María Claudia Tarazona, viuda de Miguel Uribe Turbay, rompió el silencio en entrevista con Noticias RCN y lanzó un mensaje que sacudió al Gobierno Nacional. Al ser consultada sobre qué le diría al presidente Gustavo Petro, su respuesta fue tajante: “Descarado. No tengo nada más que decir”.
No fue una simple reacción de dolor, sino una decisión política con fuerza simbólica. La familia Uribe Tarazona impidió que Petro, la vicepresidenta Francia Márquez o cualquier miembro del gabinete entraran al funeral. “Si Petro o alguno de sus aliados llegaban a la catedral, yo iba a coger el micrófono y pedirles que se salieran”, afirmó Tarazona, al revelar que ella misma advirtió a personas influyentes para evitar la presencia de funcionarios oficiales.
Su determinación fue respaldada por su suegro, Miguel Uribe Londoño, padre del dirigente asesinado: “Lo hacemos juntos, lo hacemos bien”. Con ese gesto, blindaron la despedida de Miguel Uribe Turbay, un opositor férreo al Gobierno, y dejaron claro que no permitirían que su memoria se mezclara con quienes consideraban indignos. “No quiero la compañía de Petro ni de ninguno de sus aliados en la catedral de un ser tan magnífico como Miguel, con gente tan deshonrosa como ellos”, sentenció la viuda.
Lo ocurrido en la catedral no solo fue un acto íntimo, sino un mensaje político. La negativa a recibir al presidente en las exequias expuso el rechazo profundo que despierta Gustavo Petro en sectores de la oposición. En lugar de un funeral atravesado por gestos oficiales, la familia marcó un límite: la memoria de Miguel Uribe Turbay no sería escenario de discursos ni de oportunismo.
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En medio de su relato, Tarazona también denunció situaciones incómodas con figuras de otros sectores políticos. Contó, por ejemplo, que la senadora María Fernanda Cabal se le acercó con un micrófono oculto en plena ceremonia, lo que interpretó como un gesto de instrumentalización en un momento de profundo dolor.
La viuda también narró los instantes más desgarradores: desde llevar a su esposo herido a la clínica hasta verlo sin vida. “Creo que esa imagen de Miguel muerto junto con la de cargar su cabeza durante 14 minutos hasta la Fundación Santa Fe son los momentos más espantosos que pueda vivir un ser humano”, confesó entre lágrimas.
En medio de ese dolor, dejó un mensaje que trasciende lo personal: “No podemos dejar que Petro nos defina”. Con esas palabras, Tarazona fijó una línea política y moral. Lo que ocurrió en la catedral fue más que un duelo familiar: fue un veto público, categórico y cargado de simbolismo contra Gustavo Petro y su Gobierno.
La palabra de María Claudia Tarazona no fue un desahogo personal, fue un acto de dignidad política. En la catedral donde se despidió a Miguel Uribe Turbay quedó claro que el Gobierno Petro no tenía cabida. El mensaje fue inequívoco: la memoria de un opositor asesinado no se comparte con un presidente al que su viuda llamó, sin titubeos, descarado.
