El gringo que se burló de Pablo Escobar y vivió para contarlo

Mar, 23/08/2016 - 13:17
Durante cinco años se infiltró Robert Mazur en operaciones de lavado de dinero que tenía que ver con los carteles de la droga de Pablo Escobar y Manuel Noriega. Dedicado solamente a la organizació
Durante cinco años se infiltró Robert Mazur en operaciones de lavado de dinero que tenía que ver con los carteles de la droga de Pablo Escobar y Manuel Noriega. Dedicado solamente a la organización de Escobar, el Cartel de Medellín, duró más o menos dos años. Este hecho, que ocurrió en la vida real, es el argumento de la película El Infiltrado que próximamente llegará a las salas de cine de Colombia. Lea también: Así celebraba Pablo Escobar la muerte de los líderes del país. El Infiltrado está basada en el libro escrito por el agente de la DEA y narra el cómo Mazur logró meterse al fondo del cartel de Medellín y quitarle a esta organización cientos de miles de millones de dólares, toneladas de coca y capturarle algunos de sus hombres en una operación encubierta que llamaron C-Chase. Lea aquí: Las verdades y mentiras sobre Pablo Escobar. Mazur pudo infiltrarse dentro del cartel de Medellín, haciéndose pasar por un experto lavador de dinero. Su operación también tumbó al Banco de Crédito y Comercio Intenacional, BCCI, que tenía sede en Luxemburgo, entidad que era una las que le ayudaba al cartel a blanquear y proteger el ilícito dinero. Le puede interesar: Los caprichos de la hija de Pablo Escobar. Aunque Mazur nunca logró establecer contacto directo con Pablo Escobar, sí lo hizo con Gerardo Moncada, mano derecha del capo, que años después terminó asesinado a manos del mismo Escobar. La identidad que tomó Mazur fue la de Robert Mussela, un estadounidense muerto, que tuviese más o menos su edad y que al igual que él, tuviese ascendencia italiana. El muerto tuvo en vida trayectoria de contador público, trabajó en un banco y en una firma de corredores de bolsa. Esos mismos eran los verdaderos antecedentes de Mazur antes de volverse agente de la DEA. La idea, según el infiltrado, fue basar su papel en una historia que se pareciera mucho a su vida real, para mentir lo menos posible, para actuar lo menos posible. Después de poner el anzuelo en los oídos de los hombres de Escobar (que él era un hombre que podría lavar sumas astronómicas de dinero), fueron los del Cartel de Medellín quienes lo buscaron. Al comienzo se hizo un sujeto esquivo y de difícil acceso. Fue un colega suyo de la DEA que se hizo pasar por su representante quien estableció el primer contacto con los hombres de Escobar y les ofreció los servicios de lavado de dinero con su jefe. Después de ahí el trabajo fue del infiltrado, quien en pocos meses se hizo tomar tanta confianza que logró negociar directamente con Moncada, el hombre a quien el capo le había confiado el manejo financiero de la organización. Se reunieron en París. No todo salió como estaba planeado. Los hombres de Escobar se percataron de que estaban siendo seguidos e infiltrados. El primer sospechoso de ellos fue Mazur. La relación se dañó pero Mazur, en los pies de Mussela, los citó en Estados Unidos y a esa reunión fue sin seguridad, fue absolutamente solo y allá, utilizando su discurso, convenció a los bandidos que él también había sentido la fuga de información y que esta podría provenir de sus hombres o de los hombres del Cartel de Medellín y que cada uno tenía que buscar esa fuga y darle solución, matando al soplón. Las relaciones se restablecieron. Tras casi dos años de multimillonarios negocios tenían que idear un plan para atrapar a la mayoría de hombres que hacían parte tanto del Cartel de Medellín como del banco que ayudaba con el ilícito negocio. El plan fue idea de la supuesta novia de Mussela, quien pensó en anunciar su matrimonio con el comerciante. A esa reunión fueron los grandes amigos que Mussela había hecho durante su paso como socio del Cartel de Medellín. La reunión, que duraría un par de días, era en el exclusivo Club Campestre de Innsbrook, allí harían un retiro que terminaría con la boda. Un día antes de la supuesta boda, presuntamente, sin que el novio lo supiera, familiares y otros amigos de él, que también eran agentes DEA infiltrados, planearon una alocada despedida de soltero y las limusinas estaban listas para llevar a los hombres a ese evento, pero la verdad era el último día de la operación, los estaban llevando a un lugar.  Los llevaron a un edificio, en el centro de Tampa, donde los estaba esperando una unidad especial para arrestarlos. Esa noche cayeron 50 hombres y en los siguientes días fueron detenidos otros más. En total fueron capturados unos 100 sujetos y el trabajo de Robert Mazur, El Infiltrado, quedó hecho.
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