Nos encontramos a solo 3 días de que se ejecute la mayor manifestación de democracia. Este 13 de marzo la cita será en las urnas para elegir un nuevo Congreso. La coyuntura de las elecciones presidenciales tiende a opacar las candidaturas y debates que se dan en las elecciones legislativas. Pero no debemos desviar la atención sobre lo más importante, sobre quienes tendrán la facultad de representar a los colombianos a la hora de proferir las normas que nos rigen y realizar modificaciones a la Constitución que rige al país, dos de las funciones más importantes que tiene el legislativo.
En las últimas elecciones llevadas a cabo en el 2018, fueron un total de 17 millones de colombianos los que acudieron a las urnas para votar al Congreso de la República. Y, aunque algunos analistas prevén cifras de abstención iguales o mayores al promedio histórico, yo conservo la esperanza en que después de tanto descontento social manifestado, la revolución se lleve a cabo en las urnas este domingo.
Como parte de la reflexión que debemos hacer con antelación a las elecciones es combatir el pensamiento que afirma que lo mejor es no votar ni interesarse en los debates públicos, porque el país no tiene solución. Su voto es crucial, no se olvide que está decidiendo por el futuro suyo, de su familia y de su país.
Aunque todas las posturas ideológicas son respetables y su participación ya es una ganancia para nuestra democracia participativa, OJO a quien le pone la X encima en el tarjetón. Nuestro país se encuentra en una situación vulnerable fruto de los estragos de la pandemia y del descontento social, por lo que el grado de exigencia que debemos tener para los representantes de los colombianos en las instituciones del Estado debe ser alto, no estamos para caer en garras nefastas y ceder el poder a cualquiera.
Necesitamos renovación en el Congreso para legislar ante las demandas actuales que tiene nuestra sociedad y, en especial, las juventudes que se encuentran en busca de quien los escuche y de una corporación que ejerza con transparencia y de puertas abiertas al pueblo un control político serio.
Hace unos meses ante la repentina y dolorosa muerte de mi padre, Carlos Holmes Trujillo García, tomé una importante decisión en mi vida al postularme para estas elecciones como candidato al Senado de la República. Cambio Radical, mi casa política me dio su apoyo, aval y respaldo para hacerlo de manera libre y coherente con las convicciones, ideales y valores que he heredado del legado de mi familia.
Soy el número 100 de la lista y hoy llegando al final de este proceso como candidato, puedo decir que he hecho una campaña bonita, que, con la voluntad de los colombianos, con el apoyo de amigos y familia puedo hinchar el pecho con la labor que hemos hecho y sobre todo estar agradecidos por tantos territorios y personas nuevas que he podido conocer.
Yo no conozco de maquinarias, de estructuras, ni hacer políticas de esas formas incongruentes, inmorales e inaceptables. Mi papá no me enseñó esas prácticas. Yo conozco es del trabajo duro y arduo.
Esta es la primera vez que postulo mi nombre para representar a los colombianos, quiero ser renovación, quiero ser diálogo, quiero ser oídos, ojos y quiero deberme al pueblo de este país. Yo les pertenezco y quiero servirle al país desde el Congreso.
Yo, Camilo Trujillo, no voy a defraudar a quienes depositen su confianza y representatividad en mí, porque estoy haciendo esto de corazón, por un legado, por una historia, por un interés supremo que es este país. Por esas condiciones, pido el apoyo de cada uno de los colombianos, quiero que ustedes manden y que este 13 de marzo se haga sentir el Cambio Radical 100 al Senado.
