El libro titulado, ‘El temblor de Shakespeare y la tos de Orwell: La vida médica de escritores famosos’, revela las enfermedades físicas y mentales que padecieron importantes autores de la literatura universal.
Se habla de trastornos como la depresión y bipolaridad. También se refiere a males como la neumonía, tuberculosis y sífilis. Incluso algunos de ellos se atrevieron a plasmar sus dolencias en sus obras.El doctor John J. Ross fue el encargado de recopilar investigaciones y artículos sobre la salud de estos escritores.
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William Shakespeare
Se cree que el autor de libros como Hamlet y Romeo y Julieta era promiscuo y por esta razón sufrió de sífilis. Una sátira asegura que Shakespeare era parte de un triángulo amoroso en el que las tres personas tenían una enfermedad venérea y el único tratamiento al que podían someterse era con Mercurio, de ahí que se propagó la famosa frase "una noche con Venus, una vida con Mercurio". Esta cura era mucho más tóxica.
Posiblemente el tratamiento con mercurio le produjo al escritor hipersalivación (cantidad excesiva de saliva en la boca), gingivitis, y temblor. Así podría explicarse porqué las firmas de sus obras muestran un temblor pronunciado.
Jack London
Sufrió de un trastorno bipolar, era amante de las fiestas y del alcohol. Se dice que el dinero que ganó con sus libros lo llevó a la perdición. En su prontuario está un intento de suicidio en las aguas de la Bahía de San Francisco (Estados Unidos).
En 1897, London y su cuñado James Shepard zarparon para unirse a la fiebre del oro de Klondike donde ambientaría sus primeras historias importantes.
Sin embargo, el tiempo que pasó en Klondike fue perjudicial para su salud y desarrolló escorbuto (enfermedad que ocurre cuando se tiene una carencia grave de vitamina C). Sus encías se hincharon, provocando la pérdida de sus cuatro dientes frontales, sufría constantes dolores en la cadera y los músculos de las piernas. Su cara se cubrió de llagas.
Tiempo después padeció una enfermedad tropical por un viaje que hizo en barco. Fue así como le salieron úlceras en las piernas, por lo que decidió automedicarse con mercurio. Luego usó una aguja hipodérmica de plata para inyectarse opio, heroína, belladona y estricnina. Se cree que el autor de libros como El vagabundo de las estrellas y La llamada de la selva murió de una sobredosis de morfina a los 40 años.
Jonathan Swift
Swift sufrió de una enfermedad conocida como Ménière (trastorno del oído interno que afecta el equilibrio y la audición).
El escritor pudo haber tenido la demencia frontotemporal (síndrome clínico causado por la degeneración del lóbulo frontal del cerebro humano), que en sus primeras etapas puede estar asociada con la pérdida de las inhibiciones. Se cree que en 1742 pudo sufrir un derrame cerebral que hizo que perdiera la capacidad de hablar. Es el autor de obras como Los viajes de Gulliver y El cuento del tonel.
George Orwell
“Escribir un libro es una horrible y agotadora lucha, como un largo combate de alguna enfermedad dolorosa”, dijo Orwell en una ocasión.
Orwell tenía sus tubos bronquiales dañados por causa de una infección bacteriana que sufrió en la infancia. De adulto superó cuatro episodios de neumonía y una bala en el cuello. La muerte le llegó cuando padeció una tuberculosis durante sus años de pobreza y vagancia. Intentó hacerse un tratamiento con inyecciones de aire pero no tuvo éxito. Es el autor de obras como Homenaje a Cataluña, 1984 y Los días de Birmania.
William Butler Yeats
Padecía el síndrome de Asperger, considerado un tipo de autismo. También tenía una enfermedad llamada prosopagnosia; un extraño trastorno que impide recordar las caras conocidas. Se sabe que estaba fascinado con el ocultismo, perdió su virginidad cuando era un adulto y de acuerdo con su esposa: “no tenía ningún interés en las personas como tales, sólo en lo que dijeran o hicieran”.
Yeats, premio Nobel de Literatura, escribió obras como La rosa secreta y Cathleen ni Houlihan.
Herman Melville
Su famoso libro Moby Dick fue escrito en un estado casi de euforia maníaca. Melville padecía trastorno bipolar, era propenso a la depresión y alcohólico. Sobre sus dolores físicos se sabe que sufría de molestias en los ojos y espalda.
Se cree que el autor de libros como Hamlet y Romeo y Julieta era promiscuo y por esta razón sufrió de sífilis. Una sátira asegura que Shakespeare era parte de un triángulo amoroso en el que las tres personas tenían una enfermedad venérea y el único tratamiento al que podían someterse era con Mercurio, de ahí que se propagó la famosa frase "una noche con Venus, una vida con Mercurio". Esta cura era mucho más tóxica.
Posiblemente el tratamiento con mercurio le produjo al escritor hipersalivación (cantidad excesiva de saliva en la boca), gingivitis, y temblor. Así podría explicarse porqué las firmas de sus obras muestran un temblor pronunciado.
Jack London
Sufrió de un trastorno bipolar, era amante de las fiestas y del alcohol. Se dice que el dinero que ganó con sus libros lo llevó a la perdición. En su prontuario está un intento de suicidio en las aguas de la Bahía de San Francisco (Estados Unidos).
En 1897, London y su cuñado James Shepard zarparon para unirse a la fiebre del oro de Klondike donde ambientaría sus primeras historias importantes.
Sin embargo, el tiempo que pasó en Klondike fue perjudicial para su salud y desarrolló escorbuto (enfermedad que ocurre cuando se tiene una carencia grave de vitamina C). Sus encías se hincharon, provocando la pérdida de sus cuatro dientes frontales, sufría constantes dolores en la cadera y los músculos de las piernas. Su cara se cubrió de llagas.
Tiempo después padeció una enfermedad tropical por un viaje que hizo en barco. Fue así como le salieron úlceras en las piernas, por lo que decidió automedicarse con mercurio. Luego usó una aguja hipodérmica de plata para inyectarse opio, heroína, belladona y estricnina. Se cree que el autor de libros como El vagabundo de las estrellas y La llamada de la selva murió de una sobredosis de morfina a los 40 años.
Jonathan Swift
Swift sufrió de una enfermedad conocida como Ménière (trastorno del oído interno que afecta el equilibrio y la audición).
El escritor pudo haber tenido la demencia frontotemporal (síndrome clínico causado por la degeneración del lóbulo frontal del cerebro humano), que en sus primeras etapas puede estar asociada con la pérdida de las inhibiciones. Se cree que en 1742 pudo sufrir un derrame cerebral que hizo que perdiera la capacidad de hablar. Es el autor de obras como Los viajes de Gulliver y El cuento del tonel.
George Orwell
“Escribir un libro es una horrible y agotadora lucha, como un largo combate de alguna enfermedad dolorosa”, dijo Orwell en una ocasión.
Orwell tenía sus tubos bronquiales dañados por causa de una infección bacteriana que sufrió en la infancia. De adulto superó cuatro episodios de neumonía y una bala en el cuello. La muerte le llegó cuando padeció una tuberculosis durante sus años de pobreza y vagancia. Intentó hacerse un tratamiento con inyecciones de aire pero no tuvo éxito. Es el autor de obras como Homenaje a Cataluña, 1984 y Los días de Birmania.
William Butler Yeats
Padecía el síndrome de Asperger, considerado un tipo de autismo. También tenía una enfermedad llamada prosopagnosia; un extraño trastorno que impide recordar las caras conocidas. Se sabe que estaba fascinado con el ocultismo, perdió su virginidad cuando era un adulto y de acuerdo con su esposa: “no tenía ningún interés en las personas como tales, sólo en lo que dijeran o hicieran”.
Yeats, premio Nobel de Literatura, escribió obras como La rosa secreta y Cathleen ni Houlihan.
Herman Melville
Su famoso libro Moby Dick fue escrito en un estado casi de euforia maníaca. Melville padecía trastorno bipolar, era propenso a la depresión y alcohólico. Sobre sus dolores físicos se sabe que sufría de molestias en los ojos y espalda.
