El poder de la oración de la serenidad

Mié, 19/07/2023 - 08:47
Cuando todos seguimos lo que nos dicta el corazón, la gracia se despliega y nosotros nos desplegamos con ella.
Créditos:
Bobby Johnson

La oración de la serenidad de Reinhold Niebur es una de las grandes herramientas prácticas que pueden ayudarnos a vivir pacíficamente:

Señor, concédeme la serenidad de aceptar las cosas que no puedo cambiar, la valentía de cambiar las cosas que puedo cambiar y la sabiduría para conocer la diferencia.

Estas simples palabras nos ofrecen una brújula para vivir sin tensión ni culpa. Hay algunas cosas que no podemos cambiar. Tenemos que aprender a aceptarlas, aunque nos resulte difícil. Tenemos que extender nuestros brazos en torno a nuestra experiencia y vivir con ella tan compasivamente como podamos. De otro modo, estaremos dándonos cabezazos contra un muro de ladrillos.

Podemos cambiar algunas cosas con valentía e iniciativa. Una palabra dicha en el momento justo o una intervención en una disputa pueden salvar la vida de alguien. Pero, a menudo necesitamos paciencia y persistencia cuando elegimos cuestionar la injusticia o el abuso. El cambio en los corazones y en las mentes de los seres humanos raras veces se produce de la noche a la mañana. A menudo requiere generaciones. Lo importante es hacer nuestra parte cuando tengamos la oportunidad.

Una persona que vive en el flujo creativo del universo, sabe cuándo es el momento de aceptar y cuándo es el momento de defender su postura y hacer que se tenga en cuenta. Para esto no hay una regla fija.

“El poder de la oración” en la voz del Logoterapeuta y Coach de Vida Armando Martí© (una adaptación del libro Las Llaves del Reino de Paul Ferrini), para la sección Konciencia de KienyKe.com. Escúchalo, disfrútalo y compártelo:

El despliegue de la gracia

La gracia se despliega en el momento que se lo permitimos. Cuando dejamos de interferir en los asuntos de los demás, cuando dejamos de
intentar controlar, convencer, influir o presionar a los demás, les damos el espacio que necesitan para seguir el dictado de su corazón. Esto es bueno para nosotros. No queremos que nos sigan si no es para su mayor bien. Después de todo, su mayor bien y el nuestro son uno y el mismo. Esto es algo que tenemos que aprender. Pensamos que podemos elevarnos denigrando a otros. Creemos poder conseguir lo que queremos controlando a otros. Pero no es cierto. Lo que hiere a otros acaba dañándonos también a nosotros.

Debemos aprender a establecer unos buenos límites. Hemos de dar a los demás espacio para ser quienes son. Debes honrar sus elecciones y pedirles que honren las nuestras. Cuando la vida nos junta armónicamente, podemos bailar. Cuando nos lleva en distintas direcciones, hemos de soltar.Al final, en realidad nadie sabe lo que es bueno para sí. Creemos que sabemos, pero solo vemos una perspectiva muy limitada. Tenemos que soltar esta perspectiva limitada para poder comprender el gran cuadro. Si queremos entender plenamente y apreciar el propósito que otra persona tiene en nuestra vida, debemos permitir que esa otra persona vaya y venga libremente.

Cuando todos seguimos lo que nos dicta el corazón, la gracia se despliega y nosotros nos desplegamos con ella. El Tao está presente en los corazones y en las mentes de los seres humanos. Así podemos ver y apreciar la danza de la vida.

Una de las mayores lecciones que aprendemos en nuestro camino espiritual es a quitarnos de en medio. Aprendemos a abandonar nuestras expectativas, nuestra intenciones, nuestra necesidad de controlar. Rendimos nuestro ego y dejamos que los dados caigan donde quieran. Por más que lo intentemos, no tenemos control sobre dónde caerán. Por lo tanto, ¿para qué preocuparse? No sirve de nada.

El gran descubrimiento de nuestro camino, se produce cuando comprendemos que nuestro mayor bien se despliega al hacernos a un lado y dejar que las cosas ocurran. Por supuesto, nos esforzamos por hablar y actuar cuando el lugar o el momento no son los adecuados. Hacemos las cosas lo mejor que sabemos y después “soltamos y dejamos hacer a Dios”. Confiamos en el universo.

Hacer las cosas lo mejor que sabemos es y siempre será suficiente. Sabiendo esto profundamente en nuestros corazones, dejamos los resultados en manos de las leyes universales del amor que operan en nuestras vidas.

Cosas importantes para recordar:

1. Abstente de actuar de un modo que te produzca presión y tensión, y que se las produzcas a otros.

2. No basta con hacer lo que deseas. Tienes que poder proceder pacíficamente. De otro modo, no merece la pena hacerlo.

3. Hacer y dejar de hacer deberían tener el mismo peso en tu práctica.

4. Si no es para tu mayor bien y para el mayor bien de los demás, no lo hagas.

5. Di y haz cosas que sean útiles. Evita decir y hacer cosas dañinas.

Por: Armando Martí

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