
Por: @jcmentefacto
¿Qué es ansiedad? Es estar a pocas horas de cumplir una cita que tardó 27 años en presentarse de nuevo.
La última vez que llegaste a esa instancia, yo ni siquiera había nacido. Lo que sé de ese día, lo conozco porque lo he visto en vídeos que con el paso de los años lucen más lejanos; pero pasa como con los vinos, entre más viejos, más sabrosos.
Por supuesto que me he emocionado casi hasta las lágrimas escuchando al 'Negro Perea' narrar esta tanda de penaltis, esa eterna tanda de penaltis, en la que los jugadores de Nacional (Alexis García, Felipe Pérez, Gildardo Gómez y Luis Carlos Perea) desperdiciaban las oportunidades y René, el gran René, atajaba los disparos (cuatro de nueve) de Olimpia, el equipo paraguayo que quiso asesinar la ilusión.
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Ser hincha de Nacional en Bogotá no es tarea fácil; es como correr una carrera de largo aliento en la que el principal mérito es el aguante, la resistencia física, el valor. Los hinchas de los otros equipos que vieron y no vieron a Nacional campeón de la Copa Libertadores ese lejano 31 de mayo de 1989, presentan relatos ruidosos, sucios y mal intencionados sobre uno de los capítulos más felices de la historia del fútbol colombiano.
Dicen sin pruebas ni argumentos que Pablo Escobar compró el título, que gracias a su inconmensurable poder, el equipo dirigido por Francisco Maturana logró el campeonato en El Campín, que árbitros fueron amenazados por sicarios, que se movió mucha plata, que el narcotráfico permeó la Conmebol, que esto y que lo otro. Nada comprobado, puras habladurías producto del folclor, de la envidia, de la ignorancia.
“Sancho, deja que los perros ladren amigo, es señal que vamos pasando.”, muchos atribuyen la cita a un fragmento del Quijote de la Mancha, otros una obra del poeta alemán Johann Wolfgang von Goethe, lo cierto es que la frase resume perfectamente lo que pasa con Nacional y los odios que despierta. Los perros ladran porque el verde va pasando, los mal malquerientes siempre tendrán un argumento (casi siempre flojo) para echar agua sucia a un equipo que acostumbró a su hinchada a ganar, a gritar campeón, a celebrar.
Primero fueron los chismes con Pablo Escobar, años después los comentarios negros apuntaban a Carlos Ardila Lülle. La ignorancia, que es más peligrosa que el narcotráfico, permitió que muchos aseguraran que Nacional quedó campeón porque el empresario era dueño del equipo y del torneo. Pamplinas, puras pamplinas porque la organización Ardila Lülle compró a Nacional en 1996 y solo dos años después fue campeón de un torneo que era patrocinado por Mustang, no por Postobón.
Postobón patrocinó el fútbol colombiano del 2010 al 2014, en ese tiempo Nacional ganó siete títulos (cuatro ligas, dos copas y una superliga) pero los ganó en la cancha, con fútbol y goles. Un año después, cuando Postobón ya no era el patrocinador, volvió a ganar. Dos veces ha dado la vuelta olímpica desde entonces (una liga y una superliga). El patrocinador es Águila, quien ha acompañado comercialmente a Millonarios, Tolima y Junior ¿y los títulos para esos equipos? Bien gracias.
Hago parte de esa generación de rolos que no sintió ni la más mínima simpatía por los equipos de la ciudad que quiero con pasión. Así es el amor, la gente se enamora de quien menos se imagina, me pasó con Nacional, me pasó con la vida.
Millonarios y Santa Fe fueron como un par de mujeres que sabía que me acompañaban en la fiesta, con las que me divertía y hablaba, pero que también sabía, nunca me iban a agradar.
Hay rolos, los hinchas del azul y el rojo, que se rasgan las vestiduras, que no entienden cómo una persona que nació en Bogotá pueda ser hincha del equipo que representa el orgullo paisa. Argumento flojo. Y vale preguntar. ¿Cuántos jugadores bogotanos juegan para Millonarios, Santa Fe o la Equidad? Se pueden contar con los dedos de una mano.
Esos mismos que critican a los bogotanos que son hinchas de Nacional, Medellín, Cali o América, son los mismos que lucen orgullosos camisetas del Real Madrid o Barcelona, los equipos que representan a España, una tierra que acabó con la nuestra.
Y estoy de acuerdo con los que dicen que Nacional no es Colombia en la Libertadores, si esta noche el equipo que dirige Reinaldo Rueda gana el título, será una alegría exclusiva de los hinchas del equipo verde, no una alegría de Colombia.
-Deseo de todo corazón que pierdan, le estaré haciendo fuerza a Independiente del Valle, fue lo que me dijo por teléfono un amigo que pocas veces llama.
Por sus palabras estoy agradecido, porque si Nacional pierde, también será una tristeza exclusiva, una tristeza que fortalecerá el sentimiento y de la que me recuperaré para el próximo domingo volver a hacerle fuerza en el partido contra el Deportivo Cali. La vida sigue, el fútbol sigue. ¡Nacional vive!
