Desde que leí sus planteamientos, he relacionado la modernidad líquida de Zygmunt Bauman con muchos escenarios de la época que vivimos. Hoy, pienso en la forma como percibimos nuestro proyecto de vida: un océano infinito de posibilidades con sueños, unos sobreviven, otros naufragan.
Una publicación de Hootsuite a finales de 2021 revela que 500 millones de personas usan los stories de instagram al día, y más de mil millones de personas utilizan esta red social cada mes. Son muchos creadores y mucha audiencia, ¿no?
En ese mar de personas conectadas en línea hay, en consecuencia, hay millones de historias de vida. Lo que resulta alarmante es el margen de ficción que brinda esta y todas las redes sociales. Desde una publicación sin pretensión, hasta los bien conocidos filtros, se han convertido en el escenario perfecto para compartir historias, unas más reales que otras, al final historias.
Pero ¿qué relación tiene esto con los sueños o con el proyecto de vida personal? Toda. El reinado del algoritmo y la poca regulación que existe frente a los contenidos en internet, han hecho que los creadores o figuras públicas y su audiencia, prosumidores en general entremos a ser parte de la dinámica de publicidad y atención que suscita ser parte de un espacio público, como a mi modo de ver, son las redes sociales.
Lo anterior es completamente natural y nada nuevo. Sin embargo, en este escenario de opinión traigo a la conversación el efecto del contenido. Si bien, a su creación hace más de diez años, las redes sociales se mostraron como una forma de promover la comunicación real, lejos de estereotipos e ideas abstractas de “vidas ideales”, hoy se perfilan como más de lo mismo: miles de creadores que presentan el lado estético e ideal, y sin ánimo de recriminar, porque es parte de la dinámica; nadie quiere mostrar los momentos difíciles o poco agradables de su existencia.
Aunque, es parte de la responsabilidad ¿no? crear, con la consciencia de que al otro lado a cien, mil o miles que están viendo en cada uno un referente de cómo debe ser la vida. Se trata de inspirar, y hay quienes con la consciencia de lo que eso significa, habitan el espacio digital en coherencia con su día a día. Porque los sueños no se cumplen por generación espontánea y eso también se cuenta.
Sin embargo, no está mal aterrizar al hecho de que hay una vida más allá de las pantallas, que un ‘like’, no significa nada más allá de lo líquido (citando a Bauman) en la forma de relacionarnos con el otro. Al oprimir el botón de apagar, en el móvil, la vida sigue.
Escuche aquí la conversación Alejandro Turbay Noguera
Viajar para inspirar: Alejandro Turbay Noguera
Al inicio hablamos de Zygmunt Bauman porque así como las relaciones, en las redes y calles todos los días nacen y mueren sueños en un océano carente de profundidad. La conversación de hoy es distinta: Alejandro Turbay Noguera es, a mi modo de ver, uno de los creadores de contenido en Colombia con mayor responsabilidad como líder de opinión en ecosistemas digitales.
Consciente de lo que la vida dispuso para él desde el primer día, Alejandro, conocido en redes bajo el distintivo de @viajarparainspirar decidió seguir su sueño de recorrer el mundo y al tiempo contarle al mundo su travesía, desde ese día, según nuestra conversación, no ha parado.
Más de 60 países visitados y 26 departamentos en Colombia, robustecen la lista de metas que este bogotano ha trazado. Uno de sus propósitos es tal vez, una de sus más grandes responsabilidades: inspirar.
Su forma de ver la vida le llevó a dictar clases de salsa al otro lado del mundo, trabajar en establecimientos de comercio entre muchas otras actividades informales que, sumadas al carisma que lo acompaña, le han permitido cumplir el sueño de muchos y compartirlo en línea: conocer el mundo a través de su gente.
Por eso decidió contarlo, sabe que si él pudo todos pueden y si está en sus manos la posibilidad de relatar el camino para motivar los sueños de alguien más, él está dispuesto no solo a viajar, a vivir para inspirar.
