En la localidad de Los Mártires en el centro de Bogotá se concentra la zona de tolerancia de la ciudad. En ella, historias impactantes, de precariedad y necesidades afloran con la llegada de la noche, sucesos lamentables y una realidad cruda que muy pocos ven. Sin embargo, Zona Hostil programa investigativo de KienyKe.com se internó en ella para descubrir los lugares en los que la muerte habita y que son usados para prácticas escalofriantes. 

La tapa de una alcantarilla corrida, un par de ladrillos flojos o un simple hueco sobre una pared robusta, son suficientes para que en las calles ese espacio que se abre ante los ojos de las personas en dicha situación, sea catalogado como un hotel, un hogar. 

Algunos de estos espacios diminutos e insalubres, se convierten en el refugio de cientos de habitantes de calles donde se esconden del peligro, del frío y de los días complejos que les impone su rutina. Esa necesidad imperiosa de intimidad los lleva a meterse a el hueco que se abra sobre la tierra, las paredes, la calle, el asfalto o la tierra. 

Raúl Arévalo, periodista de Zona Hositl, 
se inmiscuyó en estos espacios que frente a la cámara transmiten incomodidad, insalubridad y peligro, sin embargo, para los habitantes de calle, son hoteles de gran demanda donde se pueden desarrollar cientos de prácticas que solucionen de manera momentánea, sus problemas. 

De estos lugares, se desprenden diversas problemáticas de salud pública, como relaciones sexuales pagas, enfermedades de transmisión sexual, insalubridad, drogadicción y lo más grave, abortos artesanales que ponen en riesgo la vida de cientos de mujeres, que ante las condiciones extremas terminan abandonando sus fetos sobre estas diminutas guaridas que esconden un infierno. 

Las voces de las autoridades y voluntarios estarán presentes en este capítulo, que guían el recorrido por las avenidas de Bogotá y que buscan concientizar la apropiación de este problema que está en el pleno centro de la ciudad, compartiendo las consecuencias de este infierno con la cotidianidad de los ciudadanos que ignoran esta realidad mientras pasan en su vehículo o transporte rumbo a sus oficinas o lugares de estudio. 

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Las guaridas de la muerte

Sin embargo, ante la exposición al peligro y a los flagelos que abundan en las calles, estos espacios terminan convertidos en lugares donde se practica sexo pago, por cinco mil pesos, por dos mil o hasta por droga. Se convierten en escenarios escalofriantes donde se realizan abortos de manera artesanal y en condiciones paupérrimas, hechos en las manos casi de la propia muerte, que no tiene conmiseración por nada ni nadie y abandona los bebés y fetos muertos en los costados de las principales vías del centro de Bogotá. 

Con dolor, impacto y cotidianidad los ojos de los habitantes de calle sobreviven a estas prácticas extremas que ponen en riesgo la vida de miles de mujeres. Una realidad común en la que ellos y recicladores terminan encontrándose los seres expulsados de esos vientres cerca a los lugares que habitan. Con sus manos, los entierran y rezan para que lo divino sea justo. Sin embargo, el corazón duele ante el impacto. 

Sexo y muerte cabe en esos pequeños lugares que deja una alcantarilla o un hueco en la pared. La droga, también habita en estos espacios, que son lugares para dormir también, que se alquilan incluso. 


Estas guaridas de la muerte en la localidad de Los Mártires en el centro de Bogotá, son un problema de salud pública que la mayoría se niegan a ver. Las autoridades concuerdan con esto, de hecho, un edil de la localidad dice esto: “Las instituciones se encargan de revisar y mirar el tema de las trabajadoras sexuales y no entran a mirar con pinzas lo que en realidad sucede después de una relación paga”. Haciendo énfasis en la poca acción al respecto. 

Pues mientras las autoridades o los actores realmente involucrados hacen algo al respecto, de manera seria y acorde al nivel de la problemática, cientos de mujeres siguen poniendo en riesgo su vida en estas guaridas. Cientos llegan al borde del óbito por la drogadicción, por conflictos violentos, por insalubridad. Pocos metros acorralan a estos seres humanos que sobreviven a condiciones extremas en lo que llaman hogar, pero que en realidad son un espacio alquilado en la nada, en la muerte.