En tierras peruanas, Millonarios tenía la obligación de borrar la mala imagen del 1-2 en El Campín ante el inhóspito César Vallejo de Perú. Dejó los deberes para el juego de visitante y por eso salió con un planteamiento más desesperado. De entrada lo pagó. Esta vez el verdugo fue Ronald Quinteros. Rápido, a los dos minutos, un zapatazo inatajable puso las cosas más complicadas para los embajadores.
Millonarios sin reacción. Cada minuto era una tortura en suelo incaico. Tan mal se vio, que no demoró en ver caer su valla por segunda vez. Ronald Quintero nuevamente le pegó una estaca al orgullo embajador, luego de una jugada de toques que definió cerca de la línea de cal.
No se vio por donde pudiera reaccionar Millos, pero un zapatazo milagroso de Fernando Uribe le devolvió el alma al cuerpo a los fanáticos albiazules. El delantero levantó el ánimo del equipo y les mostró un camino para la hazaña al cuadro de Juan Manuel Lillo.
Al inicio de la segunda mitad, el equipo bogotano fue el protagonista. Pocas veces César Vallejo se acercó al arco de Delgado en ese lapso, y Millonarios, sin muchas ideas pero con mucho empuje, llegaron al empate. Jonathan Agudelo fue el encargado de llevar esperanza a 20 minutos del final con un disparo forzado.
El milagro estuvo al alcance de la mano, pero el destino castigó a un equipo que hizo mal los deberes y a los embajadores no les alcanzó. Intentando por todos los lados, el gol no se le dio a los dirigidos por Lillo que se van del torneo sin pena ni gloria, pero al menos al final mostraron vergüenza.
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