Su labor es fundamental para asegurar que los demás trabajadores esenciales lleguen de sus hogares a sus puestos durante la nueva etapa de cuarentena más flexibilizada, por lo que el Gobierno estipuló un nuevo y más estricto protocolo de sanidad en vehículos y cabeceras.
Argentina lleva más de cinco semanas de Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio, que se extendió nuevamente hasta el 10 de mayo, pero con mayores permisos de reactivación para algunos sectores productivos paralizados y apertura selectiva en los distritos menos poblados del país.
Como ha venido pasando con el paso de cada semana, de a poco se han ido incorporando a sus puestos de trabajo cada vez más personas y el flujo de personas seguirá aumentando. Muchas de estas utilizan el transporte público para viajar, sobre todo entre el conurbano bonaerense, donde viven 12 millones de personas, y la ciudad de Buenos Aires, centro neurálgico nacional.
"Cuando apenas arrancó la cuarentena, en la empresa no tomaron ninguna medida cuando otras ya habían instalado un separador plástico en las cabinas. Tuvimos que reunirnos con los delegados gremiales y ponerlas nosotros mismos, porque no nos daban nada al principio, no había ni jabón en los baños de las cabeceras", dijo a Sputnik Mariano, conductor de la línea 127.
El chofer de colectivo, como llaman a los autobuses urbanos en Argentina, explicó que con el pasar de los días la compañía puso a disposición alcohol en gel e instaló nuevos separadores más seguros. Les dieron un único barbijo a cada uno, pero descartable, por lo que hasta el momento usan reutilizables que consiguieron gracias a la gestión de uno de sus compañeros.
Para asegurar que se cumpla el cuidado de la salud de pasajeros y conductores de transporte automotor, las autoridades actualizaron el protocolo de sanidad. Las disposiciones incluyen que las empresas provean diariamente de tapabocas y midan la temperatura de los choferes y empleados en las terminales, se cumpla el distanciamiento social de metro y medio, además de evitar las transacciones físicas en pos de las digitales.
Dentro de los vehículos, se clausuraron las puertas delanteras, se instalaron sistemas de aislamiento transparentes y se anularon las primeras filas de asientos para evitar la cercanía con los conductores en el ingreso.
Nuevo protocolo.
Mariano contó que en su línea no han implementado el bloqueo de la puerta delantera ya que las máquinas de cobro se encuentran junto a la cabina. Muchos autobuses comparten esta disposición, por lo que la medida obliga a los pasajeros a subir por las puertas ubicadas en el centro del coche y de todas formas acercarse al conductor para pagar su boleto, lo que incluso hace que deba recorrer dos veces el mismo trayecto a lado de las personas que se encuentran ya sentadas en los asientos de la mitad frontal.
Esto se suma a la medida preexistente de que el cupo máximo de pasajeros en las unidades sea correspondiente con los asientos disponibles, sin posibilidad de viajeros de pie. Además, se determina la frecuencia de los viajes para contener las horas pico, cuando los asientos van siempre ocupados.
Desde el comienzo de la cuarentena, los conductores en grupo de riesgo fueron licenciados y los recorridos se hacen de acuerdo al cronograma para días domingo, debido a la ausencia de grandes concentraciones en las calles.
Los trabajadores trabajan día por medio, aunque esto depende de la línea y de la cantidad de choferes disponibles, y cobran el sueldo completo, aunque dejan de percibir las horas extra y el viático diario aquellos días que no acuden, que representa entre 5 y 10 % de lo que reciben por mes.
"Me llevo en la mochila alcohol, lavandina y un trapo, y cada día limpio toda mi zona de trabajo, porque el colectivo siempre lo manejan dos personas. Al principio de la cuarentena, estaban desinfectando siempre las unidades y ahora en una de las cabeceras ya no lo hacen más y en la otra lo hacen a veces. La gente de la empresa quiere tener cero contacto con nosotros, ni siquiera está abierta la oficina de personal", narró.
El protocolo normado por la Comisión Nacional de Regulación del Transporte (CNRT) establece que cada coche debe ser desinfectado mediante un pulverizador rociador con una solución desinfectante a base de alcohol, lavandina u amoníaco u otro líquido de limpieza aprobado según indicaciones del Ministerio de Salud.
En el Área Metropolitana de Buenos Aires, que incluye la capital nacional y sus alrededores, existen 137 líneas de autobuses urbanos, controladas por 27 compañías concesionadas, y el sindicato que los nuclea, la Unión Tranviarios Automotor (UTA), tiene cerca de 80.000 afiliados, aunque esta cifra incluye a conductores de ómnibus interurbanos, subtes y micros.
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"Algunas empresas tiene vocación de colaboración permanente y hay otras que no. El protocolo hay que cumplirlo, está para eso. Poder controlar a todos los conductores y trabajadores de transporte nos va a dar tranquilidad", dijo a Sputnik Mario Calegari, vocero de la UTA.
"Tenemos algunos conductores que se han contagiado, pero no superan los ocho casos. Desde el 16 de marzo, los servicios de larga distancia no se está moviendo ni una sola unidad, con lo cual el aporte del Estado va a ser muy importante para asegurarle los salarios a estos 18.000 trabajadores", aseguró el representante gremial.