones y derrumbes entre otros, son cada vez mayores y repercuten en sectores productivos, al presentarse un efecto cascada en la economía donde otros sectores sufrirán también pérdidas pudiendo llevar a la sociedad a una crisis financiera, por esto los cisnes verdes son eventos con un potencial extremadamente perturbador desde el punto de vista financiero.

Los problemas ambientales no son el único factor, también están las regulaciones para combatir el cambio climático, a través de normas que prohíben extraer combustibles fósiles o permitir exportar gas natural (como si esto no afectara el medio ambiente), ya que un cambio intempestivo en la regulación o en las condiciones del mercado pueden producir que inversionistas vendan repentinamente generando pánico, provocando disminución del valor de los activos y por ende una crisis financiera.

Ante esta situación, el diseño de estrategias y soluciones para hacer frente al cambio climático debe ser prioridad de empresas, academia y gobiernos. Las empresas que desarrollen soluciones innovadoras en esta materia tendrán una ventaja competitiva, siempre y cuando acojan herramientas para trascender en su gestión ambiental, social y gobierno corporativo o Environmental, Social and Governance (ESG), por sus siglas en inglés, es decir un índice que busca que las empresas busquen mejoras que les permite identificar, gestionar y reportar riesgos y oportunidades relacionados con el modelo de negocio incluyendo el cambio climático. 

Los grupos de interés exigen que contribuyan a la solución del cambio climático, la diversidad, la inclusión y la preservación del estado de derecho, entre otros. Igualmente, se espera que las empresas identifiquen, prioricen, mitiguen y reporten riesgos ambientales, sociales y de gobierno corporativo que puedan amenazar sus resultados operativos y financieros.

Este entorno requiere que directivos y juntas directivas, apropien la nueva teoría, del stakeholder theory, que propone que las empresas se administren teniendo en consideración las expectativas de los distintos grupos de interés, como accionistas, trabajadores, consumidores, proveedores, autoridades y comunidades, en vez de tener como único fin, generar utilidades para sus accionistas.

Con frecuencia, las empresas con una alta calificación ESG son más valoradas, al ser consideradas un indicador de la calidad de sus líderes y del equipo de trabajo y por tener mayor capacidad de recuperación y estar mejor preparadas para hacer frente a los riesgos, por eso adoptar una perspectiva ESG, es un buen negocio.

Adicionalmente, ESG está convirtiéndose en un índice esencial para hacer negocios con la banca y  los fondos de inversión. Por su parte, los reguladores están endureciendo las normas para que las empresas revelen al mercado sus principales riesgos ambientales, sociales y de gobierno corporativo y como los gestionan, como lo está haciendo la U.S. Securities & Exchange Commission (SEC) al proponer reglas para revelar información relacionada con el cambio climático y el potencial impacto en sus operaciones y resultados financieros.

Pronto propuestas similares estarán en Colombia ya sea a través de regulación o por exigencia de empresas matrices a sus subsidiarias y proveedores, debido a la responsabilidad por la cadena de suministro. Por esto, si una empresa aún no ha adoptado una perspectiva ESG para gestionar sus riesgos estratégicamente, es momento de hacerlo antes de la llegada del próximo cisne.

Existe una serie de problemas ambientales producidos por sectores industriales que deben ser corregidos, para consolidar el camino hacia la sostenibilidad y garantizar estabilidad económica, social y medio ambiental de las empresas, la sociedad y el país.

Sectores como el fast fashion o moda rápida, esta novedosa industria cuya rápida producción de prendas a menor costo, ajustándose a los cambios constantes de los clientes, es la segunda industria que más consume agua y es la responsable del 20% de la contaminación industrial del agua y al mismo tiempo generador de basura, ya que 85% de los textiles terminan en el basurero. Por su lado el sector de plásticos cuya producción anual es de 400 millones de toneladas es uno de los mayores generadores de desechos. Mientras tanto menos del 20% de los plásticos se recicla o reutiliza.

Otro inconveniente ambiental es la generación de basura, por la contaminación que produce. El consumo global de recursos por persona se ha duplicado en los últimos 50 años con el agravante de que la población mundial se triplicó en este mismo periodo y con 800 millones de personas con hambre (según la FAO), el volumen de alimentos que se tira o desperdicia es de 1.300 millones de toneladas anuales lo que implica un derroche de agua, tierra y energía utilizados para producirlos.

Los países están avanzando hacia un modelo de desarrollo sostenible que implica una visión compartida de largo plazo y acordado como el mejor camino para el progreso de la población sin comprometer recursos del futuro. Las inversiones que se están realizando, permiten el acceso a productos y nuevos mercados que generan economías de escala y empleos. Un ejemplo es el avance hacia un transporte marítimo sostenible y amigable con el medio ambiente. 

Casi 85% del comercio mundial se moviliza a través del transporte marítimo. El crecimiento de su capacidad y el manejo de contenedores permitieron que se transformara en el principal modo del comercio exterior, haciéndolo uno de los mayores contaminadores y un importante responsable del deterioro ambiental y es aquí con apoyo de las tecnologías emergentes se pueden conocer con anticipación y reducir la contaminación al automatizar la operación portuaria haciendo más eficiente su gestión, reduciendo la contaminación y aumentando la seguridad, al tener procesos ágiles y eficientes como el proceso de cargue y descargue de contenedores, reduciendo de esta manera la emisión de gases y el consumo innecesario de combustibles. 

Lo mismo sucede en el transporte de carga terrestre donde los vehículos autónomos mejorarán la seguridad y disminuirán emisiones. El proceso de innovación en materia de transporte y su impacto en el comercio internacional continuará avanzando aceleradamente, empujado por factores como la transición hacia un modelo sostenible y la transformación digital, llevando al sector a evolucionar hacia una movilidad ecológica y eficiente utilizando energías limpias, iniciando el camino hacia emisiones cero.

Según Juniper Research, el número de conexiones al Internet de las cosas pasará de 35.000 millones en 2020 a 83.000 millones en 2024, siendo un desafío para la economía y el comercio internacional. Las tecnologías Blockchain, la geolocalización permanente de las cargas, contenedores de materiales resistentes y de bajo peso, menor consumo de combustible y desarrollo de barcos autónomos, basados en energía solar y eólica, son parte fundamental de este proceso de transformación del sector.

Por esto apropiar la sostenibilidad para cambiar la forma de gestionar lo social, económico y ambiental, al repensar la forma de vivir, vestir, alimentarse, movilizarse al igual que la forma de producir y consumir, basada en la economía circular al reparar, renovar, reciclar y reutilizar productos, es en lo que muchas empresas están enfocando su estrategia para lograr un comercio y una economía sostenible, evitando hacer greenwashing (lavado de imagen verde) como forma de engañarse a sí mismos y a la sociedad.

Prevenir los cisnes verdes requiere ejecutar acciones ambiciosas a pesar de la incertidumbre, con el fin de evitar las catástrofes climáticas, ya que son más graves que las crisis financieras al ser una amenaza para la humanidad. Por esto anticiparse y entender que una reacción en cadena y en cascada podría generar dinámicas ambientales, geopolíticas, sociales y económicas impredecibles, afectando además del medio ambiente, a la economía del país y su desarrollo social.

Los eventos causados por el calentamiento global y el crecimiento basado en emisiones de carbono crean condiciones para la llegada de cisnes verdes, tendrán efectos inciertos en todos los ámbitos de la actividad humana. Por esto el gobierno, entidades financieras y empresas deben impulsar un cambio a largo plazo con el objetivo de mantener la estabilidad financiera, integrando los riesgos del cambio climático con regulaciones serias, considerando la estabilidad climática como un bien público e integrar la sostenibilidad en la estrategia operativa ya que el gran desafío del cambio climático no es solo salvar el planeta, sino salvar a la humanidad.

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Luis Betancur Correa
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