Carlos Salas
Carlos Salas

Toc, toc, toc, toc

TOC son las siglas con las que se nombra el trastorno obsesivo compulsivo que estamos sufriendo, en mayor o menor medida, los habitantes de este planeta luego de los confinamientos y los temores vividos durante más de dos años. En Internet lo definen así: “El Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC), es un trastorno caracterizado por la existencia de pensamientos obsesivos y compulsivos. Es una problemática con bastante prevalencia y que produce mucha interferencia en la vida diaria de las personas que lo padecen”.

La cosa se agrava para los colombianos cuando se suma el terror que causa pensar que podemos caer en el castrochavismo como recientemente cayeron Perú y Chile. No es para menos, tenemos a un sujeto aspirando llegar al poder para atornillarse ahí, lo que le significa hacer parte de la comparsa de imbéciles que ya han logrado su objetivo, siguiendo instrucciones precisas dictadas desde el Foro de Sao Paulo que se ajustan perfectamente a la agenda globalista, al gran reseteo y otras maquinaciones que compiten con la distopía que Orwell escribió y que otros se han dedicado, eficazmente, a convertirla en realidad..

La situación es muy sencilla, se trata de generar una obsesión colectiva a partir de la repetición del nombre del sujeto en cuestión: PETRO PETRO PETRO PETRO hasta que entremos en trance y nos llenemos de un miedo paralizante. Poca importancia tiene cuestionar las continuas locuras que se le ocurren a ese sujeto, lo que interesa es que suene, suene y suene como un siniestro y diabólico mantra. Ya instalado en nuestros cerebros se vuelve crónico y muy difícil de erradicar.

Tendremos que inventar terapias sanadoras porque ante este nuevo TOC no hay tratamiento alguno. ¡Qué tontamente caímos en este trastorno y qué ingenuamente lo transmitimos! ¿Será útil el uso de un tapabocas que nos impida hablar más de la cuenta o, de pronto, sería eficaz que nos colocaran una camisa de fuerza evitando así teclear tan odiosa palabra? Ya el daño está hecho y lo que nos corresponde es minimizar las consecuencias.

Qué el susodicho pretende llegar al poder a cómo dé lugar, aprovechándose de nuestra frágil y estropeada democracia, no cabe duda. Esa presencia constante del Gran Hermano, que hacía insoportable la vida a los habitantes de Oceanía, se ha hecho realidad sin necesidad de un régimen autoritario y ha penetrado nuestra psiquis como si fuese una posesión colectiva. No importa en qué lugar se encuentre cada uno de los ciudadanos, si en la izquierda, la derecha, el centro o la periferia, lo cierto es que nadie es inmune a ese TOC que ha sido creado como si fuese un virus de laboratorio.

Como antídoto pretenden ofrecernos un FICO tan sonoro y pegajoso lo que ha agravado la situación mental de los colombianos. Poco importa el plan de gobierno del uno o del otro, eso es lo de menos, lo importante es cual de los dos resuena más en las enfermas mentes de los ciudadanos en lo que el delirante PETRO lleva una gran ventaja cuando cada día sale con una idea más absurda que la anterior poniendo a temblar a los ya atrapados en las redes del TOC.

Si no le ponemos estate quieto a esa desagradable situación nos veremos vulnerables a un fraude o a una sublevación.

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