El salvavidas que le dejó Ana Cecilia Niño a Colombia

Dom, 16/12/2018 - 13:54
Los vecinos del barrio Pablo Neruda en Sibaté transitan las calles con total normalidad, comen, duermen y trabajan allí. Aparenta ser un lugar tranquilo donde comer fresas con crema es una tradició
Los vecinos del barrio Pablo Neruda en Sibaté transitan las calles con total normalidad, comen, duermen y trabajan allí. Aparenta ser un lugar tranquilo donde comer fresas con crema es una tradición. Pero en el viento que recorre las cuadras, que respiran sus habitantes, que llena los pulmones de los niños que juegan en los parques y las bocanadas de aire que toman los deportistas , se esconde un poderoso enemigo. En el barrio no solo se inhalan partículas de un mineral cancerígeno llamado asbesto, que durante décadas ha sido utilizado por diferentes industrias para la fabricación de tejas y otros elementos de construcción,  sino que además, sus habitantes lo pisan a diario ya que sus cimientos se rellenaron con estas nocivas fibras. Alejandro Pérez es un periodista que creció en este barrio y ha tenido que presenciar como la muerte ha llegado a varias personas por la exposición al asbesto que les ha generado cáncer pulmonar. [single-related post_id="999901"] "El asbesto aquí en el barrio no es de hace dos años, es de hace más de 30 años, cuando en la década de los 80 lo empezaron a rellenar con asbesto", comentó el comunicador a KienyKe.com. Asimismo, aseguró que el tema de las muertes provocadas por el asbesto se ha normalizado, pero admitió que en los jóvenes sí existe esa preocupación, y está muy latente, pues a pesar de que los daños no son inmediatos, a largo plazo pueden llegar a sufrir de las mismas complicaciones de salud. Este periodista ha estado activo con el tema, de hecho creó una galería fotográfica llamada 'Eternos' en la que participaron varios estudiantes universitarios. "Hicimos un grupo y allí hay una chica de 27 años y otro joven a los que también se les murió la mamá. Hasta ahora ellos están haciendo un catarsis para afrontar ese dolor".

Una mujer trascendental

"Yo la conocí mientras estaba estudiando en Bogotá, estaba haciendo una maestría, y en la casa donde yo me quedaba, allí ella también iba porque le pagaba un cuarto a su mamá y con el tiempo cupido nos enredó", contó con sus recuerdos intactos Daniel José Pineda, esposo de Ana Cecilia Niño; una victima del asbesto que falleció debido a un cáncer de pulmón. Ana Cecilia fue una mujer trascendental. Luchó contra las empresas que utilizaban este mineral cuando sus fuerzas se escapaban con cada doloroso respirar. Motivó a cientos para movilizarse y se plantó como la buena periodista que era, frente a micrófonos y cámaras para denunciar el veneno que muchos estaban respirando y que ni sabían que existía. Daniel habló con este medio sobre su esposa y el legado enorme que le dejó al país, uno que seguirá pidiendo a gritos la prohibición del asbesto. "Ella duró 8 meses presentando un dolor en el tórax, en la espalda, y los médicos siempre le decían que era un espasmo muscular, pero llegó ese momento donde ella no podía ir al trabajo por el dolor". Una pareja que prosperaba laboralmente y se iniciaban como padres de una hermosa niña. Sin embrago, como si fuera una cachetada del destino, una enfermedad se tomó el protagonismo de sus vidas. En una sala de urgencias llegó el diagnosticó, 'mesotelioma pulmonar'. Sin cura y sin mayores probabilidades de una vida larga, cualquiera pudo decaer, dejarse arrastrar al fondo, pero no Ana Cecilia, ella sabía que su tiempo era valioso y lo aprovechó hasta el último segundo. [single-related post_id="1000166"] "La junta médica nos comenta que si ella tuvo exposición al asbesto y le preguntaron que dónde vivió, ella respondió que en el barrio Pablo Neruda, en Sibaté. Y entonces el doctor nos dice: la razón por la que usted tiene mesotelioma es porque estuvo expuesta al asbesto, ese barrio lo rellenaron con asbesto, con techos de eternit", relató Daniel. Ella decide que quiere luchar contra el asbesto, su foco empieza a ser que en Colombia se prohíba, y su esposo era un soldado más, un soldado de un ejercito de dos, "yo te apoyo en lo que quieras hacer", le dijo. "Fuimos a Sibaté, visitamos la zona, hablamos con sus habitantes, y así nosotros empezamos a conocer del tema y de las víctimas que el asbesto iba dejando en diferentes familias". Cuando ella muere, su esposo se empodera y decide que no va a descansar hasta lograr que el asbesto no cobre una víctima más. Y con ese propósito nació la fundación Ana Cecilia Niño.
"Es un reto, existe un enemigo que se llama asbesto y está por todas partes", asegura Daniel Pineda.
Su legado no es solo un movimiento, es su hija que crecerá sabiendo mucho de un mineral venenoso y recordando a duras penas los cientos de besos que le logró dar su mamá antes de partir. "El legado es que mi niña tiene mucho de su carácter, que si hay que decir lo que sea lo dice de frente, sin miedo, sin temor, sin rencor".

El asbesto a un paso de su prohibición

Hay mucho actores detrás de que el proyecto de prohibición del asbesto llegara al Congreso de la República. El periodista Andrés Hoyos, fue uno de los primeros en comenzar a indagar sobre el tema del asbesto, y gracias a unas notas sobre la prohibición que se estaban adelantando en otros países, y las víctimas empezaron a visibilizarse. "Empezaron a llamar los afectados a los medios y nos decían 'nunca nadie nos había parado bolas'. Y el caso de Luis Alfonso Mayorga, fue el primero en documentarse", afirmó Hoyos y agregó: "Luego llegó Ana Cecilia y empezamos a trabajar en el tema, empezamos a tocar puertas". Finalmente, las banderas del movimiento terminaron en el Congreso como un proyecto de ley gracias a la senadora Nadia Blel. Proyecto que hoy lleva el nombre de Ana Cecilia Niño y que fue aprobado en el primer debate en el Senado, ahora deberá pasar por los siguientes dos debates de trámite pero esta vez en la Cámara de Representantes. Pese a que la ley plantea la prohibición de este mineral, habrá un periodo de transición por parte de las empresas que aún usan el asbesto para la producción de materiales de construcción, para que encuentren un sustituto; pero a pesar de las evidencias, el daño ya está hecho y habría que esperar más de cinco años para que el asbesto desparezca del aire del barrio Pablo Neruda y del país. Por: Richard Stevens Ladino
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