La resistencia a los antibióticos es una amenaza para la salud pública en todo el mundo. Así lo confirma un reciente informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) elaborado con datos de 114 países. Este fenómeno prolonga la duración de las enfermedades y aumenta el riesgo de muerte. Puede afectar a cualquier persona sin importar su edad y nacionalidad.
Muchos agentes infecciosos presentan resistencia a los antibióticos. Sin embargo, la problemática se centra en siete bacterias responsables de infecciones comunes graves como la diarrea, neumonía, las infecciones urinarias, gonorrea y septicemia.
“Los antibióticos eficaces han sido uno de los pilares que nos ha permitido vivir más tiempo con más salud y beneficiarnos de la medicina moderna. Si no tomamos medidas importantes para mejorar la prevención de las infecciones y no cambiamos nuestra forma de producir, prescribir y utilizar los antibióticos, el mundo sufrirá una pérdida progresiva de estos bienes de salud pública mundial cuyas repercusiones serán devastadoras”, aseguró el doctor Keiji Fukuda, Subdirector General de la OMS para la Seguridad Sanitaria.
En Austria, Australia, Canadá, Eslovenia, Francia, Japón, Noruega, el Reino Unido, Sudáfrica y Suecia se ha confirmado el fracaso del tratamiento de la gonorrea con cefalosporinas (antibiótico) de tercera generación, el último recurso terapéutico en estos casos. Diariamente contraen esta enfermedad más de 1 millón de personas.
La resistencia a los antibióticos se produce cuando las bacterias sufren cambios que hacen que estos medicamentos dejen de funcionar en las personas que los necesitan como tratamiento para las infecciones. Así lo indica el informe titulado ‘Resistencia a los antimicrobianos: informe mundial sobre la vigilancia’ (Antimicrobial resistance: global report on surveillance). Por esta razón, infecciones comunes y lesiones menores, que han sido tratables durante decenios con antibióticos, volverán a ser potencialmente mortales.
Según datos de la Organización Panamericana de la Salud, en América hay una elevada resistencia de E. coli (produce infecciones intestinales y en vías urinarias) a dos clases importantes y muy utilizadas de fármacos antibacterianos.
En esta región también hay resistencia de K. pneumoniae (responsable de causar neumonía, sepsis e infección del tracto urinario) a las cefalosporinas (antibiótico) de tercera generación también es elevada y generalizada. En algunos entornos, hasta un 90% de las infecciones por S. aureus (causa infecciones urinarias, neumonía, abscesos profundos, osteomielitis, meningitis) son resistentes a la meticilina (antibiótico de la familia de la penicilina), lo cual significa que el tratamiento con los antibióticos habituales no funciona.
La resistencia también aumenta el costo de la atención sanitaria porque alarga las estancias en el hospital y requiere más cuidados intensivos.
¿Cómo reducir la necesidad de antibióticos?
Prevenir las infecciones mediante una mejor higiene, el acceso al agua potable, el control de las infecciones en los centros sanitarios y la vacunación.
Utilizar antibióticos únicamente cuando los haya prescrito un médico y completando el tratamiento prescrito, aunque ya se sientan mejor.
No dé sus antibióticos a otras personas ni utilice los que le haya sobrado de prescripciones anteriores.
En Austria, Australia, Canadá, Eslovenia, Francia, Japón, Noruega, el Reino Unido, Sudáfrica y Suecia se ha confirmado el fracaso del tratamiento de la gonorrea con cefalosporinas (antibiótico) de tercera generación, el último recurso terapéutico en estos casos. Diariamente contraen esta enfermedad más de 1 millón de personas.
La resistencia a los antibióticos se produce cuando las bacterias sufren cambios que hacen que estos medicamentos dejen de funcionar en las personas que los necesitan como tratamiento para las infecciones. Así lo indica el informe titulado ‘Resistencia a los antimicrobianos: informe mundial sobre la vigilancia’ (Antimicrobial resistance: global report on surveillance). Por esta razón, infecciones comunes y lesiones menores, que han sido tratables durante decenios con antibióticos, volverán a ser potencialmente mortales.
Según datos de la Organización Panamericana de la Salud, en América hay una elevada resistencia de E. coli (produce infecciones intestinales y en vías urinarias) a dos clases importantes y muy utilizadas de fármacos antibacterianos.
En esta región también hay resistencia de K. pneumoniae (responsable de causar neumonía, sepsis e infección del tracto urinario) a las cefalosporinas (antibiótico) de tercera generación también es elevada y generalizada. En algunos entornos, hasta un 90% de las infecciones por S. aureus (causa infecciones urinarias, neumonía, abscesos profundos, osteomielitis, meningitis) son resistentes a la meticilina (antibiótico de la familia de la penicilina), lo cual significa que el tratamiento con los antibióticos habituales no funciona.
La resistencia también aumenta el costo de la atención sanitaria porque alarga las estancias en el hospital y requiere más cuidados intensivos.
¿Cómo reducir la necesidad de antibióticos?
Prevenir las infecciones mediante una mejor higiene, el acceso al agua potable, el control de las infecciones en los centros sanitarios y la vacunación.
Utilizar antibióticos únicamente cuando los haya prescrito un médico y completando el tratamiento prescrito, aunque ya se sientan mejor.
No dé sus antibióticos a otras personas ni utilice los que le haya sobrado de prescripciones anteriores.
