Cementerio Central de Bogotá, el campo de los santos populares

Vie, 21/10/2022 - 08:04
Hasta los sepulcros del tradicional cementerio llegan cientos de bogotanos para pedir milagros, hacer rituales y rezar a los muertos.

Junto a la calle 26, en pleno corazón de Bogotá, permanece desde 1836 un inquietante mensaje en latín: “Esperamos la resurrección de los muertos”. Se trata de la entrada principal del Cementerio Central, un lugar en el que poetas, políticos y empresarios (la mayoría de ellos masones), reposan para toda la eternidad, ayudando desde el más allá a quienes tienen a bien llevarles ofrenda y elevarles alguna plegaria.

Es un lugar lleno de símbolos en el que figuras religiosas como La Piedad, el Ángel del Silencio o el mismo Cronos, quien custodia con su reloj de arena y su guadaña la entrada principal, se roban la atención y aumentan el misterio de un escenario que también ha sido testigo de rituales, brujería y algunos de los actos más depravados de la conducta humana. 

Su ubicación, junto a la zona de tolerancia de la calle 19 con avenida Caracas, es contraria a su naturaleza de campo santo. Sin embargo, irónicamente, son las trabajadoras sexuales y los amigos de lo ajeno que allí pululan, quienes con más fe y rigor visitan el Cementerio Central. Un poco para lavar sus culpas, y otro tanto para pedir favores. Ya tienen sus santos y sepulturas predilectas, las cuales limpian y aprovechan para rezar milimétricas ceremonias.

Los muertos del Cementerio Central y sus milagros


Los ‘lunes de ánimas’, como se le conoce al primer día de la semana dentro del Cementerio Central, son comunes las romerías de creyentes que han convertido a estos muertos en ‘santos urbanos’. Aunque no reconocidos por la iglesia católica, a ellos se les atribuyen milagros, se les dedica rituales, tienen sus propias oraciones y se les venera francamente.

Uno de los casos más particulares es el de Julio Garavito, el destacado astrónomo colombiano cuyo rostro apareció en el billete de 20 mil pesos. Hasta su particular sepulcro azul llegan prostitutas, ladrones y sicarios, pidiendo prosperidad y protección.

“Por las oraciones de tu siervo, Julio Garavito, hombre sabio y justo, aleja de mí el miedo, ansiedad y dolor. Ayúdame a enfrentar y soportar mi dificultad con fe, valor y sabiduría”, se les escucha decir mientras frotan un billete, un cuchillo, una bala y hasta ropa interior sobre las cuatro columnas que rodean su tumba, que para mayor agüero tiene rayado un '777'.

Por su parte, las comunidades afrodescendientes también tienen su santo: el líder sindical José Raquel Mercado, asesinado en 1976 por el M-19. Hasta el busto de este hombre, personas llegan a pedirle ayuda en materia laboral y protección para los perseguidos, mientras le frotan la parte superior de la cabeza.

Otro lugar de peregrinación dentro del campo santo es la sepultura de las hermanitas Bodmer. Una de las tumbas que más destaca por la presencia de dos inocentes estatuas doradas que parecen señalar el cielo.

De Elvira y Victoria se sabe que fallecieron en 1903 con un solo día de diferencia entre sí, mas no es clara la razón de su fallecimiento. Algunos aseguran que fue en un incendio mientras que otros responsabilizan a una extraña enfermedad denominada como 'plaga de sangre azul'. 

Hasta ellas llegan padres y familias enteras para pedir protección por sus hijos o su pronta recuperación. Junto a sus estatuas se les deja dulces, juguetes y bombones que engalanan su morada final.

Sin embargo, sin duda uno de los santos más populares dentro del Cementerio Central es Leo Siegfried Kopp, fundador de la cervecería Bavaria, y a cuyo “Pensador” de Rodin, los creyentes (mayormente trabajadores y negociantes) le suelen hablar al oído izquierdo para expresar sus necesidades en materia económica. Concretar algún negocio, o dar fin a una mala racha financiera siempre están en el orden del día.

Contrariamente, el oído derecho de la estatua dorada (que la gente confunde con la figura del cervecero) es el responsable de recibir los agradecimientos por las bendiciones prestadas y los favores culminados.

Brujería y otros ritos dentro del Cementerio Central

La brujería dentro de los cementerios es un fenómeno global.

La brujería dentro de los cementerios es un fenómeno global. Imagen de referencia.

Aunque es un fenómeno que tiende a desaparecer, años atrás era común encontrar “muñecos” de brujería y “amarres” realizados dentro del Cementerio Central. Allí, brujas y chamanes irrumpían los mausoleos para robar huesos, cabello humano y otras pertenencias de los fallecidos. Elementos fundamentales para sus trabajos de atraer amores no correspondidos, perjudicar a compañeros exitosos, atizar rencores familiares y todo tipo de venganzas en las que las fuerzas del más allá son muy solicitadas.

Este tipo de historias las comenta don Julián*, un hombre ya mayor que vive en cercanías del Cementerio Central desde hace varias décadas y ha visto todo lo que la maldad humana es capaz de hacer.

“Ahora es mucho más sano el cementerio que antes. Cuando lo administraba la EDIS había mucha libertad de hacer cosas indebidas… como por ejemplo escarbar entre la basura para encontrar huesos. Escarbar en las tumbas para poder abrir huecos y sacar mechones de muertos para poder hacer brujerías y amarres (…) Dejar fluidos seminales dentro de medias y meterlos dentro de las tumbas para hacer esos amarres con fotos, alfileres y limones.

Así como hay que cuidarse de las fuerzas infraterrenas, para don Julián la preocupación por los vivos es aún mayor. A pesar de que ha aumentado la seguridad dentro del Cementerio Central, se han presentado asaltos y hurtos a quienes recorren los pasillos del campo santo.

“Ha habido robos, apuñalamientos… porque pues hay figuras “santificadas” que son santos para las personas que hacen el mal. Entonces vienen, bendicen balas, bendicen cuchillos y entre eso pues llega la gente que viene a hacer su visita de cementerio normal y pues si están solos, y hay la “papaya”, como decimos nosotros, pues tome su robada o su apuñaleada”, asegura don Julián.

Así es la vida, o lo que queda de ella, dentro del Cementerio Central. Un lugar en el que en medio de la veneración, continúa la singular lucha por subsistir y en el que los santos parecen acompañar, sin reproches ni reclamos, las actividades de quienes van a pedirles, basados en un poder que solo la necesidad humana de creer en algo más allá de la muerte les ha otorgado.

Creado Por
Alejandro Poveda
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