"Las religiones son perniciosas, con promesas del más allá”

Lun, 22/12/2014 - 05:10
Filosofar sobre la vida y la muerte, en plenas fiestas navideñas, puede resultar estrambótico, pero eso hicimos con el actor Diego León Hoyos  porque en la conversación “se nos atravesó” el
Filosofar sobre la vida y la muerte, en plenas fiestas navideñas, puede resultar estrambótico, pero eso hicimos con el actor Diego León Hoyos  porque en la conversación “se nos atravesó” el recuerdo de la partida prematura de su sobrino-hijo, cuando apenas tenía 22 años y acababa de recibir la noticia de una beca por sus buenos resultados académicos. Lamentamos la muerte del actor barranquillero Alberto Valdiri, víctima de un infarto cardíaco, a sus 55 años (En el Dr Mata “Alejandro Orozco”, además de 20 películas y las series Betty La Fea y Francisco el matemático, entre otros otras). Lea también: ¿En serio fueron novios?, las parejas disparejas de la farándula -¿Qué es la vida? -Yo soy de origen católico, como casi todos los colombianos, no soy muy religioso, pero defino la vida como un milagro. Pienso que la vida es algo que uno tiene que vivir sin hacerle daño a nadie. Es elemental y muy repetido pero es muy bueno insistir. -¿Hay algo más allá después de la muerte? -No sé. Pienso que la humanidad ha sido muy infeliz destruyendo sus vidas, mortíficandose, dándose látigo, evitando el placer, evitando la lujuria, evitando todo dizque para alcanzar la trascendencia, para alcanzar el más allá. Las religiones, en general todas me parece muy perniciosas, destruyen la vida con la promesa del más allá. Hay alguna religión que empuja a la gente a matarse con la promesa del más allá, a matarse con una cinta de dinamita amarrada al vientre y asesinar con ellos a 40 personas más, y lo hacen sin la menor vacilación, porque hay la promesa de un más allá que es una suerte de paraíso lleno de mujeres divinas. Lea también: El ‘gringo chiviado’ que reveló el drama de un pueblo minero en Caldas Pienso que en nuestra religión la gente se ha mortificado mucho, incluso físicamente. Acuérdese los castigos que se infringían los místicos españoles, con silicios, con todo tipo de agresiones contra sí mismos con la esperanza de alcanzar el más allá. Personalmente, si me pregunta sobre el más allá, le digo que está más acá. El cielo y el infierno están acá, acá en la vida, diariamente. Y en Bogotá por ejemplo tenemos la posibilidad de ir al cielo que es ir a Avenida Q (su obra de teatro). O al infierno en un trancón, por cualquier calle de la ciudad. -¿Usted que suele hacernos reír tanto, es feliz? -Tanto como usted. La vida es muy complicada. Un solo día está lleno de momentos luminosos, e instantes totalmente desoladores. El balance entre los amables y los llenos de ilusión son lo que lo mantiene a uno vivo. -¿Usted mantiene bien ese balance? -Llevo 57 años más o menos bien balanceados. Más o menos. Pero usted y todos los que estamos aquí sabemos que la vida es muy complicada, y en todas las profesiones. -¿Ha habido un día en que ha querido mandar todo al diablo? -Sí, el día que mataron a Jaime Garzón. Ese día quise irme a vivir a alguna de las hermanas repúblicas, que con el tiempo se convirtieron en las hermanastras. Lea también: “Nacimos para ser felices ¡Pa’ sufrir ni por el putas!”: Yaneth Waldman -Los actores se quejan de un maltrato laboral. ¿Cuál es su caso? -Hay un personaje muy entrañable que yo tuve el honor de encarnar, que es un angelito en un programa infantil que se llamaba Tentaciones, Serafín. Si yo hubiera recibido regalías por toda esa cantidad de repeticiones, tendría un apartamento en Buenos Aires, que me encantaría; otro en Nueva York y otro en Venecia. Pero es verdad que nosotros que somos trabajadores independientes no tenemos contratos laborales, no tenemos seguridad social, nuestro único patrimonio es lo que quedó grabado o lo que quedó filmado, y es apenas natural que haya regalías como las hay en Argentina, México, Estados Unidos, España y en todo el mundo. -¿Se siente robado? -No podría decir eso. Fue consentido por mí mediante una modalidad de contratación que de manera muy astuta los empresarios fueron instalando. Esto, como en todos los negocios, es un tire y afloje, y en una cierta época hubo un acuerdo entre SICA, el sindicato que entonces nos amparaba, y Asomedios, y yo alcancé a recibir regalías por unas novelas en las que actuaba que se presentaban en Centro América, etcétera. Después se relajó la situación. -¿Va a pertenecer a ese sindicato que están armando? -Yo trabajo en RCN, dirijo una escuela de actores de RCN que se llama Crea... -¿Está impedido para armarle sindicato a RCN? -¿Sabe que no? La verdadera visión sindical no es contra la empresa sino trabajar juntos. Es decir, no puede haber un país más empresarial ni más capitalista, para decirlo así con una palabra, que los Estados Unidos; ni hay un país donde los sindicatos sean tan poderosos como allá. -Veo que usted no es de los que se han quedado sin puesto ni se queja de que a los viejos no los contratan… -Es que yo no estoy viejo, caballero. Estoy en la flor de la edad. -¿Usted anda por los cuantos años? -57 años. -¿Y cuál es la fórmula? -No quisiera contestar que es lo que no hacen otros, pero el quid del asunto sí es estar creando. -Es decir, ¿el que no crea se muere? -Pero eso no sé por qué se da o no se da. -Su vida personal, ¿cómo es? -Cómo le parece Edgar, que ahí sí freno. -¿En eso no se mete? -Me niego a hablar de mi vida personal y mi vida privada. -¿La tiene bien privada? -(Risas) Eso he procurado.
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