Por: @jcmentefacto
“Bueno hermano, yo acabo de llegar a mi casa y me quiero tomar una cerveza, ¿quiere una?”
Busca dos vasos. También sirve un par de tequilas; son el pasante. Toma despacio, saborea el par de tragos y mira al techo. Como si estuviera recordando algo. Así pasa unos segundos. ¿Qué estará pensando?
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Tal vez recuerda que hace unos años no podía tomar, y ahora que puede, lo disfruta mucho más. Un cáncer casi lo mata.
Alguna vez, en medio de la espesa selva en el departamento de Arauca, mientras entrevistaba a Martín Sombra (el carcelero de las Farc) rechazó un vodka polaco que el guerrillero le ofreció. Por aquel tiempo, el periodista se recuperaba de un extenuante tratamiento contra el cáncer. Después del segundo tequila, Jorge Enrique Botero insiste que está vivo gracias a la ciencia médica. No cree en Dios.
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Habla de la batalla que le ganó a la enfermedad sin triunfalismos ni remordimientos. Pero cuando hace referencia al tema, recuerda una explicación médica que en su momento lo dejó perturbado.
“Mi hermana me consiguió un cita con el médico, este famoso, Santiago Rojas”.
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Eran tratamientos para atenuar los poderosos efectos de las terapias contra el cáncer sublingual (debajo de la lengua al lado derecho) que atacó Botero.
“Rojas me ponía música y me hacía otras terapias para atenuar todo. Un día, no le miento, cogió dos libros gigantes, como esos” - señala una de las bibliotecas que van del piso al techo y que tiene en la sala de su apartamento en el centro de Bogotá, al lado de uno de esos librazos que señala, hay uno llamado ‘Biografía Gráfica del Che Guevara’ - “eran como unas biblias con explicaciones más allá de lo estrictamente científico, de los orígenes de diferentes enfermedades”.
Con su índice derecho repasa la palma de su mano izquierda, como si estuviera repasando los párrafos de un texto.
“Consultó el libro y me dijo: ‘Usted se ha guardado un secreto durante muchos años’, me reí y le dije que no, que no tenía ningún secreto, que seguramente tenía mis cosas, pero no eran trascendentales”. Rojas insistió: ‘lo que pasa es que ese cáncer estadísticamente le sucede a personas que han sido muy expresivas y de un momento a otro las silencian’”.
Jorge Enrique Botero estuvo sin trabajo durante diez años después de que el expresidente Álvaro Uribe lo acusara públicamente de ser un publicista del terrorismo, ningún medio colombiano lo quiso contratar después de esa acusación. “Me dieron ganas de demandar”, bromea.
En febrero de 2009, durante el operativo de liberación de Alan Jara, quien estaba en poder de las Farc desde el 2002, Botero se vio involucrado en una fuerte polémica con el entonces presidente Uribe.
El periodista, que estaba en la zona de la liberación en las selvas del Guaviare, llamó a Teleusur, canal para el cual trabajaba en ese entonces, para denunciar que la Fuerza Aérea estaba sobrevolando la zona de la liberación, pese a que el gobierno había prometido no hacer sobrevuelos. Esta situación ponía en riesgo la liberación de Alan Jara.
Incluso, Botero puso al aire al jefe guerrillero 'Jairo Martínez' encargado de la entrega de los secuestrados.
Al final del día, ya con Alan Jara en compañía de su familia, Uribe señaló que Botero, “se escuda en su condición de periodista para ser permisivo cómplice del terrorismo".
“Eso fue como si me colgaran una lápida. Me costó muchos problemas, me tocó salir del país y amenazaron a mi familia. Además quedé fuera del mercado laboral. Después de que el presidente de la República dice eso, vaya y consiga trabajo. Después de eso mantuve mis relaciones con los colegas, incluso con los directores de medios. Pero no me contrataba nadie”, recuerda.
¿Qué piensa ahora de Uribe?
Antes de hablar del senador, toma un trago de cerveza. Contiene la respiración y de nuevo mira al techo. Sin dejar de mirar hacia arriba y moviendo sus manos para expresar lo que dice, señala.
“Es una persona envenenada que no disfruta la vida como la mayoría de las personas intenta hacerlo. Está cargado de odio, se le nota, se advierte en sus palabras, en su comportamiento. Creo que es un hombre que no es para este tiempo. Él hubiera funcionado muy bien en la época de Laureano Gómez, en la época de las grandes disputas entre liberales y conservadores”. Cambia de tema.
La vez que periodísticamente acompañó a la guerrilla en la liberación de un secuestrado, no fue la primera, ni la última que Botero estuvo al lado de las Farc.
Es reportero desde 1979, y desde entonces, ha intentado contar el conflicto colombiano desde la versión no oficial. Es quizá el periodista que más veces ha entrevistado a integrantes del secretariado de las Farc, incluso cuando eran más perseguidos. Él llegó a donde el ejército no.
La primera entrevista que le hizo a alguien de las Farc fue en 1995, cuando trabajaba para el Noticiero 24 Horas y ganó el premio de periodismo Rey de España.
“Estaba un día en el noticiero y llegó una pelada diciendo que necesitaba hablar conmigo pero no la dejaban entrar. Salí y me entregó una nota escrita a mano.”
‘Lo felicito por lo del premio Rey de España. Cuídese mucho. Saludos’, decía la nota que estaba firmada por Guillermo León Sáenz Vargas, quien en la guerrilla se hizo llamar Alfonso Cano y que en 2008 llegó a ser el máximo líder de esa guerrilla.
“No podía perder ese papayazo. Venga sumerced, le dije a la muchacha, ahora llévele esta notica al hombre”. “Gracias por el saludo, me gustaría poder entrevistarlo”, decía esa nota de respuesta.
“Dicho y hecho, al mes apareció la fulana y me dijo ‘¿tiene tiempo?’, solo el fin de semana para ir y volver, le dije. El viernes salimos y el lunes por la noche ya estaba de regreso en Bogotá. Esa entrevista fue en el Tolima, por allá en Planadas”, recuerda Botero.
Aunque esa fue la primera entrevista que Botero le hizo a un integrante de las Farc, no fue la primera vez en que habló con uno de ellos. De hecho, fue durante su época universitaria, cuando había decidido, contra la voluntad de su familia, salirse de la carrera de derecho y estudiar periodismo en la Universidad Externado. En esa época Botero hacía parte del movimiento estudiantil.
“Hacía parte de una vaina que se llamaba Unión Nacional de Estudiantes Universitarios. Íbamos a Asambleas en donde estaban los de la nacho, los de la libre, los del Valle, los de Antioquia, los costeños. Ahí conocí muy de cerca a Cano y muchas otras personas que terminaron yéndose para la guerrilla. Sin saber que habían decido tomar ese camino en el Caguán me los volví a encontrar.”
Este periodista, hincha de Santa Fe hasta los tuétanos, fue el primero en mostrarle al país cómo sobrevivían los 500 militares y policías que terminaron en poder de las Farc tras los ataques en Puerto Rico (Meta), Mitú (Vaupes), Miraflores (Guaviare) y El Billar (Caquetá). Mostrar esa realidad lo enfrentó a Caracol, el canal para el que trabajaba en el año 2000.
Botero habla despacio. No sube mucho el tono de su voz. Y aunque esta es ronca, habla claro.
“Llevaba jodiendo hacía rato con las Farc para que me dejaran meter una cámara en donde tenían a los secuestrados. Estando en esas me llegó en mensajito al edificio donde vivía. Y listo, duré metido en la selva 20 días.
Llegué a editar y cuando estaba terminando la edición le cayeron al canal. ‘Nos hemos enterado que van a publicar las imágenes en cautiverio de los miembros de la fuerza pública en cautiverio, consideramos que eso no es bueno para el país’, dijo alguien del gobierno.
Me llamaron de la presidencia de Caracol y me dijeron que eso no podía salir al aire porque eso iba a desmoralizar a la fuerza pública”.
Para Botero, que antes de seguir con su relato se mandó otro trago de tequila, “se amangualaron los directivos del canal y el gobierno. Por un lado me estaban haciendo un acto abierto de censura y por el otro, sentía que estaban poniendo en riesgo mi seguridad.
Qué iba a decir Jojoy, que era el que me había dado la autorización para entrar allá, ‘este malparido viene aquí a coger imágenes para dárselas al enemigo y no hizo nada periodístico’. Eso no se puede. Mi vida estaba en riesgo.
Los de Caracol me dijeron: ‘tranquilo, nosotros asumimos públicamente y decimos que no estuvimos de acuerdo con su trabajo’. Tranquilo las huevas. Voy a denunciar esto públicamente”, les advirtió.
Al domingo siguiente, ‘Semana’ publicó cuatro páginas contando la denuncia de Botero. El texto, acompañado con los fotogramas de los videos de los campos de concentración en donde estaban los militares y policías secuestrados, generó una polémica en torno a la libertad de expresión.
“El lunes llegué al canal y nadie me quería saludar, fue como si hubiera llegado un paria. Me llamaron de la presidencia del canal y me dijeron que no podía seguir ahí.
Tuvimos un pulso. No me querían echar porque eso significaba un escándalo y además un billete largo. Negociamos durante una semana en la que yo iba a la oficina a ver ‘Los Simpson’ todo el hijueputa día. Hasta que llegamos a un acuerdo. Me dieron un dinerito que fue la cuota inicial con la que me pude comprar mi primer equipo: una cámara canon xn1, una salita de edición, una cabinita para locutar y ya, con eso monté una productora. Y con esa productora me bandeé hasta que apareció Telesur”.
Pese a que solucionó el problema con Caracol, Botero tenía otro inconveniente. Quizá el más grande: explicarle a la guerrilla lo que había sucedido.
“Me fui con mi casete debajo del brazo para mostrárselo a Jojoy. No iba a poner en riesgo mi vida por cuenta de la decisión de Caracol.
Jojoy me dijo: ‘Yo sabía que eso iba a pasar, yo no sé ni para qué lo dejé entrar si eso no lo iban a dejar mostrar’.
Citó como a 300 guerrilleros en un salón y ahí lo vimos. Cuando terminó me felicitó por el trabajo pero antes me dijo: ‘Usted es muy ingenuo al pensar que una cosa de esas iba a salir en la televisión colombiana’.
Este es el documental
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Aunque Botero no se considera un hombre polémico, durante la entrevista quedó claro que ha sido protagonista de varios capítulos picantes. Quizá el más sonado de su vida desencadenó la salida de un ministro de gobierno.
Cuando Botero tumbó a Botero
Eran los tiempos del proceso 8000. Sobre el gobierno de Samper había más dudas que certezas. Aunque el gobierno estaba desesperado por tapar todo, fue imposible. Las denuncias que señalaban que dineros del narcotráfico habían ingresado a la campaña, crecían.
“El gobierno citó a una rueda de prensa para amainar las cosas, pero terminó fue embarrándola. Hice una pregunta que era de sentido común. No fue una vaina brillante. Esa pregunta generó una verdadera tormenta política.”
Los ministros Serpa y Botero (de gobierno y defensa) le estaban dando a conocer al país el contenido de una indagatoria que estaba rindiendo ante la Fiscalía, Santiago Medina, que había sido el gerente de la campaña de Samper, indagatoria en la cual, él rebelaba que le entró plata del Cartel de Cali a esa campaña.
“Estos dos funcionarios lo que hicieron fue exponer los argumentos de Medina para controvertirlos. Medina había hablado hace tres días en la Fiscalía. ¿Cómo así que el gobierno estaba dando a conocer el contenido de una indagatoria que hacía parte de la reserva del sumario? Y además de eso, llega Marcela Durán, que era la jefe de prensa de la Fiscalía, y nos dice que la indagatoria de Medina se la robaron.
Cuando llegó mi turno para preguntar, dije: ¿Cómo es posible que ustedes nos muestran el contenido de una indagatoria, que además, según la Fiscalía, fue sustraída ilegalmente?”
Botero quedó en silencio. Serpa, como siempre, muy hábil, dijo que eso había sido revelado por unos anónimos. Al otro día, renunció Botero.
“Los colegas me molestaron con el cuento de que Botero tumbó a Botero”, se ríe al recordar el episodio.
Cuando Claudia Gurisatti trabajó en un noticiero de izquierda
En 1997, después de la desmovilización del M-19, el grupo guerrillero tuvo un espacio en la televisión. El noticiero AMPM, el que Botero llama en broma “a mierda pa’ mala”, lo dirigía el periodista Antonio Morales. “Nos divertíamos mucho. Hacíamos un noticiero distinto, irreverente”.
Con el paso de los años,reconoce, “hacíamos era un pasquín, era muy militante, muy colorado, muy zurdo, pero hacerlo era una proeza porque los recursos técnicos era muy limitados”.
Sorprendentemente, y aunque por estos días muchos critican a la directora de Noticias RCN, Claudia Gurisatti, por criticar con dureza el proceso de paz, Botero recuerda un suceso poco conocido. Cuando habla de este, no puede evitar la risa.
“Había una muchacha que se iba en una moto a hacer el VTR en Inravisión, esa muchacha es una tal Claudia Gurisatti. Para esa época estaba terminando su carrera en la Javeriana, era muy buena mamadaora de gallo, rumbera, un personaje muy fresco. Le metía energía y ya pintaba para ser una buena periodista”, recuerda.
Un hijo llamado Telesur
Después del agarrón con Caracol, Botero participó en el nacimiento de Telesur. Cuenta que el nacimiento de ese canal, al que muchos llaman jocosamente Telefarc, nació de la forma más inesperada.
“Hubo un encuentro de periodistas latinoamericanos en Cuba. De Colombia fuimos como 25 y nos pegamos una rasca en ese vuelo. Llegamos borrachos a La Habana. Iba gente de todo el contiene. Hicimos reuniones durante dos días y al tercer día llegó Fidel Castro como a las 11 pm y se fue a las 5 am. Terminando su carreta, en la que habló de periodismo, dijo”:
Botero se reacomoda, se baja las gafas y empieza a hablar como Castro:
‘Chico yo no entiendo cómo es posible que en América Latina no haya una CNN nuestra, por qué no hay una CNN latinoamericana’, dijo el viejo.
“Había un periodista uruguayo de origen armenio llamado Aram Aharonian. Vivía en Venezuela y estaba cerca de Chávez porque lo había ayudado en su campaña. Se bajó del avión en Caracas y se fue para donde Chávez y le contó lo que había dicho su papá: ‘Que cómo es posible que no haya una CNN latinoamericana’, él me dice que a Chávez se le iluminaron los ojos. Y le preguntó: ¿cuánto hay que poner para eso? Ahí nació Telesur”.
Aram llamó a Botero y entre los dos, junto a otra periodista, crearon Telesur, eso fue hace diez años.
El nuevo reto
El día de esta entrevista, Botero tenía listas dos maletas grandes y una de mano. En ella llevaba dos raquetas de tenis. Dice que lo juega bien. También lleva un libro de Leonardo Padura, llamado Herejes.
Hoy, el periodista está en La Habana. Trabaja para Red + Noticias cubriendo el proceso de paz.
Su espacio se llamará ‘Diario del fin de la guerra’, un título arriesgado.
“Es un título que tiene sus riesgos. Me puedo llevar un gran fiasco. Puedo estar vendiéndole al televidente algo que no necesariamente esté garantizado que suceda, pero vale la pena imprimirle en estos días de escepticismo, positivismo a la cosa. Voy a procurar hacer un diario tanto de lo que es público, como de lo que pasa en la tras escena. Apelando a todas las fuentes que tengo y que he cultivado en estos años. Temas que vayan más allá del día a día. Que van a servir para imprimirle un toque humano a esta cobertura tan solemne. Serán perfiles de negociadores de la guerrilla y el gobierno”.
Jorge Enqrique Botero en compañía de Álvaro García, director de Red+ Noticias.
Botero conoce, tal vez demasiado, lo que pasa en La Habana. En los últimos meses se ha reunido “muchísimas veces” con los líderes de las Farc. En sus reuniones ha descubierto, como nadie, la personalidad de los líderes del grupo guerrillero.
“Son muy disciplinados, rigurosos, juiciosos. Quieren sacar esto adelante y se dedican 100% a ello”.
En los pocos ratos que tienen libre, juegan fútbol. Tienen una cancha muy cerca en las casa en las que se están hospedando.
“Se dan pata y se maman gallo, se echan vainas y pelean porque fue mano o porque no. Iván Márquez juega bien, es delantero. Le pega durísimo a la bola. Granda, es el diez. Claro que tiene el defecto que todo lo que sabe de fútbol es de Nacional. Es enfermo por ese equipo, a Romaña lo vi como de puntero derecho”, si acaso, lo único que tiene de derecho.
“Márquez por ejemplo es un tipo que dedica gran parte de sus días a pintar y a escribir canciones. Es gente que tiene una muy buena formación intelectual y que la aplica a su cotidianidad. Santrich, a pesar de ser ciego, pinta. Tiene una obra plástica importante. Algún día podría exponerla."
Está acostumbrado a levantar polémica y puede que la frase con la que terminó la entrevista genere algo parecido, o que por lo menos, no les guste a todos. Porque todos, aún no olvidan los crímenes de las Farc.
“De las cosas que más le agradezco al periodismo es haber entrado a ese mundo (guerrillero) y haber tenido contacto con decenas y centenares de personas que hacen parte de ese mundo”, bebe su último trago.
El periodista que sabe hasta de qué posición en el fútbol juega Iván Márquez
Dom, 26/07/2015 - 14:30
Por: @jcmentefacto
“Bueno hermano, yo acabo de llegar a mi casa y me quiero tomar una cerveza, ¿quiere una?”
Busca dos
“Bueno hermano, yo acabo de llegar a mi casa y me quiero tomar una cerveza, ¿quiere una?”
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