Colegio militar niega matrícula a niña con VIH

Lun, 17/02/2014 - 15:20
María Paula*, de 15 años y portadora de VIH (virus de la inmunodeficiencia humana), ha vivido cada momento de su vida con normalidad. Comparte todo tipo de actividades con sus amigos y hasta hace po
María Paula*, de 15 años y portadora de VIH (virus de la inmunodeficiencia humana), ha vivido cada momento de su vida con normalidad. Comparte todo tipo de actividades con sus amigos y hasta hace poco tuvo un novio que sabía de su estado de salud. Viajó a Cartagena, Santa Marta y San Andrés para celebrar su cumpleaños con un grupo de quinceañeras. Nunca ha estado aislada de la sociedad. Le gusta trotar y de vez en cuando practica natación. Su día a día era como el de cualquier adolescente hasta que una llamada anónima al Instituto Militar Antonio Ricaurte de Bogotá, donde cursaba noveno grado, dio a conocer que tenía VIH. La noticia no fue bien recibida por las directivas del colegio. La primera medida que se tomó fue la firma de un convenio de confidencialidad para mantener el estado de salud de María Paula bajo reserva. Poco después, el psicólogo, quien realizó seguimiento a la menor, exigió documentos donde se asegurara que la presencia de ella no era un riesgo para la comunidad. También pidió copia de la historia clínica violando su derecho a la intimidad. La decisión más radical, y la que llevó a la familia de la menor a adelantar una tutela en contra del colegio, fue la cancelación de la matrícula para el 2014. Además, en varias ocasiones se le impidió compartir con sus compañeros algunas actividades. KienyKe.com entrevistó a José Fernando Casasbuenas Castillo, director de la institución, para conocer su versión de los hechos. Negó cualquier tipo de discriminación en contra de la menor. Ratificó que María Paula tenía excelente rendimiento académico y comportamiento. Sin embargo, Germán Rincón Perfetti, abogado del caso, y Martha*, tía abuela a cargo de María Paula, dicen todo lo contrario. Esta es la pelea jurídica entre María Paula y el Instituto Militar Antonio Ricaurte. Colegio militar Antonio Ricaurte, Kienyke Fue un golpe anímico para María Paula no recibir la orden de matrícula en la última entrega de notas de 2013. Estuvo tan deprimida por unos días que no quería ni levantarse de la cama. Sin embargo, no era la primera vez que atravesaba por situaciones incómodas en el colegio. Según documentos del caso, durante la campaña de entrenamiento en el río Nilo, a María Paula no le permitieron participar en las actividades militares, le prohibieron bañarse junto a las personas que integraban el pelotón y tuvo que cuidar las maletas de sus compañeros. Para ella el viaje fue frustrante porque después de graduarse como bachiller quiere continuar con la vida militar. Pero el director Casasbuenas Castillo lo niega y asegura que a la niña se le aprobó un programa especial de ejercicios relacionado con su enfermedad. Por ejemplo, no se le autorizaron las caminatas de 6 o 7 horas. En otra ocasión, Pedro Rojas, coordinador académico de la institución, puso trabas para que la Secretaría de Salud le aplicara la segunda dosis de la vacuna contra el virus del papiloma humano. Aunque luego de mucho tiempo de espera, la recibió como todas sus compañeras. Al ver todas estas situaciones, la familia de María Paula decidió radicar una tutela en contra del colegio. Alegaba la violación de varios derechos como a la educación, intimidad, igualdad y dignidad humana. Colegio militar Antonio Ricaurte, Kienyke   El director de la institución militar José Fernando Casasbuenas Castillo y el coordinador Pedro Rojas.  La primera decisión del juzgado 43 civil municipal ratificó que la menor fue discriminada y ordenó al Instituto Militar Antonio Ricaurte otorgarle el cupo para décimo grado. Además, los obligó a ofrecer charlas educativas para reducir el estigma y la discriminación. El colegio impugnó la decisión referente al cupo y espera una decisión final. En entrevista con KienyKe.com, Casasbuenas Castillo aseguró: “El colegio militar no ha quitado ningún cupo. Se le contestó al juzgado que la señora tenía que venir el 26 de noviembre a reclamar las notas y paquete de matrícula, según dice una circular, y no nos cumplió. Metió una tutela y dice que nosotros le quitamos un cupo. Le comprobamos al juzgado que enviamos la matricula y recibos de pago. Para que vean que si están. No hemos quitado el cupo”. Por su parte, Germán Rincón Perfetti, abogado de María Paula, indicó: “Aquí el tema no es la matrícula. Es la forma como se comportó el colegio con ella. Nosotros al juez constitucional le hicimos saber todas las exclusiones, los miedos que tenía el psicólogo del colegio. La llamaron por aparte, le pidieron asuntos que tienen que ver con su historia clínica, lo que viola el derecho a la intimidad. Claramente hay un problema de ignorancia, estigma y discriminación (…) Decir que no fueron a recoger la matrícula es una excusa que no tiene consideración frente a toda la resistencia en contra de ella que tuvieron desde hace varios meses.” Martha*, tía abuela a cargo de María Paula, ratifica que la niña también fue víctima de la ignorancia del colegio. “La niña no podía sentarse en la misma silla que otros ni usar el mismo lápiz que sus compañeros porque (en el colegio decían) había riesgo de contagio”, cuenta. Colegio militar Antonio Ricaurte, Kienyke La menor fue diagnosticada con VIH cuando tenía ocho meses de nacida. Heredó la enfermedad de su mamá, quien murió a los 26 años y poco después del nacimiento de la niña. Su papá nunca la reconoció. La desnutrición crónica y una neumonía fueron las primeras señales de la enfermedad. Martha cuenta que los primero médicos que vieron a María Paula aseguraban que la niña tenía poco tiempo de vida y hasta le negaron la atención requerida. Pero gracias a una tutela comenzó a recibir tratamiento médico. No fue una situación fácil para Martha. Su mamá y hermanas la dejaron a un lado, además, desconocía todo lo relacionado con la enfermedad. Comenta que un día decidió acudir al exalcalde Antanas Mockus para pedirle ayuda. Luego de mucha insistencia logró que Mockus la atendiera. Le comentó su caso y necesidad de aprender sobre el VIH. Pocos días después Martha recibió como regalo varios libros y manuales. Así logró perder el miedo y aprender manejar cada etapa de la vida de María Paula. Por ejemplo, su sexualidad. Tal vez uno de los asuntos que más preocupa al director de la institución. Una de las decisiones tomadas por el instituto militar, luego de conocer la enfermedad de María Paula, fue realizarle seguimiento psicológico con el objetivo de “centrar a la persona”.  Casasbuenas Castillo asegura: “Lo que busca el colegio militar es hacerle conciencia a una niña menor de edad de que tiene que convivir con esa enfermedad. Qué es lo que puede hacer y no puede hacer. Nosotros como estamos en una comunidad debemos tener prevenciones con la misma comunidad. Ella puede hacer de su vida todo lo que quiera, excepto tener sexo con los compañeros porque es una enfermedad que se contagia. Se le dijo que podía seguir su vida útil”. Luego reflexiona y dice que sí puede tener relaciones sexuales pero con condón. “La juventud no piensa. En un ataque de ligereza no miden las consecuencias”, concluye. Sobre sus conocimientos acerca del VIH/sida dice tener los de cualquier colombiano. Explica: “La persona que tiene el VIH se va deteriorando físicamente. Hay personas que duran 10, 15, 20 años. Según como se cuiden, las vitaminas que tome y los cuidados que tenga. Eso es lo que sé. Lo otro es sobre el contagio por sangre o por sexo. De resto no hay ningún problema”. Cuando se le pregunta sobre las diferencias entre VIH y sida responde: “No mucho. Eso lo manejamos con el departamento médico”. Sida, VIH, Kienyke María Paula en la actualidad acude una vez al mes a un control médico y toma tres medicamentos distintos. Su estado de salud ha sido estable. Solo ha estado hospitalizada una sola vez cuando tenía cinco años a causa de una diarrea crónica. “No le da ni una gripa”, asegura Martha. “De acuerdo con la ley en Colombia, ninguna persona para ninguna actividad debe informar su condición de VIH, excepto para  hacer donación de sangre. En el resto de asuntos, no lo tiene que hacer porque la persona no es un riesgo social. No tiene que informar. Como sí ocurre con otras enfermedades como una tuberculosis. En estos casos las personas deben ser aisladas porque son un riesgo social. Pero tener VIH y socializar, tener amigos o incluso tener sexo   utilizando barreras de protección no es un riesgo”, confirma el abogado Rincón Perfetti. Aunque la primera decisión judicial está a favor de María Paula, su tía decidió irse de la ciudad. Teme que maltraten a la menor. "Solo le pido a Dios que me dé salud para estar con ella hasta que pueda salir adelante”. *Nombres cambiados por petición de los entrevistados.
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