
En el 2014 los hermanos Bruno y Fernán Ocampo, fundadores de Mi Águila, crearon una empresa de transporte con soporte tecnológico que buscaba que la gente compartiera su carro con otras personas que viajaban en sus mismas rutas.
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La idea era esta: si alguien, propietario de un carro, iba hacia la universidad y podía llevar a algunos compañeros que se dirigían al mismo punto se contactarían a través de una app que informaba, a través de la información de Facebook, quién era la persona, lo que fortalecía la confianza. Los pasajeros le pagaban al dueño del carro 3.000 pesos. Este método ayudaría a descongestionar el transporte y también tendría un impacto favorable en el medio ambiente: menos carros rodando por las calles.
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Sin embargo la idea tenía un problema: no se ajustaba a las normas vigentes en Colombia que consideran que toda persona que cobra por transportar a otra está prestando un servicio público y tiene que pagar unos impuestos y ceñirse a una normatividad.
Los hermanos Ocampo decidieron darle un giro a la idea y crearon Mi Águila, un servicio de transporte especial, enfocado a empresas y hoteles, que transporta a los clientes de las firmas con quienes suscriben contratos.
Fernán Ocampo explica así cómo estructuraron su idea de negocio: “Antiguamente el servicio especial funcionaba así: una empresa que necesitaba movilizar a sus empleados contrataba un número de carros y los tenía en el parqueadero todo el mes. Nosotros lo que hicimos fue usar la tecnología y prestar el servicio de acuerdo a la demanda.” Mi Águila, según Ocampo, abarata los costos de los clientes y ofrece un valor agregado: los servicios pueden reservarse.
Fernán Ocampo, cofundador de Mi Águila
Fernán Ocampo, cofundador de Mi Águila

¿Cómo funciona Mi Águila?
Las empresas interesadas en el servicio firman un contrato con Mi Águila. A través de una app para móviles o desde un computador de escritorio los empleados o clientes de las firmas (caso de los hoteles) solicitan los carros a través de internet. Mi Águila usa camionetas amplias y nuevas. Los clientes eligen qué emisora quieren escuchar durante el trayecto, los conductores les ofrecen dulces y agua. Según Fernán Ocampo uno de los puntos más complejos del negocio es establecer el número justo entre oferta y demanda, es decir, determinar cuántos carros deben estar rodando en Bogotá para satisfacer las necesidades de los usuarios. La mayoría de los conductores de Mi Águila, más de mil, fueron taxistas. Para trabajar en este proyecto recibieron una capacitación de servicio al cliente. Mi Águila tiene una sociedad en Estados Unidos. En este momento funciona en Barranquilla y Cartagena. En Cali comenzarán a operar muy pronto. En este momento el servicio de transporte parece enrarecido por la intervención de actores que no se ciñen a la reglamentación. El sector de los taxistas ha manifestado ámpliamente su inconformidad con esta circunstancia. Sobre el sector, Ocampo manifiesta que en él “cada quien tiene un rol, uno es el de los que prestan el servicio individual (taxis), los servicios especiales (caso Mi Águila), cada uno tiene su reglamentación y su rol, si cada uno lo cumple no debería haber problema.” Sobre el nuevo decreto que reglamentará otro servicio especial, el cual cuenta con la aprobación del gremio de los taxistas, Ocampo opina: “Me parece interesante, es un servicio de taxi de lujo. En qué consiste: tengo un taxi amarillo, lo chatarrizo, meto un carro más grande, amplio, van a ser de color negro, solo se puede pedir por app, solo se puede pagar por medios electrónicos, no se puede parar en la calle. Ahí se puede cubrir una demanda insatisfecha. Creo que a los taxistas les va a beneficiar.” Ocampo agrega: “Hay que cumplir las normas, no podemos saltarnos la norma. No me gustan las empresas que entran a los países saltándose las normas. Los que no la cumplan lo hacen porque no estar en la legalidad es mucho más rentable. Pero a los que la cumplen les va mejor: no los para la policía, no se les llevan los carros a los patios, no se vive con zozobra.”Un premio
Hace pocas semanas Mi Águila fue reconocida en Estados Unidos como una de las 50 startups jóvenes que cambiarán el mundo, según Inc. Magazin, una de las revistas más reconocidas a nivel global en el tema de emprendimiento. La firma ganó 250.000 dólares proveniente de un fondo de riesgo estadounidense que le apostó a la compañía.