"El sexo por webcam me pagó las tetas". Historia de un transexual

Sáb, 25/06/2016 - 04:59
“La segunda vez que entré al quirófano mis senos se estaban pudriendo, por los puntos de la cirugía salia materia, al tacto se sentían como dos piedras y el dolor era insoportable”, comenta *A
“La segunda vez que entré al quirófano mis senos se estaban pudriendo, por los puntos de la cirugía salia materia, al tacto se sentían como dos piedras y el dolor era insoportable”, comenta *Andrea sobre sus implantes mamarios. “Para poder cumplir mi sueño y convertirme en una mujer tuve que buscar trabajos alternativos”, asegura que nunca pensó en prostituirse y llegar a la calle o ser una prepago, aunque varias veces se lo ofrecieron. Necesitaba el dinero para realizar los cambios que requería su cuerpo. Lea también: Prostituta en la calle y en la web, la historia de un travesti de Medellín *Andrea nació en el seno de una familia conservadora, su nombre original era *Andrés. Su infancia transcurrió normal, asistía al colegio y se relacionaba con niños como todos los demás, jugaba fútbol “de hecho era buen deportista”. No tenía buenas notas pero trataba de ser aplicado, su padre se encargó de impartir estricta disciplina. Iba ser “el hombre de la familia”, le decía el viejo. Bogota panoramica-lgbti “Cuando tenía 13 años me di cuenta que algo no estaba bien, mi papá siempre me decía que mirara a una niña u otra, que estaban lindas, pero a mi no me gustaban, lo único que miraba en ellas era la ropa o como usaban brillo labial", el pequeño *Andrés deseaba hacer lo mismo. Además: Mi primera vez en un prostíbulo transexual de Bogotá Un año después, *Andrés se dio cuenta que sentía cierta atracción hacia uno de sus compañeros de clase, “me asuste mucho, pensé que era gay y que mi papá me iba a matar”. También: Así perdí la virginidad, relato de un homosexual que salió del clóset No pasó mucho para que su padre notara sus actitudes ‘amaneradas’, *Andrés empezó a usar cremas y poner más atención a su vestuario, para halloween se disfrazó de drag queen (término que describe a un hombre que se viste y actúa como lo que se conoce como estereotipos de una mujer de rasgos exagerados), aunque su padre no se enteró de eso. A los 15 años decidió que ya era hora de hablar con sus padres “de hacerles entender que no era gay, como papá me lo había insinuado algunas veces. Era el momento de decirles que estaba en el cuerpo equivocado”. Una tarde de mayo se sentó con ellos en la sala de su casa, “nunca había tenido tantos nervios, pero estaba segura y convencida de que todo lo que les iba a decir era verdadero”. *Andrea le contó a sus padres que creía haber nacido en el cuerpo ajeno.Que sí, efectivamente le gustaban los hombres, pero que no se consideraba ser gay. Su gusto hacia ellos es porque en el fondo es mujer. “Para mis papás fue un golpe durísimo, pensé que me iban a sacar de la casa o algo así. Duraron una semana sin hablarme pero después todo se calmó, mi mamá me dijo que me aceptarían y poco a poco empecé el cambio”. Para lograr su transformación *Andrea empezó a tomar hormonas, así evitaría la barba, trataría de aumentar su pecho y tonificar las piernas y los glúteos. “Mis papás me ayudaron con eso, bueno mi mamá, para mi papá fue muy duro. Ella a veces me daba dinero para comprar hormonas y estaba pendiente de lo que consumía, no quería que hiciera locuras”. “A medida que fui creciendo quería más y más, para mi no era suficiente el poco busto que me había crecido”. Un día una amiga le propuso que se creará un perfil y se volviera prepago. “Le dije que no, que un hombre no pagaría por sexo si yo también tenía pene”, lo que ella no sabía es que existe un mercado lo suficientemente grande para hombres con ‘fetiches’. “Mi amiga me dijo que si no quería ser prepago me volviera modelo de webcam, que era más fácil porque no había contacto físico alguno, la idea me sonó y empecé de una”. Inició de una manera independiente pues no quería atarse mucho a ese mundo. *Andrea subía sus fotos a plataformas para adultos con números de contacto, sus citas solo tenían un capitulo. No la volvían a buscar. “Hasta que conocí a *Miguel, un hombre de 34 años más o menos, es casado o eso creo, la verdad hablamos poco de nuestra vida íntima”. historia-travesti-Conte “*Miguel me marcó, no sentimentalmente, está muy viejo para mi, yo solo tengo 23 años, pero un día me dijo algo que me dolió ‘monita usted es muy bonita, pero no tiene casi teticas’, eso para mi fue un balde de agua fría”. Luego de esa conversación, ella entendió que en verdad necesitaba empezar a intervenir su cuerpo. “El problema es que una cirugía es muy cara, entonces *Miguel me salvó, me dijo que él me las pagaba, pues imagínese, sin más ni más yo le dije que sí”. La valoración médica para la cirugía no fue en la mejor clinica del mundo, un consultorio clandestino, con un esqueleto en una esquina, un escritorio y una camilla con una sábana que no estaba en las mejores condiciones fue el lugar al que llegó *Andrea para su operación. “Ya estaba ahí, ya que”, fue lo que pensó antes de ingresar al quirófano. “La cirugía se supone que salió bien, y las tetas se me veían hermosas, pasé de un bultito pequeñito a unas 36 b”. El problema llegó después de unos meses, cuando la cirugía no sanó correctamente.  “Me salía materia y me dolía un montón, mis senos se sentían como piedras”. A los seis meses de la operación volvió al quirófano, le quitaron sus implantes y le pusieron unos más pequeños aunque de buen volumen para su poca estatura. “La recuperación dolió muchísimo, fueron meses de dolor y cuidados, pero valió la pena, mira estas bellezas”, dijo *Andrea posando de perfil. Su nuevo busto le dio la confianza necesaria para ir al segundo nivel en su trabajo que hace desde su casa. Solo necesita quitar todo lo que tenga de fondo y le de alguna seña a sus clientes de dónde vive o quién es realmente. *Andrea se dedica a sostener relaciones sexuales por Internet. “No soy una prostituta porque no tiro con nadie, solo me masturbo ante una cámara, gimo un poquito, lo suficiente como para excitar al otro, y cumplo con los fetiches de los hombres que sienten placer al ver unos senos y un pene en un mismo cuerpo”. Esta mujer de 23 años se siente orgullosa de pertenecer a la comunidad LGBTI y solo quiere acabar con los estigmas que existen sobre el género. “Por dentro no eres como eres por fuera, nací en el cuerpo que no era, pero eso no me hace una mala persona”.
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