Siempre que el reloj marca la media noche del 31 de diciembre el cielo se convierte en una explosión de colores que ilumina el cielo, una celebración que está arraigada a lo más profundo del sentir colombiano; sin embargo, esta alegría está acompañada, generalmente, de una cifra dolorosa de lesionados por la pólvora.
Según el último informe del Instituto Nacional de Salud, fueron 827 personas las lesionadas entre la navidad del 2018 y el principio del 2019. A pesar de que los índices de quemados aumentaron y de que este sector nada en la informalidad, hay polvoreros que creen que esta actividad sí se puede llevar a cabo formalmente.
Según la Federación Nacional de Pirotécnicos (Fenalpi), en Colombia, aproximadamente hay 25.000 familias que viven de esta actividad y tan solo 4.000 son formales. Pero ser una empresa que cumpla con los requisitos que pide la ley es un asunto difícil de lograr, y una de las principales razones es el factor económico. Un ejemplo de esto son las polvorerías en Pacho, Cundinamarca.
De 15 empresas que hay en este municipio, tan solo dos son formales. Los polvoreros de la tierra de las naranjas son personas humildes que la fabrican por tradición y de manera artesanal. La mayoría comenta los requisitos para ser formales son casi imposibles de cumplir.
[caption id="attachment_1016110" align="alignnone" width="1024"] Foto: Jose Vargas/ KienyKe.com[/caption]
El proyecto de ley
La representante a la Cámara, Katherine Miranda junto al senador Antanas Mockus presentaron un proyecto de ley que "busca restringir el uso descontrolado e inseguro de la pólvora. esta iniciativa pretende que sea utilizada por expertos certificados que garanticen la seguridad en las actividades de pirotecnia", dijo a KienyKe.com. "Debemos dejar la costumbre de celebrar con pólvora en nuestras casas: este es uno de los cambios culturales más grandes que nos merecemos en Colombia", Katherine Miranda. Frente a esta propuesta Carvajal asegura que la solución es educar a las personas frente al uso de la pólvora y gestionar el riesgo, "todo es riesgoso, por ejemplo un carro en manos de un menor de edad o una persona en estado de embriaguez es peligroso y se debe tener el control para nunca alguna de estas personas manejen el auto, así funciona con la pirotecnia", manifestó. Finalmente aseguró que en los lugares del país en los que se prohíbe la actividad o se sataniza, es en donde más se presentan lesionados y las empresas formales son las castigadas. [caption id="attachment_1016158" align="alignnone" width="1280"] Foto: Jose Vargas/ KienyKe.com[/caption]El Vaquero
La empresa que hace 70 años ha estado presente en cada festividad decembrina es una de las polvorerías más grandes del país. Su representante legal, Carlos Andrés Carvajal, no solo representa a la empresa, sino al sector formal como presidente de la Federación Nacional de Pirotécnicos (Fenalpi). Esta empresa fue fundada por Juan Crisóstomo Restrepo quien la bautizó, El Vaquero. Carlos Carvajal, padre del que ahora es su representante legal, era un joven de tan solo 16 años de Manizales, iba a trabajar a Málaga, en una cacharrería que había en la ciudad de las puertas abiertas. Era un 7 de diciembre y el lugar estaba a reventar, ¿la razón? Estaba vendiendo pólvora y se dio cuenta de que era un buen negocio. El primer año compró mercancía y la vendió como pan caliente, pero el año siguiente, decidió viajar a Bogotá para hablar con los dueños de El Vaquero. Conoció a don Crisóstomo Restrepo, le pidió que lo dejara ser su distribuidor en las regiones, pero aunque Carlos no tenía dinero, sí tenía quien lo respaldara económicamente. Esa persona fue Bernardo Moreno. Luego de ser un simple vendedor local, pasó a apropiarse de las regiones. [caption id="attachment_1016112" align="alignnone" width="1024"] Foto: Jose Vargas / KienyKe.com[/caption] El primer año le fue bien, pasaron dos y la situación iba viento en popa, pero el patrocinador decidió retirarse del negocio, "esto está muy riesgoso Carlos", además de que las autoridades siempre estaban tras ellos, la prohibición no es un tema de ahora, desde que la pólvora llegó a Colombia en la época de la conquista se ha querido erradicar la práctica."Cuando a un polvorero le sale todo bien es un rockstar, pero cuando hay un accidente se convierte en un enemigo público", dice Carlos Andrés Carvajal, presidente Federación Nacional de Pirotécnicos.Carlos llegó al Vaquero en Bogotá con la mala noticia de que se quedó sin apoyo económico, Juan Crisóstomo Restrepo le dijo: "Cómo así que se retira, si yo ya envié 600 cajas para allá". Carvajal se adelantó y le pidió una oportunidad, le hizo la solicitud de otras 600 cajas, después de insistir se hizo el envío. El resultado de esta locura fue que vendió toda la mercancía. [caption id="attachment_1016190" align="alignnone" width="1280"] Foto: Jose Vargas /KienyKe.com[/caption] Con el tiempo, Crisóstomo falleció, a cargo de la empresa quedaron sus tres hijos y Carlos Carvajal ya compraba la producción del año. Pero de los nuevos propietarios no encontró el apoyo que necesitaba, hasta que les pidió que le vendieran la mitad de la empresa. Los años pasaron hasta que Carvajal pidió que le vendieran la otra mitad de El Vaquero, y así fue. Pasó 15 años pagando intereses y en 1994 que vendieron el terreno en Bosa, donde inició la fábrica, se trasladaron a Soacha, municipio en el que hoy en día está ubicada la empresa. [caption id="attachment_1016114" align="alignnone" width="1024"] Foto: Jose Vargas.[/caption]