Publicado por: david.trujillo el Jue, 25/08/2022 - 16:11
Un grupo de turistas ecuatorianos denunció el alto costo que tuvieron que pagar por almorzar en Playa Blanca de la Isla de Barú, en Cartagena.

La especulación en los precios de la comida y la bebida en las playas de Cartagena sigue dando de qué hablar. Esta vez fue una familia ecuatoriana la que se vio en medio de un embrollo porque un establecimiento les iba a cobrar 600 dólares por dos platos con mojarras y cuatro cervezas, un costo más que exagerado para lo que consumieron.

Cuando los ecuatorianos recibieron la cuenta, le preguntaron a una familia barranquillera si ese era el precio de lo que habían consumido. Los otros turistas nacionales les informaron que era un precio demasiado elevado y casi un atraco lo que les estaba cobrando el restaurante.

Sin embargo, cuando los ecuatorianos reclamaron y se negaron a pagar, se les vino encima una gavilla de vendedores ambulantes para increparlos a elloss y a los colombianos que los acompañaban y defendían de este amaño de precios descarado.

 “Dejá de estar grabando porque te boto ese teléfono”, le dice en el clip uno de los vendedores ambulantes molesto por no recibir el pago de 600 dólares mientras le tira el teléfono al piso. De allí se escucha una pelea donde al parecer el vendedor ambulante al parecer le pega a la mujer después de que esta le da una cachetada.

Y es que en Cartagena están haciendo su agosto de cuenta de los turistas ingenuos que consumen los productos sin preguntar y luego se ven a gatas para pagar cuentas millonarias que les entregan en talonarios hechos a mano y que además son intimidados y constreñidos tan pronto reciben algún reclamo por parte de los comensales.

Situaciones como esta se han vuelto el pan de cada día en Cartagena, con sonados casos como el de la botella de aguardiente a 400 mil o el turista que pagó por una ostra 110 mil pesos. Además, un grupo de turistas mexicanos se gastó seis millones de pesos por un día en la playa, mientras que a una propia cartagenera le cobraron 250 mil por servicio, seguridad y mantenimiento de la playa.  

Todas estas historias tienen en común que son los administradores de los establecimientos comericiales y los nativos que trabajan en los quioscos de la playa de manera informal, quienes están cometiendo este atropello y espantando su propia clientela, principalmente a los extranjeros.